UN DÍA SOLEADO asomaba por la residencia LaRusso, Samantha vió a su hermana sentada en un camastro cerca de la piscina, así que decidió acercarse a ella. No la había visto mucho ya que había estado encerrada en su habitación, y apenas había salido.
—–Hola Jo.
—–Hola Sam. —la ojiverde le sonríe a su hermana. —–¿Que hay?
—–Te he extrañado. —dice Samantha. —–Y quería agradecerte por haberme defendido, estuviste grandiosa, Jo.
—–¿Eso crees? —pregunta tímidamente. —–Bueno, no lo hice sola, Miguel ayudó muchísimo. Mas bien, yo lo ayude a el.
—–Mañana le agradeceré personalmente. —sonríe. —–¿Te gusta?
—–¿Quien? ¿Miguel? —sam asiente.
Jo estaba por contestar, pero Daniel se acercó a invitar a Sam a hacer un poco de karate, Jo y Daniel no se habían hablado desde aquella discusión, así que la rubia decidió levantarse y volver a su encierro.
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NUEVAMENTE EN LA ESCUELA, Josephine se encontraba a lado de Demetri y Miguel, quienes hablaban de algo que Jo no entendía, ya que había faltado al dojo la tarde anterior.
—–Sí, pero no puedes rendirte. —dice Miguel.
—–Me gritó, me pateó el trasero y luego le di mi dinero. —contesta Demetri. —–¿Sabes quiénes viven así?, las prostitutas.
—–Sí, pero no es un mal tipo. Solo no lo conoces como nosotros. —responde Miguel.
—–Así hablan las prostitutas. —contraataca Demetri.
—–Dem, deja a las prostitutas hacer su trabajo, en paz. —habla Josephine después de un rato.
—–Además no necesito aprender karate, los tengo a ustedes. —abraza a sus amigos por los hombros.
Ambos chicos miran hacia enfrente, Kyler bajaba las escaleras, se encaminaba hacia el pasillo por dónde los amigos pasaban. Pero al ver a Josephine y a Miguel, los observa unos segundos y decide irse por otro lado.
—–¿Ves?, nadie se meterá con nosotros... Los veo en clase. —se despide.
——¿Estás bien? —miguel detiene su paso, causando que Jo también lo haga.
—–Sí, eso creo, es solo que, mi papá y yo jamás habíamos peleado de esta manera. —suspira abrazando su libro con su brazo. —–Jamás.
—–¿Y si sabes por qué? —ella niega confundida. —–Porque siempre fuiste lo que el quería que fueras, trabajaste tanto en ser la persona que el quería que fueras, que nunca encontró ninguna razón para enfrentarse contigo.
