Una vez que te acostumbras a una situación, un sentimiento o un estado, es como que todo se te hace rutina. Al principio de todo esto, yo no podía imaginarme que acabaría enfrentándome a tantos peligros, que iba a sobrevivir tanto tiempo, y mucho menos podía imaginarme que entre tanto caos y tanta mierda, pudiese sentir cosas que jamás había sentido...
- Deberíamos coger la carretera nacional de Valencia y llegar a Madrid por ahí -dijo Ángel mientras yo seguía mirando a Julia.
- Espera, espera, espera -dijo Jhon con un tono algo desagradable. - ¿Cómo estáis pensando en ir a Madrid ya? ¡Mirad como está Julia! Tenemos que encontrar algún sitio para pasar la noche...
- ¿Otra vez? -contestó Ángel. - Siempre pasa lo mismo, como sigamos así nunca llegaremos a Madrid.
- Comparto lo que dice Jhon... Deberíamos parar -añadí.
- ¿Qué hacemos? -preguntó Tati mientras seguía conduciendo.
- Si queréis parar que sea ya, porque va a oscurecer dentro de nada -indicó Ángel.
De repente, Julia empezó a toser.
- ¡Julia! -grité ansiosa.
- ¡Para Tati! -dijo Jhon.
Julia abrió poco a poco los ojos y colocó su mano encima de la mía. Tati paró el coche rápidamente y Jhon se bajó para abrirnos la puerta.
- ¡Estate quieto! -dije mientras Jhon intentaba subirse. - ¿No ves que no es bueno moverla?
- Necesito agua... -dijo Julia entre jadeos.
Jhon sacó su cantimplora lo más rápido que pudo.
- ¿Cómo estás? -preguntó él mientras yo mojaba los labios de Julia de agua.
- Me siento muy mareada...
- Tenemos que darle algo con azúcar -añadió Tati,
Ángel vino hacia nosotros mientras Tati revisaba el motor.
- Toma -me dio Ángel una chocolatina.
- Ay, está derretida -dije con cara de niña pequeña.
Jhon no paraba de manosear a Julia, y me estaba poniendo muy nerviosa. Es como que lo hacía intencionadamente, sabía que algo había pasado entre nosotras.
- Déjala, Jhon. Está bastante débil -dije mientras le daba la chocolatina a Julia.
- Sería bueno que estirase un poco las piernas -dijo Ángel.
Después de un rato discutiendo y socorriendo a Julia, por fin se pudo poner de pie. Decía que tenía la mente en blanco, que algo extraño le había ocurrido, pero no quería contar el qué.
Jhon y Julia se alejaron un poco para hablar mientras Tati, Ángel y yo nos sentamos en el asfalto a comer y recuperar energías.
- Cómo quema, joder -dijo Tati refiriéndose a la carretera.
- Normal... Supongo que estaremos a unos 35 grados -añadió Ángel.
- Pues sí, eso mínimo... -contestó abriendo una lata en conserva. - Patri -me dijo mirándome. - ¡Patri! -llamó mi atención.
- Perdón, perdón -contesté volviendo a mí.
- ¿Qué te pasa con ellos? -preguntó Ángel. - No dejas de mirarlos.
- No, nada... Es que Julia está débil, no debería hacer muchos esfuerzos.
- Mmmm... -dijo Ángel con una mueca en la boca.
- Patri, creo que tengo que pedirte disculpas y agradecerte lo del otro día -me dijo Tati mientras yo me mordía las uñas.
- Quizás la que deba pedirte disculpas sea yo... Era tu decisión, no debí impedirla -contesté.
- No digas eso. Simplemente fue un mal día, no me sentía a gusto en este grupo. Pero ya veo que de verdad os importo.
- Somos una familia, ¿no? -contesté volviendo a girar la cabeza.
Adivinidad... Julia y Jhon estaban morreándose como unos perros en celo, joder. Me empecé a poner muy nerviosa y tiré sin querer mi botella de agua.
- ¡Patri! -dijo Ángel. - ¿Qué pasa?
- Qué... qué... qué... cabr... -me controlé. - Qué calor. Hace tanto calor que me estoy poniendo muy nerviosa.
- Sí, es verdad. Será mejor que nos vayamos yendo.
- Avísales de que nos vamos -le dije a Tati.
Ella fue a decirles que nos íbamos, y Ángel y yo abrimos el mapa en el capó del coche.
- Estamos por aquí -dije señalando la salida de Murcia. Ángel se colocó detrás de mí y apretó su cuerpo contra el mío.
- Si vamos ahí, encontraremos algo para pasar la noche -cogió mi mano y señaló un pequeño pueblo que no pillaba muy lejos.
Acercó su boca a mi cuello y lo giré lentamente en busca del beso.
- ¡EH! -dijo Julia cortando el momento. - Eh, gracias por la ayuda -añadió disimuladamente.
La miré y solté una carcajada de superioridad. Ángel se dirigió a meter las mochilas nuevamente en la furgoneta mientras yo me alejé un poco para hablar con ella.
- ¿Qué haces? -susurré agarrándola del brazo.
- Lo que me da la gana -contestó soltándose.
- Puta -dije cabreada.
- Zorra de mierda.
Julia se aproximó a mi boca y me agarró de la cintura.
- Venga, ahora vuélvemelo a decir -susurró despacio.
- Julia, quita... -dije entrecerrando los ojos.
- No quieres que lo haga.
De pronto, se escuchó como el sonido de una pistola había abierto fuego. Miramos rápidamente hacia donde provenía.
- ¡TENEMOS QUE IRNOS, JODER! -gritó Ángel mientras se subía al vehículo.
Corrimos hacia él y escuchamos como los motores de unos coches se acercaban a nosotros.
- ¡Vamos, coño! -grité mientras cerraba las puertas de la parte trasera.
Estábamos asustados, y Ángel nervioso. Aunque él era el que conducía y el que mejor lo hacía, se notaba como la presión se adueñaba de su cuerpo.
- ¡Más rápido Ángel! -ordenaba Jhon.
- ¡Cállate la puta boca! ¡Le vas a poner nervioso! -dije enfrentándome a él.
- ¡La que se va a callar la puta boca eres tú! -Jhon cogió su Glock y apuntó hacia mí.
Me quedé asombrada, sin palabras, y encima no podía controlar mis temblores. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué coño le pasaba por la puta cabeza? Hacía unos días estaba pidiéndome perdón y dándome un abrazo y ahora me estaba apuntando con su jodida pistola. Para colmo, dos coches nos perseguían y estaba apunto de oscurecer.
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Apocalipsis final
Horror¿Adolescentes, zombis y comedia? Este es tu libro. Patri es una chica de 16 años a la que su mayor sueño se le convierte en su mayor pesadilla. Obra registrada en Safe Creative. Cógido: 1502043180002 Licencia: All rights reserved