Capítulo 41: Mariposas

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La 'sociedad' en un apocalipsis zombi no existe. No existen complejos, estereotipos de moda, bellezas... ¿Y lo bien que estaría eso en la sociedad de antes? Todos esos adolescentes deprimidos, con falta de autoestima, sin ganas de salir, y demás problemas, es por culpa de todos los putos cánones de belleza que implicaba una puta marca de ropa, o nosotros mismos...

El sonido de una manada de zombis hambrientos corriendo hacia donde tú estás, es algo así como cuando escuchas esa canción que está tan de moda y que todo el mundo oye pero que tú odias tantísimo y que te da grima.

Pocas cosas conseguían hacerme llorar después de todo lo que había pasado... pero, ¿sabéis por qué me puse a llorar cuando escuché a todos esos zombis venir hacia nosotras? Porque yo estaba tan debilitada, que era imposible pensar que podía ingeniar algo o cargarme a todos esos zombis. Estaba claro que era presa fácil, muy fácil. Encima de todo, Tatiana ni siquiera estaba mentalizada de lo que estaba por llegar, ella seguía sosteniendo la puerta de salida de emergencia, mientras gritaba mi nombre sin conseguir nada.

- ¡Patri! ¡PATRIIIIII! ¡Reacciona, joder! 

Miré a Tatiana, ni siquiera consciente de que lo estaba haciendo. Cogió un palo de escoba y lo puso taponando la puerta.

Se tiró al suelo y empezó a darme pequeñas palmaditas en la cara.

- ¡Vamos, Patri! ¡Vuelve en sí!

Tapé su boca y le hice escuchar lo que se estaba avecinando.

- Vamos a morir... -susurró.

El palo de la escoba se quebró, la puerta de 'Exit' se abrió y los zombis empezaron a entrar.

Cogí mi revólver con la mano derecha y Tatiana me ayudó a levantarme lo más rápido que pude.

Volví a sentir como si alguien me estuviese llamando, algo extraño en mi interior...

Salimos de la tienda de videojuegos, y por la parte izquierda estaba llegando la manada de zombis. Tenía poco tiempo para pensar en algo... demasiado poco. Las dos manadas se iban a juntar, y el ruido estaba atrayendo a más y a más zombis.

Os juro que fue la peor sensación que había sentido en ese apocalipsis. Nunca me había sentido tan impotente, tan basura... no sabía qué hacer, o cómo hacerlo. Esta vez fue diferente, porque en otras ocasiones siempre se me venía algo a la cabeza.

Se notaba que Tatiana disparando era un desastre, no hacía nada más que desperdiciar munición. Aunque teníamos algo a nuestro favor, tenía muy buena forma física.

La galería por donde estábamos corriendo, daba al centro del centro-comercial. En el cual había una fuente y una vidriera enorme en el techo. No tardamos mucho en llegar, y por fin pude ver con algo más de claridad que la que me permitían esas pequeñas grietas en el techo.

- Tati, no puedo seguir más...

- ¡Vamos, vamos, vamos! -decía llevando mi peso.

- No puedo más, sigue tú.

Solté mi brazo de su mano. Cogí mi revólver y me avalancé hacia delante. 

Quizás penséis que hice eso para hacerme la héroe, o porque ya no tenía más ganas de seguir luchando... pero poneros en mi lugar, ¿qué persona podía resistir tanto esfuerzo físico? ni siquiera entendía cómo me podía seguir manteniendo en pie.

- ¡PATRIIIIIII!

- ¡Que corras, Tatiana!

Me giré y Tatiana había desaparecido, pero había dejado una bolsa de armas al lado de la fuente. Empecé a golpearme la cabeza con la mano derecha mientras de vez en cuando disparaba a los zombis, los cuales estaban cada vez más y más cerca de mí.

¿Me estaba volviendo loca? Estaba escuchando mi nombre por todos lados... Pero mirase por donde mirase, no había nadie. Solo zombis que cada vez corrían más.

Mi revólver se quedó sin munición. Retrocedí hacia la bolsa de armas haciendo un cojeo algo particular.

- ¡PATRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! -volví a oír.

De repente, un zombi se tiró a mi espalda mientras yo abría la mochila. Estaba rozándome el cuello, juraría que sentía su respiración si no es porque los zombis no respirán, ¿o sí lo hacen...? Con el codo derecho, empecé a golpearlo. Haciendo la croqueta, empecé a gatear encima de él intentando no rozar su mandíbula. Oí disparos y a la vez volvía a oír mi nombre. Saqué mi revólver del pantalón y lo golpeé contra el cráneo del zombi.

Me quité de encima de él y miré hacia los zombis. La mayoría estaban retrocediendo, dejando el paso libre. E incluso había cuerpos que empezaban a caer.

Saqué una Glock 9mm de la mochila y empecé a disparar -casi sin acertar ya que mi pulso estaba temblando- hacia los pocos zombis que todavía tenían su vista fijada en mí.

Y, entonces, ahí, en ese momento, en el momento en que maté al último zombi, el tiempo se paró. Me levanté, casi sin poder hacerlo. Empecé a zarandear mi cuerpo. Enfoqué la vista. Mis ojos empezaron pestañear intentando identificar entre la poca luz del pasillo de la galería, la silueta que había ahí...

- Patri -volvió a decir.

-sonreí. -Julia... ¡JULIA!

Mi cuerpo se paralizó. Esas mariposas que dice tener la gente en el estómago cuando ocurre algo que te hace feliz, me inundaron. La piel se me puso de gallina a la par que mi corazón iba a mil.

Julia empezó a correr hacia mí, y yo hacía a ella... hasta que de pronto, se cayó. Un zombi agarró su bota y la mordió.

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -grité disparando hacia el zombi del suelo.

¿Por qué? Decidme, ¿por qué? ¿Por qué después de un segundo de alegría, llegan semanas de dolor? ¿Por qué...?


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