Capítulo 8: ''Cuando aprendas a no tener miedo empezarás a disfrutar''

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- ¿Crees en Dios? -me dijo Eli poniendo el desayuno en la mesa.

- Yo solo creo en lo que veo. Y lo que veo es muerte por todos lados.

- Entonces, ¿para ti Dios es muerte?

- Para mí Dios es suerte.

- ¿Qué quieres decirme con eso? -preguntó Eli muy extrañada.

- Quiero decir que hay veces que Dios está ahí y veces que no.

- Pero, ¿crees en Dios o no?

- Te vuelvo a repetir, creo en lo que veo. Si para ti Dios es muerte, entonces sí creo en Dios. ¿Por qué me preguntas esto?

- El cristianismo dice que los muertos resucitarán y los pecadores caerán... Dios ha hecho todo esto. Y además acabas de decir que para ti Dios es suerte.

- Es suerte y muerte, ¿acaso le ves la diferencia a suerte y muerte? Porque yo no.

- Ese hijo de la gran puta ha matado a mi familia.

- Elisabeth, deja de insultar a Dios, porque sinceramente, pienso que es él el que está salvándonos de toda esta mierda.

- Entonces crees en Dios.

- Maldita sea, no entiendes nada.

Esta conversiacón con Eli me hizo pensar muchas cosas. Nunca creí en Dios, siempre he creído en lo que he visto, y aunque estuviera en un colegio de monjas mi psicología me negaba aceptar que un 'Dios todopoderoso' podía decidir quién era pecador y quién era santo. Pero, si no creía en él, ¿por qué yo estaba viva? ¿por qué estaba teniendo tanta suerte? Mi cabeza me contradecía lo que los hechos me decían. Y eso de que el cristianismo decía que los muertos iban a resucitar me había dejado en blanco.

- Buenos días chicas, ¿cuál es el plan? -dijo Alex cuando llegó a la cocina.

- El plan es quedarnos aquí hasta que nos quedemos sin comida, es un buen lugar y no parece que haya peligro -contestó Eli.

- A mí me parece bien, así la niña reza un poquito a su Dios todopoderoso... -contesté irónicamente.

- Maldita estúpida.

- Maldita estúpida tú.

- Me estoy cansando de vosotras, o sois uña y carne o sois perro y gato -dijo Alex.

- Yaya... Voy a salir a ver las afueras de la granja y el pajar -dije para alejarme de la situación.

- Llévate el revólver y ten cuidado. Yo voy a ver si encuentro algo interesante por la casa -dijo Eli.

Cogí mi mochila y mi revólver. Las vistas al salir de la granja eran preciosas, no me percaté de lo bonitas que eran cuando llegamos a ella. Un gran césped verde cubría todo el suelo, el prado era inmenso, a pocos metros había un pajar enorme y justo al lado una furgoneta aparcada que parecía bastante vieja.

Me dirigí al pajar, la puerta era muy grande y de color marrón. Dentro del pajar había 6 celdas con caballos dentro. ¡Eran preciosos! 3 de los caballos eran marrones, uno era blanco, otro marrón canela y uno negro oscuro. Parecían en muy buen estado, seguro que la chica y su padre los cuidaban diariamente. Quise montarme en el blanco, porque me enamoré de ese caballo, pero no podía abrir la puerta yo sola ya que pesaba demasiado, así que fui a pedirle ayuda a Eli y Alex.

- ¡ELIIII, ALEEEEEX, VENIIIIIIIR! -grité mientras me dirigía a la casa. Pero el horrible sonido de unos gruñidos me hicieron retroceder la mirada. A escasos metros de la granja se veía como un grupo enorme de zombis estaba llegando a donde nosotros estábamos.- Joder, joder, vale, tranquila, tranquila, no dispares, tranquilaaaa, deja de temblar, ¿por qué tiemblas? Te vas a caer, relájate y pasa desapercibida. Canta el waka waka y todo pasará. Waka waka, eh eh, putos zombis os mataré -me decía a mí misma mientras iba para la casa.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora