Capítulo 17: Miedo

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Cuando confías en alguien puedes contarle cualquier secreto sin que te importe. Pero hay que saber elegir bien a las personas en las que confiar. Yo sabía que Julia (WIlsa) ya confiaba plenamente en mí, lo supe en el momento que me ayudó con el plan. Pero seamos realistas, en un apocalipsis zombi no deberíamos confiar en nadie, ni siquiera en nosotros mismos...

- ¡Mar, Patri, mar! -dijo Julia.

- Vamos a bañarnos y así se nos irá la sangre.

- ¿Y si nos pasa algo?

- Lo peor que nos puede pasar es que olamos a acetona durante una semana dije riéndome.

Julia aparcó y cogimos una mochila con dos armas y ropa limpia para cada una.
El mar estaba precioso... El agua era totalmente azul cielo; la arena te calentaba los pies, aunque hiciese frío; podías respirar un olor a mar y escuchar como las olas rompían con la arena. Nos metimos al agua y comenzamos a limpiarnos. 

- ¿Por qué quieres ir a Almería? -le dije a Julia.

- Mis padres trabajan allí, o eso me habían dicho...

- A mí me gustaría ir a mi casa, quiero coger alguna foto y ver como está todo.

- ¡Hagamos algo!

- ¿Algo? ¿El qué? -pregunté extrañada.

- ¡Disparemos! Para afinar la puntería.

- No digas tonterías Julia, cada bala malgastada es como una vida desperdiciada. Y además, podrían oír el ruido zombis que merodeasen la zona.

- Los zombis no son peligrosos, solo que nosotros les tenemos miedo.

- Creo que has tragado mucha acetona... -dije echándole agua.

- Patri, solo piénsalo. Son cuerpos que huelen el miedo y lo aprovechan para atacar a sus víctimas, por eso hacen manadas. Cuantos más haya, más miedo causan.

- ¿Sabes? cuando todo esto pasó, me ocurrió algo extraño que tiene sentido con lo que dices -dije saliéndome del agua. - Un día fui al hospital a buscar a mis padres y a mi hermana. Cuando entré todo estaba libre, pero llegué a la habitación donde estaban la mayoría de los muertos. Al verme, salieron corriendo detrás de mí, y yo para salvarme me metí en una habitación. En ella, había un zombi. Él se me quedó mirando y no hizo nada para atacarme, simplemente gruñó y me dejó ir.

- ¿Tenías miedo?

- Tenía ganas de ver a mis padres, solo eso...

- Ahí tienes la respuesta. Por eso yo no disparo bien cuando están atacando a alguien, porque el miedo invade mi cuerpo.

- ¿Me estás diciendo que el valor es un escudo? -dije vistiéndome

- No, no exactamente, pero es una especie de caparazón.

- ¿Por qué sabes tanto de zombis?

- ¿Por qué sabes tú?

- Porque me gustaban.

- Porque quiero vivir -contestó totalmente decidida.

Julia era una gran chica. Se notaba que quería sobrevivir y que cada día aprendía más de ''esas cosas''. Yo me sorprendí de lo madura que llegaba a ser a veces, me estaba abriendo un mundo con sus argumentos.

Después de vestirnos volvimos al coche. Seguimos hablando sobre ese tema y cada vez estaba más impresionada. Llegamos a Almería después de 3 horas, ya que paramos para comer y coger gasolina. Estaba a punto de hacerse de noche y para no hacer ruído decidimos seguir a pie a mi casa.
Todo estaba tan cambiado... Casas abandonadas, basura por todos lados, cuerpos sin alma tirados en el suelo. Duele ver que donde has pasado toda tu infancia está de esa manera.
Por fin llegamos a mi casa, la puerta estaba cerrada así que tuve que hacer de mis maniobras.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora