Capítulo 31: Botín

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Eso de ser la valiente del grupo es algo que no siempre gusta. ¿No os ha pasado que en cierta situación tenéis que dar la cara por todos vuestros amigos y sabéis que todas las culpas caerán sobre vosotros? Y decidme, ¿qué de bueno tiene ser la valiente?

La verdad, solo quería alejarme de ese lugar. Estaba demasiado confusa y aturdida después de lo que pasó.

Pasó una semana después de todo lo sucedido. Salva y Jhon consiguieron gasolina como para ir y volver de esa armería unas 5 veces. Yo estuve varias tardes practicando con el 4x4, porque todavía lo de conducir se me resistía. Y respecto a lo de Julia y Jhon, no se habló nada.

Eso sí, yo empecé a dormir en la habitación de Carmen, una refugiada, y Julia seguía durmiendo en el cuarto. 

- Patri, ¿cuánta munición necesitarás? Estamos escasos... -preguntó Salva en una reunión del Gobierno.

- ¿Cuánta puedo llevar?

- Tenemos...

- No he preguntado cuánta tenemos, he preguntado cuánta puedo llevar -dije cortándole el habla. El silencio en la sala se hizo. - Está bien, ya que nadie habla, haré lo que yo vea. Me llevaré la Galil Airsoft, y 25 balas para mi revólver.

- ¡¿LA AIRSOFT?! ¿ESTÁS LOCA? - dijo Julia.

- ¿Me ves con cara de estar loca? 

- Pesa demasiado, y hace mucho ruido.

- Es rápida, potente, y automática.

- Que no se hable más -dijo Kim.

- Jhon, Salva, preparadme el 4x4. Kim, ve a echar un vistazo al tejado a ver si hay algún zombi. Y yo iré a preparar mi mochila.

Nos pusimos manos a la obra y cada uno hizo su mandato. Equipé mi mochila con dos botellas pequeñas de agua, 4 barritas energéticas, un cuchillo de cacería, las municiones y un pequeño botiquín. Me puse una canana pistolera, metí mi revólver y mi cuchillo de supervivencia.

Todos salieron a la puerta a despedirme.

- Recordad que la unión de grupo es más fuerte que la rapidez. Si pasa cualquier cosa, que nadie se separe -dije montándome en el 4x4.

- Suerte, Patri - dijo Salva.

Miraba y miraba por todos lados, pero no veía a Julia. Puse la mochila y la Galil en el asiento del copiloto y cerré la puerta. Arranqué el motor y toqué el claxon. 

Cada vez se iban haciendo más pequeños, y cada vez estaba más cerca del miedo. La verdad, no iba asustada. Me encontraba bien y convencida de que lo iba a conseguir. Pero tenía la sensación de que algo malo iba a pasar, algo muy malo.

Algo empezó a moverse en el remolque del coche. Intentaba ver qué era por el retrovisor, pero no conseguía visualizarlo. Paré de un frenazo el 4x4 y ese bulto negro se cayó. Cargué el revólver y bajé corriendo.

- Eh, quieta, soy yo -dijo Julia mientras se quitaba una manta negra que le había servido de camuflaje.

- ¿QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO AQUÍ? - dije furiosa.

- ¿En serio pensabas que te iba a dejar ir sola? 

- Julia, ahora mismo te llevo a la fábrica. 

- No me vas a llevar a ningún lado.

- He dicho que vas a volver a la fábrica.

- Que no.

- Que sí.

- Cállate.

- Sube anda, no vas a aprender nunca -dije riéndome.

Después de un rato charlando y conduciendo, estábamos más cerca de la armería.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora