9. ¿Crees en las hadas?

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Termino de agregar un poco de iluminador en mis pómulos para hacerlos más llamativos antes de alejarme del espejo para ver el resultado y sonreír satisfecha.
Mi cabello está recogido en un moño desordenado por encima de mi cabeza, he maquillado mis ojos levemente con tonos azul cielo, delineador y rimel y he cubierto mis labios con un brillo color nude. El vestido de tirantes que llevo es de un verde esmeralda tornasol, que se adapta a las ligeras curvas de mi cuerpo y los zapatos de tacon que mamá coronó con dos grandes bolas de algodón le suman un par de centímetros a mi altura.
En definitiva luzco lo suficientemente sexi sin caer en lo vulgar.
Voy hasta el tocador donde descansa mi teléfono y sin dudarlo me saco un par de selfies, aunque al mirarlas ninguna me convence del todo para postear, así que elijo una que me tome antes de recogerme el cabello, donde me inclino frente al espejo y apunto con la cámara de mi IPhone hacia él, con mi cabello suelto ligeramente despeinado, mis labios recién pintados y mis piernas levemente flexionadas.
No sé ve mi escote pero si da la sensación de que tengo más culo de lo que en realidad es.

¿Crees en las hadas?

Es todo lo que acompaña a la fotografía recién posteada, que no tarda en resi ir un par de me gusta.
—Te ves preciosa —la voz de Alice me hace desviar la mirada hacia la puerta abierta de mi habitación.
Ella también lleva su cabello recogido en un moño desordenado, pero no lleva ni una gota de maquillaje y ya tiene su pijama puesta.
—¿Segura que no quieres ir? —le pregunto de nuevo.
Ella sacude su cabeza.
—Está noche es tuya Tinker Bell
Le sonrío con alegría, a pesar de saber que ella no está del todo feliz.
—Gracias Alice
—Te cuidas ¿de acuerdo? Y por favor, no vayas a abusar con tu consumo de alcohol —ella me mira con los ojos entrecerrados unos segundos antes de chasquear los dedos y asentir—. Zach estará en esa fiesta, le diré que te cuide
—¡No! —exclamo de inmediato—. Tú no vas a hacer tal cosa
Su ceño se frunce.
—Estoy segura de que a Zach no le molestaría
—Pero a mí si —doy un par de pasos para acercarme a ella—. Zach no puede ser mi niñera siempre. No es su responsabilidad y yo no quiero que lo sea tampoco
—De acuerdo, no le diré nada, pero prometeme que permanecerás sobria ¿de acuerdo?
Blanqueo los ojos, pero asiento.
—Lo prometo
Mamá aparece en ese momento detrás de Alice.
—Dios mio, di a luz a Tinker Bell y apenas me estoy dando cuenta
Alice y yo reimos ante el comentario de mamá quien entra de lleno a mi habitación y me sostiene de la mano para hacerme dar una vuelta.
—Si, estas preciosa
—Lo mismo le dije yo —concuerda Alice.
—Pero le faltan las alas, ¡las alas! —exclama mamá quitándolas de la puerta de mi armario para tendermelas—. Ven, te ayudo
Le doy la espalda para que ella pueda enganchar las alas en la tela del vestido de modo que parezca que las alas salen de éste.
—Ya está —anuncia tras unos segundos.
Me giro hacia ambas para verlas sonreír.
—Estás muy, muy preciosa —afirma mamá sin dejar de sonreír—. Romperas más de un corazón está noche
—Que no te escuche papá decir eso
—Hablando del rey... —musita Alice mirando por el pasillo fuera de mi habitación—. Hola Evie
—¿Evie?
Evie aparece junto a Alice, usando un vestido rosa fuerte con un cinturón negro en su cintura a juego con sus zapatos de tacon. Su cabello cobrizo esta suelto, adornado con un moño del mismo color del vestido.
Bombón —digo sonriendo.
Tinker Bell —me dice sonriendo también.
—¿De verdad están disfrazadas? —pregunta papá frunciendo el ceño al tiempo que rodea la cintura de mamá y atrae su espalda contra su pecho—. Porque sólo las veo con vestidos de fiesta, vestidos muy cortos a decir verdad
—Nos vamos —exclamo de inmediato antes de que papá decida que no me quiere dejar salir así—. Estaré aquí a las tres
—Eso espero Alina —refunfuña papá mientras beso su mejilla y la de mamá.
—Lamento no haber convencido a Alice para así dejarlos a solas
—Escuche eso —afirma Alice cruzándose de brazos.
Le sonrío antes de salir de mi habitación seguida de Evie que también se despide de todos. Bajamos las escaleras y salimos fuera de casa, pero antes de ir hacia el auto de su madre que nos espera estacionado en la acera, la con censo de sacarse un par de selfies conmigo.
—Una más —le imploro rodeando su cuello para atraerla a mí.
—Y se acabó, no quiero llegar para tener que regresar tan rápido
—Son las diez de la noche Alina, estoy segura que en cinco horas es bastante lo que podemos disfrutar
—No si sigues reteniendonos aquí
Tomo una última fotografía de ella haciendo una mala cara y finalmente camino hacia el auto. El asiento del copiloto es mi lugar mientras Evie se sie ta tras el volante, enciende el auto y lo pone en marcha.
—Me gustó la foto que subiste con el cabello suelto, creí que te lo dejarías así —murmura mientras conduce.
—No combinaba del todo con el disfraz, solo la tome para ver como se veía el maquillaje ya terminado —explico mientras reviso las notificaciones de instagram.
Un par de comentarios, también unos cuantos me gusta, pero nada de Zach.
Bloqueo el teléfono y me concentro en el nocturno paisaje de los suburbios que se presenta ante mí a medida que Evie conduce hasta la casa de la anfitriona. Afortunadamente cuando llegamos no tiene que estacionar demasiado lejos, pero con todo y eso, hay bastante personas en el lugar y la música estridente se escucha desde la calle.
Nos adentramos entre la multitud entre saludos, intentando adivinar quiénes se esconden tras algunos antifacess y se mueven al compaz de la música entre la oscuridad que sólo es irrumpido por las luces de una bola de discoteca que no sé cómo demonios lograron activar en el techo de la sala, pero es genial.
—¿Quieres beber algo? —me pregunta Evie al oido.
Asiento para no gritar.
Logramos caminar hasta la cocina donde un gran barril de cerveza nos espera.
—Le prometí a Alice que me controlaría esta noche con el alcohol —musito viendo el líquido amarillento en mi vaso de papel.
—¿Por qué lo hiciste? —me pregunta confundida.
—Porque quería decirle a Zach que me cuidara esta noche, eso me molesto y le prometí que estaría sobria
—Pues una cerveza no hará daño, además, creo que la necesitarás —musita mirando sobre mi hombro.
Giro mi cabeza en la dirección en la que Evie está mirando. Es la puerta de cristal corrediza de la cocina que da paso al patio trasero de la casa, donde puedo reconocer a Zach disfrazado de pirata hablando con los gemelos Olson, pero frente a él está la chica que besó en la escuela vestida de conejita sexi rodeando su cuello y besando su mandíbula.
Está apenas unos metros alejado de la puerta, así que puedo ver como ríe de algo que le dice uno de los gemelos antes de volver su rostro en mi dirección. Su sonrisa se borra al instante y el ojo que no tiene cubierto con el parche me estudia de pies a cabeza, haciendo que mi cuerpo se estremezca de manera extraña.
—Mierda —murmura Evie haciendo que la mire.
—¿Qué?
—Zach acaba de mirarte con deseo
—Por supuesto que no —afirmo antes de tomar todo el contenido del vaso en un solo trago.
«Lo siento Alice»
—¿Y tu promesa? —me pregunta Evie cuando ve que me sirvo un segundo vaso y lo bebo de nuevo de golpe.
—Se fue a la mierda —siseo sirviendome un tercer vaso—. Sobria no voy a soportar ver a ese par —admito.
Y mucho menos después de lo extraño que fue ver a Zach mirándome de ese modo tan... Inusual.
—No nos quedemos aquí entonces y vamos a bailar —Evie toma mi mano y camina conmigo arrastrada a la pista de baile improvisada.
Comenzamos a movernos al ritmo de la música electrónica que suena con fuerza en el lugar. Bailamos una junto a la otra, con cuidado de no derramar el vital líquido amargo y amarillento con nuestros movimientos y reímos como estúpidas cada vez que alguna sin querer lo hace, sobre todo cuando la música electrónica se acaba y comienzan a sonar los primeros acordes de Most Girls de Hailee Steinfeld, haciendo que Evie y yo gritemos con locura.
Amamos esa canción.
Siempre la escuchamos a todo volumen cuando su madre le presta el carro para ir a la escuela y la cantamos desde que inicia hasta que acaba y esta noche no será la excepción.
Muevo mis caderas al ritmo de la música, cierro mis ojos y me dejo llevar mientras comienzo a cantar a pesar de que no me escucho en absoluto por lo alto del volumen. Pero siento la canción como mía, la siento en cada fibra de mi ser, en como quiero realmente besar a un chico distinto cada noche para olvidarme de Zach, como también desearía celebrar la vida al máximo solo porque es maravillosa y junto a Evie, mi confidente y mi hermana, lo es todavía más.
Bebo el resto de mi tercer vaso de cerveza antes de abrazarla y cantar con ella el estribillo de la canción entre risas. Sé que a ella el alcohol la domina más rápido que a mí, pero aún es pronto para decir que está borracha. Solo disfrutamos de la música, de poder tenernos entre nosotras y de disfrutar de la noche que apenas inicia.
El estribillo acaba, dándole paso a la segunda estrofa de la canción y Evie y yo la cantamos hasta el final. Cuando acaba, el ritmo del bajo de Butter de BTS me hace chillar y cantarla con fuerza, siendo esta una de mis canciones favoritas de la banda. Sigo moviéndome al ritmo de la música, pero esta vez, unas manos sujetan mi cadera y un cuerpo caliente se pega a mi espalda.
—No creía en las hadas hasta que te vi —exclama en mi oído.
Gabe...
Vio la fotografía, por eso me dice eso.
Le sonrío dándome vuelta entre sus brazos para mirarlo de frente.
—Lastima que no soy de las que cumple deseos —digo antes de comenzar a moverme de nuevo.
Gabe me acompaña sin dudar, me sostiene contra su cuerpo, se mueve de manera sugerente y sexi al ritmo de la música sinn quitar sus ojos de mí y me gusta, me gusta mucho ser el centro de atención para alguien en este momento.
—¿Segura que no cumples deseos? —pregunta en mi oído cuando la canción acaba y una nueva con un ritmo aparecido comienza a sonar de nuevo.
—¿Qué querías pedirme? —pregunto con coquetería, posando mis manos en su pecho.
Dejo de bailar y él también, aprieta su agarre en mi cintura y me acerca a su cuerpo.
—Vuelve a tu niño bonito loco de los celos, mientras yo vuelvo a disfrutar de lo dulce de tus labios
Mis ojos se abren.
—¿Donde está?
—Detrás de ti —dice inclinando su rostro más cerca del mío— y no deja de mirarme como si quisiera asesinarme

4/4

Hasta aquí el maratón baby girls.

Se viene la mejor parte.

¿Como creen que terminará esta fiesta?

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora