16. Juego de darte celos.

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Gabe es bueno besando, muy bueno.
Seduce con los movimientos lentos de su lengua, te provoca con pequeños tanteos intencionales que te hacen estremecer y parece saber el momento justo en el cual succionar mis labios para un efecto extra.
Pero no es Zach, jamás será Zach.
Y me odio por estar haciendo esto.
—Gabe... —susurro separandome de sus labios.
Lo empujo con suavidad, logrando que él me mire confundido.
—¿Qué ocurre?
—Lo siento yo no... No sé si en realidad quiera seguir con esto —musito apenas audible.
No sé si Zach continúa mirándonos, pero espero que no sea así.
Las ganas de llorar me invaden y comienzo a odiarme por haber tejido una red de mentiras que ahora me ahoga de una forma intensa. No sé porque una noche con Zach ha hecho que mis mentiras cobren otro peso, otro significado, haberle entregado mi cuerpo juega en mi contra y el resultado es que ahora ni siquiera puedo utilizar a otra persona para olvidarlo.
—Lo siento Alina, no quise presionarte
—No eres tú —afirmo sonriendo con tristeza—, es todo cosa mía. Lo prometo. Tu solo haz intentado ayudarme pero, mis mentiras comienzan a ahogarme
Gabe suspira, atrayendo mi cuerpo al suyo para rodearlo.
—Estoy aprovechandome de tus mentiras para mi beneficio propio, eso tampoco es muy altruista de mi parte
—No, no lo es
—Igual funciona, porque él no te quita la mirada de encima —susurra en mi oído.
Ni siquiera quiero mirar, no quiero encontrarme con esos ojos que me vuelven loca, que me confunden cada vez que me mira porque ya tengo suficiente por ahora, incluso diría que para todo el mes.
—Zach solo ve en mí a la hermanita de su mejor amiga, a la chica que por alguna razón siente la necesidad de cuidar o mejor dicho, tiene el orden de cuidar dictaminado por mi hermana —expresó alejándome de Gabe—. Así que vamos a dejar de engañarnos y aceptar que no tiene sentido intentar dar celos donde no los hay
—Los hay Parker, puedes creerme
Sacudo mi cabeza, dando un paso atrás.
—No quiero hacerme falsas ilusiones Gabe, pero gracias
Él blanquea los ojos antes de cruzar sus brazos y asentir, regresando a su expresión burlona característica.
—Puedo seguir ayudandote igualmente, pero comenzaré a preguntarte antes de besarte —asegura guiñandome un ojo.
Río sin remedio, logrando que Gabe sonría con suficiencia hasta que posa sus ojos en algo detrás de mí y su sonrisa se borra.
Mi ceño se frunce e intento voltear para ver que lo ha hecho cambiar de humor, pero me sostiene el rostro antes de que pueda hacerlo.
—¿Te acompaño a tu clase? —me pregunta volviendo a sonreír divertido.
Mi ceño se frunce y me safo de su agarre, volteandome para averiguar qué es lo que no quiere que vea. Lo hago para encontrarme con Zach hablando con la chica que lo acompañaba en la fiesta de disfraces, están muy cerca del uno al otro y Zach le dice algunas cosas en el oído que hace que la chica se sonroje y ría con nerviosismo.
Soy incapaz de apartar mis ojos de la escena a pesar de que duele como los mil demonios, porque soy masoquista, porque soy estúpida, porque no importa cuantas veces vea esta clase de interacción entre Zach y otras chicas yo sigo sintiendo lo mismo por él, aunque ahora duele mil veces más que antes.
Intuyo lo que le dice al oído, estoy segura de que el sonrojo de la chica no puede deberse a algo decente proveniente por parte de Zach y él seguramente está usando ese tono ronco y sexi que yo grabe en mi memoria tras un par de horas escuchándolo hablarme del mismo modo.
La chica asiente cuando Zach se aleja y siento la tierra abrirse bajo mis pies cuando sus ojos azules dan con los míos, una sonrisa engreída aparece en sus labios y enredando sus dedos en el cabello de la chica impacta sus labios con los de ella, callando lo que sea que ella dijese y demostrandome a mí que obviamente, lo que sucedió entre nosotros fue un error para él.
Aunque para mí no lo haya sido en realidad.
—Alina, ya basta —me pide Gabe haciendo que deje de mirarlo.
Asiento, entumecida.
Tengo un gran nudo en la garganta, pero sé que si abro la boca, este nudo se soltara de un modo que sería humillante en pleno pasillo.
—¿Te acompaño a tu clase? —repite Gabe extendiendo su mano en mi dirección.
La sostengo de forma dudosa, pero él se encarga de aferrar mi mano a la suya y tirar de esta para hacerme caminar en dirección contraria a donde se encuentran Zach.
Estoy tentada de volver a mirar en su dirección, pero Gabe me rodea los hombros con su brazo impidiendo que lo haga, cosa que agradezco.
—Escucha, no conozco muy bien a Lewis —dice de pronto—, pero si conozco lo que está haciendo y creo que deberías hablarlo con él porque presiento que tu fuiste quien lo inició todo
Mi ceño se frunce y me obligo a tragarme el nudo de mis emociones para poder hablar.
—¿De qué demonios hablas?
—Sé que algo pasó entre ustedes en esa fiesta Alina, así como también sé que algo debió suceder luego para que tú le dijeras que estás saliendo conmigo y de pronto él también se haya unido al juego de darte celos
Me separo de Gabe, sacudiendo mi cabeza.
—Estás imaginando cosas donde no las hay —afirmo—. Zach no está dándome celos, Zach está siendo él mismo besando y coqueteando con cualquier chica que se le atraviese. Es parte de su normalidad donde yo no tengo nada que ver
Lo veo blanquear sus ojos con frustración.
—Eres realmente un dolor en el culo Parker
—Gracias, ya me lo han dicho —espeto.
—¿Y qué harás entonces? ¿Seguirás fingiendo qué salimos?
Suspiro, deteniendome frente a mi aula de clases.
—No lo sé —admito tras pensarlo un poco.
—Piénsalo y me avisas luego, aunque de verdad creo que deberías tener una conversación con él
—Y yo creo que eso sería una pérdida de tiempo, igual gracias por tu ayuda Gabe —musito antes de besar su mejilla—. Te veo luego
Entro en mi aula de clases y voy a mi asiento designado. Evie aún no llega, el aula está así vacía.
Presiono mi frente contra la fría madera, cierro mis ojos e intento pensar en fotografías, dulces y princesas de Disney, lo que sea que mejore un poco mi ánimo, pero apenas cierro los ojos mi mente recrea una y otra vez la imagen de Zach besando a la chica y luego regreso hacia esa noche en la fiesta, pero ahora no soy a mí a quien él le hace el amor, es a ella y yo no soy más que una enferma espectadora incapaz de dejar de mirar o de salir de allí.
—Mierda —siseo cuando siento que alguien me toca y me levanto de un respingo.
Evie me mira confundida.
—¿Estas bien? ¿Que ocurre?
—Me diste un susto de muerte —expreso mientras veo que se sienta en su silla junto a mí.
—Te estaba llamando pero no respondías, creí que estabas dormida
Niego con mi cabeza, antes de volver a dejar caer mi cabeza sobre la madera esta vez, sobre mi mejilla izquierda para poder observar a Evie.
—¿Estas bien? —me pregunta frunciendo el ceño.
—No —susurro—. No quiero volver a ver a Zach
Sus ojos se abren.
—¿Qué pasó?
—Le susurraba cosas sucias a una chica al oído para luego besarla sabiendo que yo estaba mirándolo
—¿Como sabes que le susurraba cosas sucias? —me pregunta.
—Simplemente lo sé —respondo incorporandome—. ¿De verdad es todo lo que vas a decir?
—No, también iba a decir que es un reverendo hijo de puta ¿desde cuando te provoca de ese modo?
—No lo sé, ni quiero saberlo. Estoy cansada de todo esto Evie, de mis mentiras, de sus falsas intenciones, de todo ¿Crees que pueda cambiarme de escuela para no tener que verlo de nuevo?
—De poder, se puede, la cosa es el montón de explicaciones que tendrías que darle a tus padres sin contar el hecho de que tu casa es la segunda casa de Zach, lo tendrías allí metido siempre
—Puedo mudarme contigo y asunto resuelto
—De acuerdo, le diré a mamá que añada una cama extra en mi habitación ¿cuando hablas con tus padres?
Vuelvo a hundirme en mi asiento.
—¿Por qué me tuve que enamorar de él Evie? ¿Por qué no de alguien que si me correspondiese?
—Porque jamás nos enamoramos del chico adecuado, la vida probablemente sería demasiado aburrida si lo hiciéramos —susurra mi amiga justo antes de que la campana que anuncia el inicio de clases suene.


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Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora