14. Arte de magia.

958 116 25
                                    

Mi teléfono vuelve a vibrar en mis manos mientras el nombre de Zach ilumina la pantalla. Me quedo observandolo hasta que deja de vibrar y la pantalla se apaga, para volver a brillar y volver a vibrar segundos después.
Ha sido así los últimos minutos.
Ya perdí la cuenta las llamadas perdidas que tengo de él, también de la cantidad de WhatsApps que tengo sin leer y los mensajes de texto.
—En algún momento tendrás que responder —comenta Evie cepillando su larga cabellera cobriza.
—No, no lo haré —espeto apagando el teléfono.
Evie suspira.
—Necesitan hablar sobre lo que sucedió
Me volteo hacia ella, mirándola con incredulidad.
—¿Quieres que hable con él? ¿Quieres en serio que hable con él para que me diga lo que ya sé y termine de hundir la daga en mi corazón?
Porque así fue como se sintió entender la gravedad del asunto, fue un dolor tan intenso que por poco me hizo derramar lágrimas, que tuve que controlar por estar en la habitación de Alice.
Entender que la facilidad con la que me había salido con la mía es porque él a su vez cumplía una fantasía mientras me imaginaba siendo otra persona, fue realmente decepcionante. Saber que lo que yo atesoraria como uno de los mejores momentos de mi vida ha sido un espejismo donde yo ni siquiera tengo el papel protagonico, es devastador.
—Yo dudo mucho que Zach haya estado contigo pensando en Alice —insiste Evie—. No tiene sentido
—Tiene todo el sentido del mundo Evie —espeto revisando mi instagram en mi ordenador portatil—. Sabemos que Zach muere por ella
—Anoche no estaba con Alice, estaba con otra chica a la que no dudo en abandonar por ti
—Porque Alice se lo pidió —le recuerdo.
—Alice no le pidió que tuviera sexo contigo
—No, eso solo se lo pedí yo como la estúpida que soy —cierro mi ordenador de golpe, sintiendo mis ojos llenarse de lagrimas—. Que estúpida soy
—No eres estúpida, estas enamorada —afirma Evie levantándose de mi cama para acercarse a mí—. ¿Crees que yo no habría hecho lo que tú en tu lugar si Thomas no me lo hubiese pedido? Joder, al menos tienes esa experiencia Alina, yo no siquiera puedo soñar con rozar sus labios
—Deberías comenzar a besar otros entonces
—Es que solo me gustan los suyos —musito hacíendo un mohín.
—Pues obviamente aquí tu y yo estamos enamoradas de un imposible, pero al menos tú tienes tu orgullo intacto —cierto mis ojos, dejando mi frente caer contra el frío ordenador—. Debí haberlo mandado a la mierda cuando me dijo que quería verme besar a otro en lugar de pedirle que me besara a mi
—¿Te arrepientes? —me pregunta.
—No lo sé —admito incorporandome para mirarla—. Había estado en una nube de felicidad hasta que Alice me confesó lo que hizo
—Sigo creyendo que no es posible
Suspiro, blanqueando los ojos.
—Es lo más obvio si lo piensas Evie. Zach jamás se había fijado en mi, jamás me había visto como algo más que un dolor en el culo, que lo fastidiaba y sacaba de quisio y de pronto a la primera oportunidad, no lo piensa dos veces antes de aceptar lo que le pido y hacerme suya —sacudo mi cabeza—. Tienes que haber una razón de trasfondo para eso
—Quizás el hecho de que seas una chica atractiva, que lucía sexi como el infierno anoche y que acaparó muchísimas miradas tuvo que ver
—A veces tu optimismo es desagradable
—Puedo dejar de ser optimista, pero entonces no haría brownies
—No —chilló levantándome—. Prometiste que los harías hoy
—Si sigues quejándote de mi optimismo me iré ahora mismo —se queja cruzándose de brazos.
Río levantándome para abrazarla.
—Eres lo mejor de mi vida, con tu optimismo irritante y tus brownies exquisitos
Ella ríe apartandose de mi lado.
—Eres una manipuladora —espeta dándose la vuelta para salir de la habitación.
La sigo con rapidez, para no perderme de nada. Cuando ella no me está viendo, suelo robar trozos de chocolate y nueces, y en este momento en que mi ánimo está más decaído de lo normal, es realmente necesario.
Me siento realmente triste, enfadada y triste.
Las cosas no dejan de salir mal con Zach, cuando finalmente creo que he dado un paso hacia adelante, la vida me da un empujón hacia atrás, llevándome lejos cada vez más lejos de lo que más quiero en la vida.
A pesar de que en la mañana actúe como una cobarde al huir de él, tenía la esperanza de que algo cambiase entre ambos. Que Zach decidiciera venir detrás de mí, pero no sólo a hablar de lo sucedido, también me habría gustado que nuestra noche significase un poco más para él que lo que en realidad fue, que descubriera que tras nuestra sesión maratón Ica de sexo, algo en su interior se había activado y por arte de magia comenzara a sentir lo que yo siento por él.
Y luego caminasemos agarrados de la mano hacia el atardecer.
Suspiro con pesadez, dándome cuenta lo ridículo que suena eso y ni siquiera lo estoy diciendo en voz alta.
Demasiadas películas de Disney me están jodiendo la cabeza, ir vestida como un hada no significa que haré los sueños realidad, muchisimo menos los míos. No con Zach, al menos.
—Quita esa cara —me pide Evie mientras vierte la mantequilla derretida sobre el azúcar que ya se encuentra en un tazón—, ¿o quieres que tus padres sospechen que algo le sucede a su dulce niña?
—Shh —la cayo mirando sobre mi espalda hacia el sofá donde papá y mamá miran una película.
Por suerte esta a volumen alto y ni siquiera nos miran.
—Si tan mal te sientes, habla con él
—Si tanto te gusta Thomas, habla con él —contraataco.
—Yo hablo con Thomas —me mira ceñuda.
—¿Y le has dicho lo que sientes?
—¿Tu le has dicho lo que sientes a Zach? —contraataca ella.
Vuelvo a mirar sobre mi hombro y de nuevo, mis padres siguen concentrados en la película.
—Harás que me de un infarto
—Contesta mi pregunta —exige rompiendo la cáscara de un huevo.
—No se lo dije, básicamente se le demostré y de una forma donde no hay paso para dudas —musito recordando el instante exacto en que en medio de la oscuridad, los besos y las caricias Zach se detuvo una milésima de segundo, donde yo sólo tuve que asentir para que él continuará subiendo mi vestido hasta dejarme expuesta—. ¿Y de que me sirvió?
—Y aun así, me envías a hablar con Thomas. Eres una amiga fenomenal —ironiza integrando un segundo huevo a la mezcla de harina y azúcar—. Aunque debo admitir que admiro tu valentía Alina
—No lo hagas, no es más que un simple disfraz de mi cobardía innata —afirmo tomando un puñado de nueces.
Evie finge no darse cuenta al tiempo que tamiza harina y cacao sobre la mezcla de líquidos.
—¿Y entonces que vas a hacer? —me pregunta cuando termina de tamizar y esta integrando todo con una espátula—. Porque no podrás esconderte de él eternamente
—Lo sé, pero para el lunes se me ocurrirá algo. Fue algo lindo estar con él Evie pero, no puedo fingir que el sol se tapa con un dedo, ni que Zach por arte de magia de fijará en mí —suspiro, agarrando de un pequeño tazón chips de chocolate—. La realidad es una mierda
—Y que lo digas —concuerda ella arrebatandome el tazón de la manos para agregarselos a la mezcla—, pero me sigues pareciendo admirable. Yo jamás habría podido hacer lo que tu hiciste
—Un par de cervezas más en tu organismo y una habitación a oscuras con ustedes dos solos en la próxima fiesta y las cosas podrían cambiar —bromeo moviendo mis cejas sugestivamente.
Ella blanquea los ojos.
—Eres imposible
Me quedo en silencio observando como vierte la mezcla ya lista en un molde rectangular y lo lleva al horno que se ha estado calentando mientras hacía la mezcla. En cuanto se voltea, me hago con el tazón donde antes estaba la mezcla y paso mi dedo por el residuo que ha quedado, llevándolo a mi boca de gusto el exquisito e intenso sabor del chocolate, gimiendo de placer.
—¿Está bueno? —pregunta papá moviéndose junto a mí.
Asiento tendiendole el tazón para que imite mi acción y él lo hace mientras Evie nos mira con desaprobación.
—Te tocara lavar ese tazón a ti —me señala con la espátula.
—Si es que queda algo que lavar luego de que ese par termine —comenta mamá pasando junto a papá para sacar una botella de agua de la nevera—. Cuando hago galletas, casi se comen la masa antes de que pueda meterla al horno
—Tu masa de galletas es divina, con o sin hornear —aseguro antes de llevar un poco más de mezcla de brownie a mi boca.
—Es verdad —concuerda Evie ruborizandose ligeramente.
—Sigue así Evie y pronto seré yo quien me coma tu masa de galletas —mamá le guiña un ojo mientras toma con su dedo el último recodo de mezcla de brownie—. Ya quiero comer uno
—En un par de minutos estarán listos —asegura Evie recogiendo todo lo que ha utilizado.
—Iré por mi cámara entonces —anuncio saltando de taburete donde estaba sentada.
—Se supone que debes lavar esto —exclama Evie.
—Ya vuelvo
Subo de dos en dos las escaleras, paso junto a la puerta cerrada de Alice sin detenerme a llamarla pues sé que saldrá de allí en cuanto el exquisito olor a brownie inunde la casa y voy directa a mi habitación, sobre el escritorio se encuentra mi Polaroid y la cámara que utilizo para tomar las fotografías del anuario y cualquier otra cosa, una Canon 6D que me regaló papá en mi último cumpleaños.
En cuanto la quito de la mesa, un par de hojas que estaban dejando se caen al suelo y una vuela hacia el interior del armario que se mantiene con la puerta abierta. Dejo la camara sobre el escritorio de nuevo y recojo las hojas, en cuanto voy por la del armario me detengo cuando me encuentro con el bóxer que tomé prestado de Zach temprano cuando no encontraba mis bragas.
Lo dejé allí cuando me desnude para tomar una ducha y ahora lo sostengo entre mis manos al tiempo que retrocedo un par de pasos, recordando el momento exacto en que me deshice de él anoche, cuando yo...
—Eso es mío —gruñe una voz que reconozco al instante haciéndome dar un brinco.
Giro mi rostro hacia Zach para encontrarlo en el marco de la puerta de mi habitación, de brazos cruzados, mirándome ceñudo y luciendo dolido.


Llegó el momento carajo.

¿Como terminará este par?

Dependiendo de sus respuestas, puede ser que me aviente con otro maratón, si señor.

¿Que opinan?

¿Les gustaría?

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora