4. Le gustas a Gabe.

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—Alina —exclama Evie cuando me reencuentro con ella en nuestra siguiente clase—. ¿Donde demonios te metiste?
—Eso podría preguntarte yo a ti —espeto molesta—. ¿Donde te metiste en el comedor?
—Bueno, es que me tope con Julia y me comentó que sus padres estarán fuera el fin de semana y que probablemente hará una fiesta entonces... —su ceño se frunce cuando me termino de acercar a ella—. ¿Estuviste llorando?
Asiento con debilidad antes de pasae junto a ella y entrar a nuestra aula de clases.
—¿Por qué Alina? ¿Qué pasó?
—¿Por qué será? —pregunto con ironía tomando asiento en mi lugar de siempre.
Evie se sienta a mí lado.
—¿Ahora que te hizo el hijo de puta?
Sonrío ante el apelativo.
Evie me conoce mejor que nadie, con ella no tengo secretos, tampoco hay mentiras. Desde que no conocimos siendo unas inocentes niñas queriendo volver locas a sus madres con el juego de las escondidas nos hicimos inseparables. Me ha visto llorar infinidad de veces por Zach, yo la he visto suspirar en la distancia por Thomas y nos apoyamos la una a la otra sin juzgar.
—Él no me hizo realmente nada, quiero decir, solo se fue o eso me dijo Gabe, pero caí en cuenta que realmente no puedo seguir con esto —admito con voz neutra—. Comienza a ser agotador estar en un triangulo amoroso como la cuarta que no tiene cabida por ningún lado
—¿Hablaste con Gabe? —me pregunta perpleja.
Asiento mientras acomodo mi libreta sobre mi mesa, el profesor de literatura no debe tardar en llegar.
—Vino a decirme Sebastian se había ido y a agradecerme por ayudarlo a separarse de Zach temprano
Sus ojos verdes se entrecierran y sonríe de esa manera única cuando trama algo.
—Le gustas a Gabe
Mis cejas se alzan y antes de que me de cuenta estoy soltando una sonora carcajada que hace que todos los demás que comparten el aula con nosotros, me miren como si estuviera loca.
—Evie, siempre sabes como hacerme sentir mejor
—No te lo digo para hacerte sentir mejor, estoy segura de que le gustas
—Creo que el calor del horno comienza a afectar tus neuronas —bromeo haciendo que su ceño se frunza.
—El horno no tiene nada que ver aquí, pero como sigas molestandome no te traeré más galletas
Hago un mohín haciendo que ella blanquee los ojos.
—De acuerdo, te seguiré trayendo galletas pero lo que digo es cierto. ¿De verdad crees que sólo se te acercó para darte las gracias? Ni que le estuvieses dando la cura del ebola
—Evie, a veces las personas solo son agradecidas, no hay nada más detrás de eso
—Pues yo sigo creyendo que le gustas y deberías aprovecharte de eso
Mis cejas se alzan.
—¿Disculpa?
—Quieres olvidar a Zach ¿no? —explica—. ¿Qué mejor que hacerlo con un chico guapo que es todo lo opuesto a él?
—El único inconveniente que yo veo aquí es que realmente no creo que Gabe esté interesado en mí
—Pues haz que lo esté, la fiesta del sábado es la ocasión perfecta
—No sé si quiera ir a alguna fiesta Evie, con todo lo que está pasando...
—Ni hablar —me interrumpe—. Iremos y lo pasaremos en grande. Halloween se acerca, lo que solo se traduce en una cosa
Una sonrisa se forma en mis labios.
—Fiesta de disfraces
—¡Fiesta de disfraces! —exclama justo cuando el señor Styne entra al aula.
—Señorita Collins, ¿es esa la manera de iniciar la clase?
—Lo siento señor Styne —se disculpa Evie mientas yo trato de contener la risa.
Él la mira de manera reprobadora antes de proceder con escribir algo en la pizarra, lo que le permite a Evie volver a centrarse en mí.
—Me he metido en problemas por ti, ahora tienes que ir conmigo si o si
Suspiro con pesadez, no muy convencida.
—Vamos Alina, por favor. Sé que quieres, es más, lo necesitas y lo sabes. Si le gustas a Gabe, aprovéchalo aunque solo sea por una noche
Estoy segura de que no le gusto a Gabe, pero sus palabras si que tocaron una fibra sencible dentro de mi ser y no es algo que pueda olvidarse con una simple fiesta de disfraces y un par de bebidas, muchísimo menos lo es Zach y todo lo que su presencia conlleva. Aunque si realmente quiero olvidarlo de una vez por todas, encerrarme en casa tampoco me ayudará con eso.
—De acuerdo, hablaré con mis padres
Evie me guiña un ojo antes de mirar hacia adelante, justo en el momento en el que el señor Styne vuelve a mirarla de mala manera antes de iniciar la clase.

La mamá de Evie pasa por nosotras al terminar la escuela y me lleva hasta casa, el último lugar donde me gustaría estar justo ahora. No porque no me guste estar aquí, es más bien el hecho de que el jeep de Zach se encuentra frente a nuestra calle, aparcado en la acera, lo que significa que está con Alice.
—¿Quieres ir a mi casa? —pregunta Evie mientras su mamá se estaciona frente al jeep de Zach.
Lo medito durante unos segundos antes de negar.
—Es mi casa, no puedo huir de ella
—¿Huir de que Alina? —pregunta la madre de Evie clavando sus ojos verdes como esmeralda en mí.
—De los deberes —bromeo aliviada de que no nos haya escuchado—. Te veo mañana Evie
—Llámame cualquier cosa —exclama cuando bajo del auto.
La saludo con la mano antes de voltearme y caminar hacia mi casa. Entro en ella para encontrar a mamá en el sofá, viendo un programa de televisión.
—Hola mamá
—Hola cariño ¿que tal la escuela hoy?
—Aburrida ¿que tal el trabajo?
—Entretenido —bromea regalándome su hermosa sonrisa—. ¿Te gustó el almuerzo?
Hago una mueca recordando que no lo comí por estar llorando por Zach, cosa que no pasa desapercibida por ella.
—¿Estuvo mal?
—No, solo no tenía apetito. Pero te prometo mañana comer todo lo que decidas darme —hablo con rapidez mientras subo las escaleras, huyendo de ella.
Jamás le he contado lo que me sucede con Zach, no me he sentido capaz. A pesar de saber que ella lo entendería y me daría su apoyo incondicional, siempre ha tenido esa vaga esperanza de que Zach y Alice fuesen novios, al igual que papá y eso siempre me ha cohibido de contarle como me siento.
Suspiro con pesadez al llegar al final de las escaleras ante el pensamiento, justo en el momento en el que Zach está saliendo de la habitación de Alice.
Esta condenadamente guapo con su cabello rubio echo un desastre, su cuerpo delgado y alto cubierto por una camiseta holgada que no deja ver que tan musculoso está, sus ojos azules brilla de manera extraña cuando nota mi presencia y sus labios se entreabren para volverse a cerrar con rapidez, más lo que más llama mi atención es el cardenal que comienza a formarse en su pómulo izquierdo.
—Alina —susurra cuando los minutos siguen pasando y ninguno de los dos dice nada.
Le doy un leve asentimiento antes de comenzar a caminar de nuevo, dispuesta a ir a mi habitación, pero su mano en mi brazo me detiene de seguir.
—Espera —me pide en voz baja.
Me giro hacia él alzando mi cabeza para poder verlo a los ojos ya que es mucho más alto que yo. Su rostro ahora más cercano me permite ver que en la comisura de su labio también hay un moretón formándose.
—¿Qué quieres? —espeto con molestia.
Tenerlo así de cerca hace mi corazón latir con locura, lo que me enfurece porque él no siente ni la mitad de cosas que yo siento. Al menos no por mi.
—Quería hablar sobre lo que sucedió hoy en la escuela —dice con calma.
Mi ceño se frunce.
—Conmigo no tienes nada que hablar, eso debes hacerlo con Alice. Después de todo, era por ella por quien peleaban
—Ya lo hable con ella —explica con voz neutra.
Asiento, dando un paso atrás, alejándome de su toque.
—Entonces ¿qué haces perdiendo el tiempo conmigo?
—Quería pedirte disculpas, te grite y no fui muy justo contigo, pero al verte con Sebastian...
—De verdad no necesitas darme explicaciones Zach —lo interrumpo—. Entre tú, Alice y Sebastian yo no tengo cabida. Soy una simple espectadora que se encarga de decirle a Alice que se arriesgue a sentir, de decirle a Sebastian que no se rinda con ella y de hacerte la vida más miserable de la que ya es porque no puedes estar con ella
—¿Qué te hace pensar que quiero estar con ella? —pregunta confundido.
Río sin humor.
—Pregúntale a tu moreton —espeto antes de darle la espalda.
—Las cosas no son como tu crees Alina —comenta Zach volviendo a sostener mi mano.
Su tacto caliente hace bombear mi sangre.
Quiero y no quiero alejarme de él.
Quiero que me abrace como lo hace con Alice, al mismo tiempo que quiero alejarme de él para siempre porque me hace daño.
—Sueltame Zach —le pido sin voltearme a mirarlo.
Su agarre en mi muñeca se hace más fuerte por unos segundos, para después soltarme con un suspiro.
Me apresuro a encerrarme en mi habitación sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas al tiempo que me recuesto en la puerta para ver si vuelve a entrar en el cuarto de Alice, pero no oigo nada y creo que es mejor así.
Cierro mis ojos, volviendo a sentirme estúpida por seguir aferrándome a algo que no existe, a algo intangible que no traspasará jamás la barrera de mis pensamientos y fantasías, y de lo que debo comenzar a desligarme para que no continúe haciéndome tanto daño. Porque cada vez que sucede, el daño se intensifica.
Parpadeo con rapidez mirando hacia el techo de mi habitación hasta que las lágrimas desaparecen. Luego voy hacia mi escritorio, enciendo mi ordenador portátil y cuando inicia busco rápidamente en el navegador por tiendas de disfraces.
Evie tiene razón en cuanto a lo de la fiesta, y en cuanto a lo de Gabe...
Creo que también la tiene.

Bueno, ya la cosa se está poniendo buena 😏

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora