38. Mejores amigas.

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—Todos nos miran —musito mientras camino junto a Zach hacia la entrada del edificio escolar.

Su brazo derecho rodea mis hombros y con el izquierdo sostiene mi mochila.

—Por supuesto que nos miran, estas preciosa hoy y yo soy un idiota con suerte por tenerte junto a mí

—Las chicas en definitiva no creen que tengas suerte —comento al reconocer expresiones de odio en algunas de las chicas con las que Zach en un pasado estuvo.

—No los chicos —añade Zach en tanto nos detenemos frente a mi casillero.

Observo a todos darnos miradas de soslayo, otros mirarnos directamente y otros mirándonos de manera que no logro descifrar, y no se porque de pronto tanta atención me da mala espina. Sentirme observada jamás me había causado molestia, hasta ahora, y creo que se debe a lo que crece en mi interior en este momento, en mi vientre, el lugar a donde llevo mi mano de pronto cuando le doy la espalda al pasillo y entierro mi cabeza en el casillero.

Segundos después siento la mano de Zach cubrir la mía, su pecho presionar mi espalda y su cálido aliento acariciar mi cuello.

—¿Qué sucede? —me susurra en el oído.

Me sorprende la rapidez con la que ha notado que ya no estoy tan relajada como hace unos minutos.

—¿Cómo crees que nos miren cuando mi vientre comience a crecer? —susurro.

Zach suspira, estrechandome contra su cuerpo.

—¿Debería importarnos?

Muevo mi cabeza lo suficiente para poder ver sus ojos.

—No lo sé —admito—. ¿Debería?

Zach me hace girar hasta que estoy frente a él.

—No, no debería —afirma acariciando mi mejilla con la yema de sus dedos—. Me tienes a mi y yo te tengo a ti. Nada aparte de eso tiene porque importarnos ¿de acuerdo?

Asiento con lentitud sintiendo mi corazón latir con fuerza. Zach sonríe, antes de inclinarse para besarme.

—Ay no —chilla una voz femenina de pronto haciendo que Zach se separe de mi tras un breve roce entre nuestros labios—. ¿Ahora tendré que ver cada mañana como comparten saliva?

Zach ríe mientras yo entrecierro los ojos en dirección a Evie, quien nos observa con diversión.

—Hola Evie —la saluda Zach separándose del todo de Evie—. Yo ya me iba ¿Te veo en el almuerzo?

Asiento, atrayendolo hacia mí para darle un beso casto que hace a Evie hacer sonido de arcadas. Zach vuelve a reír en tanto se aleja de mí y me guiña el ojo antes de irse.

—Pues parecen muy felices —comenta Evie—, y como no supe nada de ti el resto del fin de semana, asumo que todo fue un mal entendido

Hago una mueca, recordando que Evie es otra persona a quien debo contarle lo que sucede.

—Lo cual no me sorprende —continúa ella cuando no respondo—, porque bueno, a Zach realmente le preocupas y no se ve como el chico irresponsable que no piensa con la cabeza cuando es su aparato reproductor quien lleva las riendas del cuerpo...

Cierro mi casillero de golpe, haciendo que ella se quede en silencio. La miro a los ojos, verdes como esmeraldas mezclados con la confusión de mi acción y no me gusta en absoluto.

—Conmigo lo hizo —dejo salir.

La confusión de sus ojos se intensifica, está vez, su ceño fruncido la acompaña.

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora