31. Retraso.

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No recuerdo cuando fue la última vez que estuve despierta tan temprano un sábado en la mañana, tampoco recuerdo si en algún momento de mi vida llegué a sentir una preocupación tan intensa que no me permitiese pensar en otra cosa, porque en lo único que he pensado desde que hablé con Evie la noche pasada es en la palabra que aún no me atrevo siquiera a decir en voz alta.

Retraso.

Un escalofrío recorre mi cuerpo mientras sentada en mi escritorio tecleo con rapidez en mi computador buscando información sobre períodos irregulares por primera vez en mi vida, y aunque hay mucha información que podría tranquilizarme del todo, no logro hacerlo porque no dejo de pensar en mi primera noche con Zach y la incertidumbre de si usó o no protección está matandome, pero al mismo tiempo, no tengo las fuerzas ni la valentía para preguntárselo.

¿Como podría después de tanto tiempo?

¿Siquiera lo recordaría?

Observo de nuevo la pantalla de mi computador donde el último artículo que leí sobre la ovulación en ciclo irregular permanece abierto. Releo las palabras donde dice que la ovulación continúa siendo aproximadamente quince días después del primer día de sangrado y mi corazón vuelve a acelerarse, obligándome a alejarme de mi escritorio.

Sé que no es un calculo exacto, pero guiada por lo que me dijo Evie anoche, la posibilidad de que la noche de la fiesta yo estuviese ovulando es alta.

Muy alta.

Gimo con frustración y encorvo mi cuerpo lo suficiente para que mis brazos rodeen mi vientre. Cierro mis ojos rogando porque mi útero esté completamente vacío, que el endometrio esté a punto de desprenderse y pronto me pueda estar desangrando de manera natural como lo hago cada mes desde que comencé a ver mi periodo.

De lo contrario, estaré completamente jodida.

Muy jodida.

El teléfono vibrando sobre mi escritorio llama mi atención, deteniendo mis plegarias y mi autocompasión. Me acerco de nuevo a la silla y tomo asiento antes de responder la llamada de Evie.

—¿Qué haces despierta un sábado a esta hora? —pregunta tras saludarla.

—Básicamente no he dormido nada y me he atiborrado de información en Google, mientras rezo plegarias para que esto no sea más que una pesadilla

—Estoy segura de que lo es ¿no dijiste que estaban siendo cuidadosos?

—No recuerdo que si lo fuimos la noche de la fiesta de disfraces Evie, te lo dije anoche —le recuerdo.

—Y yo te recuerdo que solo debes preguntárselo —insiste—. Si tienes un retraso, la primera persona que debe saberlo es él

—No sé cómo decírselo —explico levantándome de la silla—. Si esto resulta ser solo un pequeño mal entendido, las cosas se pondrán tensas, pero si resulta ser algo más... —me quedo en silencio.

¿Que sucederá si es algo más?

¿Que pasará si mi retraso se debe a...?

Sacudo mi cabeza.

—Alina, independientemente de lo que esté sucediendo en tu organismo, Zach tiene que saberlo. Si resulta ser algo serio...

—No puede ser —la interrumpo.

—Sé que no quieres que sea, ¡yo tampoco lo quiero! —exclama en voz alta—. Pero tienes que prepararte para cualquier escenario, contando con él por supuesto. Después de todo, los dos juntitos ocasionaron esto, no sólo tú

—Evie, no estás ayudándome

—Te estoy diciendo exactamente lo que tienes que... ¿Erick?

Mi ceño se frunce.

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora