30. Miedos e inseguridades.

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Respiro con profundidad, cierro mis ojos e intento recordar cuando fue mi último periodo, pero la verdad es que no lo logro.

Siempre he sido tan irregular que no me tomo la molestia de anotar en mi teléfono las fechas, sumándole a esto que tampoco era activa sexualmente no veía la necesidad. Mi periodo llegaría cuando tuviese que llegar y ya.

Pero ahora es distinto.

Zach y yo lo hemos hecho varias veces, pero en todas él ha usado protección, él lo dijo y yo lo he visto. Excepto por la noche de la fiesta, esa noche estaba todo tan oscuro a nuestro alrededor que no lograba ver nada además de que mis sentidos no estaban del todo activos gracias a las cervezas.

—Mierda —siseo dejando el paquete de tampones a un lado.

Comienzo a desesperarme y siento que el aire me falta, por lo que comienzo a respirar con profundidad mientras abro los ojos, encontrándome con mi reflejo en el espejo, uno que muestra preocupación en grandes cantidades.

—Todo está bien, todo está bien —me digo a mi misma en tanto consigo finalmente el peine y comienzo a desenredar mi cabello.

Zach ha usado protección siempre, él mismo lo ha dicho, estoy segura de que en esa fiesta también lo hizo. Sigo sin poder recordar cuando fue mi último periodo y si sigo preocupándome de éste modo llegaré a un punto en el que mi propio estrés me jugará una mala pasada.

Necesito calmarme y pensar con la cabeza fría, si no logro recordar seguramente Evie si pueda, o incluso Alice, por lo general nuestros ciclos llegan a ser relativamente iguales, aunque yo siempre termino por adelantarme o atrasarme a ellas por mi irregularidad.

Tomo una última respiración profunda antes de asentir, sintiendo mis nervios calmarse relativamente.

No puedo ahogarme en un vaso de agua, no puedo pensar en ideas estúpidas cuando por primera vez en mi vida me siento tan feliz que podría incluso regalar esa felicidad.

Una felicidad que podría desvanecerse entre mis manos si tuviese que preocuparme de verdad por algo que no me quiero ni imaginar.

***

—Alice —llamo su atención.

Ella deja de mirar la televisión para mirarme.

Estamos solas en la sala luego de la cena, ya que papá y mamá subieron a su habitación como de costumbre.

En toda la cena la constante sensación de que algo no va bien no me abandonó, a pesar de que me repito a mi misma una y otra vez que eso no me ayudará en nada, no puedo evitarlo.

Ideas y pensamientos no muy agradables rondan mi cabeza, unos donde mi futuro no es como lo había imaginado y el de Zach se ve jodido a causa de ello.

Estoy siendo extremista y en gran parte, paranoica, pero incluso sabiendo eso, no puedo dejar de atormentarme y es por eso que decido preguntarle a Alice por su última menstruación, pero en cuanto me mira y me pregunta que sucede, me arrepiento de inmediato.

—¿Cómo te sientes? —dejo salir en lugar de la pregunta que realmente quería hacerle.

Su ceño se frunce.

—¿De qué hablas?

—De Sebastian —dejo salir su nombre sin pensar demasiado.

Alice me observa largos segundos, antes de suspirar.

—Ha estado llamando —confiesa en un susurro.

Mis ojos se abren.

—¿Y qué te ha dicho?

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora