27. Juntos.

851 99 6
                                    

—En serio, eres una afortunada —suspira Evie de pronto.

—¿Ah si? —la miro mientras saco mi mochila del casillero—. ¿A qué ha venido eso?

—Pues es que lo eres —afirma sin mirarme mientras alza su manos para comenzar a enumerar—. Tienes unos padres que todas desearíamos tener, el chico del que haz estado enamorada siempre corresponde tus sentimientos, además es un idiota encantador que sabe como actuar ante los problemas y encima, ya están juntos en todo el sentido de la palabra y lo hace de maravilla

Río ante la ocurrencia de Evie mientras caminamos por los pasillos de la escuela, que se encuentran casi vacíos en su totalidad. Hace más de una hora que terminaron las clases, pero Evie y yo nos quedamos hoy en la sala del anuario.

—Tu también tienes buenos padres, Evie —le recuerdo, aunque los ve menos que yo a los míos.

Su padre trabaja para una empresa que lo hace viajar constantemente fuera de la ciudad y pasar noches fuera. Por lo que en su mayoría son Evie y su mamá.

—Y Thomas...

—Es un caso perdido... —ella vuelve a suspirar—. Tengo que aceptarlo ya

—Evie...

—No, hablo en serio —afirma—. Lo que te sucedió a ti no tiene porqué sucederme a mí, además, soy demasiado tímida para hablar con él siquiera

—Pero son vecinos, te lo he dicho mil veces: aprovecha eso

—No puedo, no consigo que decirle cada vez que lo tengo en frente. Me quedo en blanco, mi piel se torna del mismo color que mi cabello y me convierto en el centro de burlas de Erick —su ceño se frunce—. ¿Tienes idea lo fastidioso que puede llegar a ser?

—No, los gemelos son tus vecinos no los míos —le recuerdo entre risas.

Evie resopla al tiempo que nos dirigimos a la salida de la escuela.

—Además, no entiendo porque si son idénticos con Erick hablas con total naturalidad y con Thomas no —continúo.

—Porque Thomas es un sol, tímido y caballeroso. Erick es todo lo contrario a él —dice mi amiga—. De pequeños, Thomas era la clase de niño que te invitaba a jugar al arenero, Erick el que cuando te veía cerca te empujaba adentro sin reparos

Suelto una carcajada ante esto, ganandome una mirada de odio de Evie.

—Lo siento, es que, no puedo no reír ante la imagen ¿de verdad te hizo eso?

—Incontables veces —responde a mi pregunta.

Sacudo mi cabeza mientras siento el sol golpear mis mejillas, al igual que una brisa ligeramente fría. El estacionamiento se encuentra prácticamente vacío, excepto por un jeep que reconozco a la perfección con un solo vistazo.

—Creí que Zach se iría para llevar a Alice —comenta Evie en mi oído.

—Así es —musito mientras veo a Zach bajar del jeep, rodearlo y cruzarse de brazos para esperar a medida que me acerco a él.

Su sonrisa hace acto de presencia cuando estoy lo suficientemente cerca y es inevitable no devolvérsela cuando me mira como si nada más en el mundo importara a parte de mí.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando me detengo frente a él.

—Quería verte —explica tomando mi mano— y asegurarme de que no haz cambiado de opinión

Mis ojos se abren.

—¿De opinion?

—Sobre nosotros, continuar... Juntos

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora