19. La verdad.

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—Esto es ridículo, yo no debería estar aquí —chilla Blaire entrando al salón de detención.
La paz momentánea que el aula vacía me había brindando por algunos minutos se evapora al escuchar su voz, que viene aderezada con una mirada cargada de odio en mi dirección.
Le sonrío de vuelta señalando su mejilla derecha donde se puede notar un par de razjuños que no sé cómo llegaron allí pero disfruto enormemente ver a sabiendas de que fui yo quien los puso allí.
—Eres un animal —sisea señalandome.
—Lo dice la perra frívola —espeto de vuelta.
—Ya basta —exclama el señor Murray con voz grave pero fuerte—. Mientras estén aquí las quiero en silencio, si no quieren sumar una semana entera a su castigo
Suspiro con pesadez, busco mis audífonos dentro de mi bolso y comienzo a escuchar música mientras acomodo mis pies sobre la silla contigua. Why de Sabrina Carpenter se reproduce con fuerza en mis oídos cuando por el rabillo del ojo observo a Zach aparecer en el umbral de la puerta.
De nuevo su rostro tiene leves tonos morados gracias a los golpes de Sebastian, y de nuevo, eso no le quita en absoluto su maldito atractivo. Me quedo embelesada mirando sus facciones, notando como escanea el aula vacía hasta que sus ojos dan conmigo y comienza a acercarse a mí a paso rápido.
Miro hacia otro lado de inmediato y comienzo a tararear la canción como si no supiese que él está sentándose frente a mí, como si su presencia no me causara absolutamente nada y su mirada fija no se sintiera como un lacer atravesandome, cuando la verdad es que genera eso y más.
Me renuevo incomoda a medida que los minutos pasan y continúo sintiendo sus ojos en mí. No entiendo porque su insistencia, que es lo que busca o qué es lo que quiere ganar de este modo, por lo que termino devolviéndole la mirada cuando ya no lo soporto más, enarcando una ceja en una interrogante silenciosa a la que él responde con su mejor sonrisa triunfante.
—¿Qué es tan gracioso? —lo cuestiono deshaciendome de un audífono para escuchar su respuesta.
—Me estaba preguntando cuanto tardarias en voltearte a verme
—¿Qué tiene eso de gracioso?
—La forma en la que me miras como si quisieras asesinarme, eso me resulta un poco gracioso ahora teniendo en cuenta que hace unas cuantas noches no podías mantenerte alejada de mí
Siento mis mejillas encenderse y de inmediato miro a mi derecha donde Blaire parece sumida en su IPhone, completamente ajena a nosotros, el señor Murray lee un libro y Sebastian aún no aparece.
—¿Estás loco? —susurro volviendo a mirarlo—. ¿Cómo se te ocurre sacar el tema ahorita?
—Pues es la primera vez en días que puedo estar así de cerca de ti, y la ves que intenté hablar contigo en tu habitación...
—No tenemos nada de que hablar Zach —lo interrumpo—. Lo que pasó fue un error, te lo dije
—¿Y porqué sigues guardando mi ropa interior en tu armario como una clase de trofeo? —me cuestiona enarcando una ceja del mismo modo en que yo lo hice antes.
De nuevo siento mis mejillas arder.
—¿Cómo sabes...? —mi ceño se frunce—. ¿Entraste a mi habitación?
—No, pero tu reacción acaba de confirmar mis sospechas —su sonrisa me irrita y me hace babear a partes iguales—. ¿No vas a devolvermela?
—No, voy a quemarla —espeto cruzandome de brazos.
Su sonrisa se ensancha mientras se inclina sobre la mesa y descansa su cabeza sobre su mano derecha.
—Yo no haré eso con tus bragas
Jadeo ante su descaro.
¿Quien demonios es este chico y donde está Zachary Lewis?
Antes de que pueda preguntarlo, la puerta del aula vuelve a abrirse mostrando un Sebastian que luce más oscuro de lo habitual. Su rostro también va adornado por varios moretones, su cabello está despeinado y sus ojos demuestran rabia pura.
—Señor Lane, llega varios minutos tarde —expresa el señor Murray.
—Un problema más... —espeta Sebastian mientras ignora las señas de Blaire y se acerca a mí.
Mi cuerpo se tensa mientras veo como Zach frunce su ceño, sus labios y sus manos se vuelven puños.
—Estás en mi asiento —señala Sebastian ignorando a Zach para sentarse detrás de mí—, y eso me recuerda que la primera vez que tu hermana estuvo aquí también lo hizo
—No voy a levantarme, como sé que ella tampoco lo hizo —señalo volteando mi rostro para mirarlo.
Una sonrisa apenas perceptible aparece en sus labios, pero desaparece con rapidez mientras asiente.
—Tienes razón, también fue un poco grosera ese día
—Tendría sus razones, eres un idiota —afirmo volviendo a mi posición inicial. Frente a mí Zach ha decidido imitar mi acción de escuchar música.
Lleva sus audífonos y desliza el dedo por su IPhone sin mirarme.
—Lo sé Alina, sé que soy un idiota —habla Sebastian detrás de mí—, y sé que no merezco a Alice, créeme que lo sé, pero eso no ayuda en absoluto a que lo que siento por ella desaparezca y ella, parece muy decidida a no dejarme demostrarle que es
Suspiro, dándome vuelta para mirarlo de nuevo.
—¿Y qué esperabas? Ibas a mentirle en su cara, traicionaste su confianza, eso no es algo que arreglas con un simple te quiero Sebastian
—¿Y qué se supone que debo hacer?
—Si de verdad la quieres como dices, demuéstralo, pero con hechos no con palabras —señalo a Blaire con disimulo—, y aléjate de esa maldita bruja de una buena vez
—Eso he hecho, pero se las arregla para estar cerca siempre
Sacudo mi cabeza, negando con desaprobación.
—Las excusas no te ayudarán a recuperar a Alice y si soy honesta, no sé ni para qué te aconsejo como hacerlo
—Por qué en el fondo sabes que la quiero y que ella me quiere a mí, y eso volvería a darte paso libre con tu niño bonito
Mi ceño se frunce ligeramente pero con la misma rapidez que eso sucede, el entendimiento me golpea.
—Gabe te lo contó
—No hizo falta, puedo ser muy observador y jamás me tragué toda esa farsa de relación —inquiere haciendo comillas con sus dedos.
Miro hacia Zach presa del pánico, temerosa de que haya podido escuchar lo que Sebastian dijo, pero él continúa pendiente de su IPhone al tiempo que mueve su cabeza al ritmo de la música, sin prestarnos atención alguna.
Su cambio de aptitud me confunde.
Pasó de provocarme con descaro a ignorarme por completo, aunque agradezco esto último, ya que lo último que quiero es que se entere de mi pequeña mentira.
—¿Por cuánto tiempo más vas a estar fingiendo, pequeña Parker?
—Ese no es tu asunto —sentencio cruzandome de brazos.
—Tienes razón, no lo es, pero es divertido observar
—Eres un idiota Sebastian —siseo con molestia brindándole una mirada cargada de odio.
Su sonrisa ahora es más abierta que antes.
—Eso ya lo habías dicho —canturrea sin dejar de sonreír.
—Espero que Alice no te perdone jamás
—Créeme que lo hará —afirma relajando su cuerpo contra el respaldo del asiento.
Blanqueo mis ojos ante su actitud prepotente y desvío mi mirada hacia otro lugar, topandome con la mirada cargada de odio que irradia de los ojos color chocolate de Blaire.
La ignoro volviendo a concentrarme en la música y cruzo mis brazos sobre la mesa frente a mí para luego presionar mi cara contra estos. Cierro mis ojos, dejando que la música fluya, ignorando todo a mi alrededor, ansiando que los minutos pasen a la velocidad de la luz y pueda irme a casa donde seguramente mamá y papá me esperaran con un nuevo castigo ya preparado.
Es lo mínimo que podrían hacer después del escándalo que forme.
Casi meto en problemas a Alice.
Casi le arranco el cabello a Blaire, aunque eso sí que lo disfrute.
Una sonrisa se forma en mi rostro de solo recordarlo, pero se esfuma rápidamente cuando recuerdo que la satisfacción me costará mi libertad.
Maldita bruja.
Si tan solo hubiese tirado con más fuerza, un poco de su cabello en mi mano habría marcado la diferencia.
Los minutos pasan sin que cambie de posición.
No quiero ver a nadie, no quiero ni saber que existen, solo escucho la música y mis pensamientos por lo que parece una eternidad, hasta que siento como alguien toca mi hombro, logrando que de un brinco en mi asiento para ver al señor Murray de pie frente a mí.
—El castigo ha terminado señorita Parker, puede irse ya a casa
A mi alrededor, ya no hay nadie.
Todos se han ido a excepción del señor Murray que me observa con detenimiento, a la espera de que abandone el lugar para poder marcharse finalmente a casa.
Le sonrío como puedo mientras recojo mis cosas y salgo de allí para dirigirme hacia la salida de la escuela. Una larga caminata me espera de aquí a casa, ya que no deje que Evie me esperara. Ella no tenía porque quedarse como si estuviese castigada.
El estacionamiento se encuentra casi vacío, a excepción de algunos autos que probablemente pertenecen a los que entrenan en el equipo de basquet, los cuales se quedan hasta entrada la tarde practicando. Lo sé porque he tenido que tomar algunas fotos para el anuario.
Camino por la calle hacia mi derecha, el camino más rápido para ir a casa completamente ajena a mi alrededor. El sol no es tan molesto en otoño ya que una fría brisa lo hace más aceptable y me encuentro disfrutando de como las hojas en su mayoría ya son de tonos naranja y café, marcando un nuevo otoño en la ciudad que me vio nacer.
Y que también vio nacer a Zach...
Es difícil no pensar en él cuando su jeep se detiene de pronto a mi izquierda y hace sonar el claxon para llamar mi atención.
—¿Qué ocurre? —pregunto en cuanto la ventana del copiloto desciende, permitiéndome verlo.
—Sube, te llevo a casa —indica mirándome fijamente.
—Puedo caminar —musito señalando con mi cabeza el camino.
—Puedes, pero también puedes venir conmigo
—Zach...
—Me porte como un idiota hace un rato, lo sé y lo siento —me interrumpe—, pero quería una reacción de tu parte. Estoy cansado de la ley del hielo que me haz obligado a cumplir desde que tu y yo... Bueno, ya sabes
Asiento, sin decir nada más, porque no sé qué pueda decirle que aligere un poco las cosas. Después de todo, son una total mierda.
—Vamos Alina, por favor sube —me pide de nuevo—. No hablaré el resto del camino si no quieres
Sus ojos me imploran y eso es algo a lo que no me puedo resistir, por lo que termino cediendo tras un par de segundos donde solo nos miramos mutuamente.
Subo al jeep y él lo pone en marcha apenas cierro la puerta junto a mí. Mantengo mi vista al frente por los siguientes segundos, donde ninguno de los dos dice nada y el silencio se torna tenso y asfixiante, haciendo que me arrepienta de haber aceptado venir con él. Sin embargo, soy incapaz de romper ese silencio, hasta que veo que se desvía del camino a casa.
—¿Por qué te haz desviado? —pregunto confundida, volteando mi rostro para mirarlo.
Él me regala una leve mirada antes de volverla al frente.
—Te dije que no hablaría el resto del camino y pensaba prometerlo pero ya no podemos seguir así Alina, no quiero seguir así —sentencia con firmeza—. Es hora de que hablemos con la verdad


Hasta aquí el maratón baby girls.

Espero les haya gustado, y espero ver muchos comentarios si están tan ansiosas como yo por saber que hablara este par 🙈🙈

Las amo mil. Gracias por leer la historia.

No olviden que en mis redes siempre subo edits, adelantos y de todo un poco, así que para que no se pierdan de nada siganme en ig como almygbnovelas y no se pierdan de nada.

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora