39. Desearía.

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—¿Estás lista? —pregunta mamá entrando a mi habitación.

Me devuelvo la mirada desde el tocador donde termino de aplicarme un labial en un tono rosa pálido que combina a la perfección con el tono de mi vestido.

—Si, lo estoy —le sonrío intentando darle veracidad a mis palabras, porque la verdad es que no me siento lista en absoluto.

Hoy es la cena con los padres de Zach, también es la noche en la que ellos se enterarán que Zach y yo estamos juntos.

—¿Nerviosa? —inquiere mamá posicionándose detrás de mi para dejar sus manos sobre mis hombros—. No tienes porqué Alina, Samantha y Walter estarán tan complacidos como tú papá y yo lo estamos

Trato de sonreír, pero mi intento se queda en una simple mueca que no pasa desapercibida para mamá.

—¿Acaso sucede algo más? —me cuestiona apretando mis hombros ligeramente.

Desearía decirle.

Desearía contarle lo que me ha mantenido despierta hasta altas horas de la noche los últimos días.

Desearía poder buscar refugio entre sus brazos y volver a sentir paz.

Desearía que su consuelo me ayude a creer que todo estará bien.

Pero nada de eso sucederá.

Por mucho que lo desee, la verdad es que por primera vez mamá no será mi refugio. La noticia de que será abuela la destrosara, lo sé, porque no importa cuán incondicional sea el apoyo de una madre para con sus hijos, saber que tu hija adolescente está embarazada tiene que decepcionarte.

Instintivamente llevo mi mano a mi vientre pensando en que yo definitivamente lo estaría si me tocase vivir una situación así.

—¿Tienes calambres? —pregunta mamá al ver que mi cara se retrae en una mueca.

Asiento dejando caer mi mano, agregando una mentira más a la larga lista.

—Bueno tesoro, toma un analgésico y cambia esa cara. Todo estará bien, si es solo eso lo que te tiene de ese modo

—Lo es —susurro volviendo a sonreír.

Esta vez logro convencer a mamá quien se inclina para dejar un beso en mi cabeza.

—Tómate el analgésico —me insta antes de dejarme sola.

Tomo una profunda respiración antes de volver a llevar las manos a mi vientre. Lo acaricio con lentitud, pensando en cómo algo que ni siquiera se nota pronto le dará un giro total a mi vida entera, a la de Zach y a la de todos a nuestro al rededor.

—¿Estás pensando en finalizarlo?

La voz de Alice me hace dar un respingo antes de a través del espejo, verla en el marco de la puerta abierta de mi habitación.

—¿Finalizar qué? —pregunto confundida.

Ella mira hacia el pasillo antes de dar unos pasos hacia mí.

—El embarazo —susurra haciendo que mi piel se erice.

Sacudo la cabeza al tiempo que me pongo de pie, confundida por su pregunta. No es una que me habría esperado escuchar de su parte y debo admitir que es algo que ni siquiera me ha pasado por la cabeza y por la de Zach tampoco pues no lo ha puesto como opción en ningún momento desde que se enteró de esto.

—¿Tu lo harías? —la cuestiono.

Ella abre sus ojos, antes de negar.

—No, no lo haría, pero no soy yo quien tiene ese problema en sus manos

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora