22. Completamente perdida.

946 98 8
                                    

—Me tengo que ir —susurro alejándome de Zach.

De inmediato sus brazos me rodean y me traen de nuevo a su cuerpo desnudo.

—Quince minutos más —me pide buscando mis labios.

Sonrío entre besos sintiéndome feliz, realmente feliz, de un modo en que no me había sentido en mucho; mucho tiempo y todo se debe a él. El chico con quien siempre he soñado en la oscuridad, en el anonimato y que ahora me mira del mismo modo en que yo lo miro a él: completamente perdida por él.

—Si sigues mirándome así, te haré mía de nuevo —advierte mientras su mano acaricia mi costado derecho.

Cierro mis ojos disfrutando de sus caricias.

Entre sábanas blancas y las mullidas almohadas que adornan su cama matrimonial, donde hemos sido uno solo las últimas horas, no me molestaría que continúe siendo así, pero sus padres llegarán pronto y los míos deben estar esperándome en casa, al menos mamá quien seguramente ya debe saber sobre mi nuevo castigo gracias a Alice.

—De verdad me tengo que ir Zach —susurro cuando se cierne sobre mi.

—Lo sé —afirma presionando su frente contra la mía—. Aunque saberlo no quiere decir que lo entienda

—Tus padres llegarán pronto y no quiero que me encuentren así

Zach hace una mueca antes de hacerse a un lado, lo que me permite salir de la cama, y lo hago con rapidez antes de que vuelva a cambiar de opinión. Me visto ante su atenta mirada, que no se pierde ninguno de mis movimientos.

—Deberías vestirte —musito cuando termino de acomodar mi camiseta en su lugar.

Me siento en el borde de la cama para colocarme las zapatillas y él no pierde el tiempo para rodearme con sus brazos y acariciar mi cuello con su aliento.

—Y tu debiste quedarte desnuda un rato más

Ladeo un poco el rostro para encontrarme con sus ojos azules.

—De verdad no quiero que tus padres nos encuentren de este modo —afirmo.

Él asiente, dándome un beso en la frente antes de alejarse.

Termino de acomodar mi cabello en el espejo que tiene en la puerta de su closet, viéndolo caminar de un lado a otro con solo su jean puesto mientras intenta darle un poco de orden a su habitación, recogiendo sábanas, almohadas y tres pequeños cuadrados color plateado.

Siento mis mejillas arder y una sonrisa estúpida se forma en mi rostro al recordar...

—¿En que piensas? —su voz me hace concentrarme de nuevo en él a través del espejo.

—En la noche de la fiesta —explico dándome vuelta.

Zach cubre su pecho con una camiseta de un azul tan claro como sus ojos. Su ceño está ligeramente fruncido cuando termina lo que me confunde un poco.

—¿Qué ocurre?

—Esa mañana desperté sin ti a mi lado —dice acercándose a mí—. Fue algo realmente horrible

—Lo siento —me disculpo posicionando mis manos en su pecho—, de verdad

—Lo sé nena, lo sé

Sonrío ante el apelativo, uno que lo he escuchado decir infinidad de veces antes, dedicado a una gran cantidad de chicas y que en su momento me dio ganas de vómitar, ahora me encanta.

—Dilo otra vez —pido pegando nuestros torsos.

Una sonrisa engreída divide su rostro.

—¿Nena? —finge no entender y eso me hace sonreír más mientras asiento con lentitud—. ¿De verdad quieres que te llame nena?

Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora