17. Enredo de corazones rotos.

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Los días pasan y mi farsa sigue.
En la escuela, trato de evitar a Zach tanto como puedo, en casa, si él está me encierro en mi habitación. Nadie hace preguntas, tampoco cuestionan el que Zach y yo no podamos estar en la misma habitación por más de cinco segundos.
Me he recluido a almorzar en la sala del anuario porque en la cafetería, ver a Zach con la chica que no se aleja de él ni un segundo sentada en sus piernas comenzó a ser repulsivo para mí y aunque Gabe hace de todo por distraerme, haciéndome reír con sus bromas, la verdad es que simplemente no puedo soportarlo más.
—No podemos pasar el resto del año almorzando a escondidas —sentencia Evie entrando a la pequeña sala del anuario con la bandeja que contiene su almuerzo.
—Tú puedes comer en la cafetería Evie, lo sabes
—¿Y dejarte sola aquí? Ni hablar. No es algo que haría una mejor amiga
Le sonrío mientras veo como se sienta frente a mí, en el gran mesón de la sala.
—¿Viste a Alice? —pregunto recordando que ella tampoco ha estado almorzando en la cafetería para no ver a Sebastian.
—No, seguramente está en la biblioteca. Ustedes dos son tan parecidas y tan diferentes en ciertos aspectos —musito pensativa antes de comer de su ensalada.
—Aunque ella no tiene que ver a Sebastian con Blaire o con cualquier otra chica —mi ceño se frunce—. La verdad es que no comprendo porque el idiota no insiste en hacer que ella lo perdone
—Porque es un hombre, son idiotas por naturaleza y la mayoría del tiempo, no piensan con la cabeza correcta
—Un pensamiento muy profundo para una chica virgen —bromeo logrando que me mire de muy mala forma.
—Es lo que escucho decir siempre a mamá —explica— y viendo lo que sucedió entre Zach y tú, creo que es verdad
Hago una mueca ante la mención de la noche que me persigue en sueños antes de tomar un bocado de mi almuerzo y masticar.
—A propósito de eso... ¿Aún tiene tus bragas? —pregunta Evie clavando sus ojos verdes en mí.
Asiento antes de tomar un poco de agua.
—No hemos vuelto a hablar, así que supongo que si —suspiro moviendo un trozo de cerdo con el tenedor—. Yo aún tengo su bóxer en mi armario
—¿Piensas regresarselo?
Me encojo de hombros.
—Honestamente, no lo sé. Si antes la situación entre ambos era tensa, ahora lo es mil veces más
Siempre lo moleste, siempre lo provoque, me encantaba sacarlo de quicio, hacerlo enojar y salir huyendo para días más tarde encontrarlo sonriéndome como si nada hubiese pasado y la rutina entre ambos se repitiese.
Esa maldita sonrisa fue lo que hizo que poco a poco comenzara a verlo como algo más que solo el mejor amigo de mi hermana, ese que pasaba tiempo en casa y que parecía sentirse a gusto con mi compañía, ese que hacía mi mundo brillar cuando sus ojos azules se posaban en mi y sonreía como si yo fuese lo mejor del mundo.
Maldita sonrisa.
Si no fuera tan perfecta, yo no estaría en esta posición ahora, ni él ni yo seríamos como perros y gatos. Él seguramente seguiría frustrado por no poder tener a Alice pero al menos, entre ambos continuaría una dinámica cómoda. No el rechazo que nuestros cuerpos parecen liberar cuando ambos estamos demasiado cerca es como el de dos imagen con polos idénticos, nada que ver con lo que fuimos aquella noche hace más de una semana, donde en medio de la oscuridad y la música amortiguado, nuestros cuerpos encajaban a la perfección uno contra el otro y no parecía que existía nada que pudiese separarlos.
—¿A dónde te has ido? —pregunta Evie moviendo su mano frente a mí.
—A ningún lado en específico —respondo antes de comerme un último bocado.
—Thomas se le declarará a Alice
Mis ojos se abren ante la revelación de Evie.
—¿Qué? ¿Como sabes eso?
—Lo oí decírselo a Erick anoche mientras pasaban frente a mi casa, no se dieron cuenta que estaba allí porque tenía la luz apagada pero lo escuché con claridad —ella suspira—. Lucía bastante decidido
—Lo lamento mucho Evie, pero sabes que eso no va a cambiar las cosas ¿cierto? A Alice no le interesa Thomas para nada
—Lo sé pero, que él quiera dar ese salto... Quiero decir, es Thomas, el chico tímido que apenas puede hablar con claridad frente a ella ¿y va a declararsele?
—Si te hace sentir mejor, ambas sabemos que eso no terminará bien
—No, no me hace sentir mejor —ruge con furia—, porque a pesar de todo no quiero que él sufra
Extiendo mi mano para sostener la de Evie.
Es increíble como a nuestro alrededor nadie parece ser feliz con la persona que quiere y todos andamos detrás de alguien que a su vez está detrás de otro y al final, ninguno es correspondido, y todos somos parte de un gran enredo de corazones rotos que no tiene fin.
—En algún momento, será nuestro momento de ser felices —afirmo aunque no estoy muy convencida de eso.
—Vuelve a decírmelo cuando de verdad lo creas
Sonrío con tristeza antes de terminar mi almuerzo en silencio y levantarme para recoger todo.
—Iré al baño, ya regreso —le anuncio a Evie quien sigue comiendo de su ensalada.
Recorro los pasillos desiertos de la escuela hasta llegar al baño más cercano, donde me encierro en uno de los cubículos para hacer con rapidez lo que necesito para volver con Evie.
No ha pasado ni un minuto cuando escucho pasos entrando al baño y susurros chillones donde el nombre de mi hermana llama mi atención.
—No entiendo que es lo que le ve, Blaire es muchísimo más bonita que esa simplona —musito la primera voz.
—Y mucho más sexi, no sé porque Sebastian continúa rehuyendole a lo inevitable
Las voces son de las inseparables y desagradables chicas que siguen a Blaire a todos lados.
—Estoy segura de que no podrá resistirsele mucho, no con lo que tiene planeado —prosigue la primera—. Es una lástima que no podamos estar presentes para ver la clara de la simplona cuando salga de la biblioteca y lo vea
Mis ojos se abren.
¿Que planean?
—Bueno, hora de vigilar, ya Sebastian debe estar por llegar
Sus risas son molestas en mis oídos, pero se apagan en cuanto dejan el baño.
Salgo del cubículo y de inmediato voy en dirección a la biblioteca, donde en la entrada Blaire camina de un lado a otro, como si esperase a alguien, aunque en cuanto me ve su rostro se contrae.
—¿Qué haces tú aquí? Largo
—¿Ahora te crees la dueña de la escuela?
—No te hagas la graciosa conmigo, vete de aquí antes de que...
—Blaire —la voz de Sebastian hace que Blaire se quede en silencio y deje de mirarme a mí para mirarlo a él.
Imito su acción para verlo señalar su teléfono, sin siquiera dirigirme una mirada.
—¿Qué quieres? Me dijiste que era urgente
—Lo es, si —asevera Blaire acercándose a él.
—Entonces dímelo, tengo mejores cosas que hacer
Blaire me mira mientras con familiaridad rodea el torso de Sebastian quien se deja hacer sin problemas, cosa que me molesta y me da asco a partes iguales.
—¿Podrías dejarnos a solas?
—¿Sabes algo Sebastian? —lo cuestiono, haciendo que finalmente me mire—. Cuando Alice tenía dudas sobre ti, le dije que no sé detuviera, que viviera lo que la hacías sentir sin reprimirse, porque de eso se trata la vida y tu le mostrabas una a ella que jamás había vivido
Sus ojos oscuros se muestran impenetrables, sin mostrar ninguna emoción ni inmutarse en absoluto por mis palabras.
—Pero ahora me arrepiento enormemente de lo que hice, porque tu no mereces a Alice, no mereces a la maravillosa persona que es ni mereces todo lo que ella siente por ti. Mereces a la víbora que tienes sobre ti ahora
—Oye —se queja Blaire, cosa que no me importa en absoluto.
—Pero Alice no merece todo el sufrimiento que la estas haciendo sentir
—Pudo haber sido distinto —espera Sebastian acercándose a mí—. Le dije que la quería y ella solo me echó
—Rompiste su confianza Sebastian ¿que esperabas? Y ahora no haces nada por recuperarla, solo la alejas cada vez más
El timbre que anuncia el inicio de clases resuena a nuestro alrededor mientras nos miramos el uno al otro, ambos ignorando las súplicas de Blaire por marcharse a un lugar privado y a los estudiantes que comienzan a avanzar por el pasillo.
—¿Y qué se supone que debo hacer? —me cuestiona demostrándome por primera vez un pequeño signo de vulnerabilidad.
—¿Alina?
La voz de Alice me impide responderle a Sebastian, quien voltea a ver sobre mi hombro y yo imitó su acción para verla a ella observandonos desde la puerta abierta de la libreria.
Puedo detallar en sus ojos azules la confusión mientras me mira y luego a Sebastian, luego la sorpresa y finalmente el dolor que transforma su rostro en una mueca apenas perceptible y la girarse para irse sin decir nada.
En cuanto me volteo de nuevo hacía Sebastian, él está quitándose a Blaire de encima mientras limpia su boca manchado con el labial carmín que ésta usaba.
—Eres una bruja —siseo hacia ella, quien ríe complacida.
Ahora entiendo lo que planeaban y mi presencia aquí no hizo nada por evitarlo.
¡Maldita sea!
—Alice... —susurra Sebastian moviéndose en la dirección en la que fue pero se lo impido, ganandome una mirada de odio de su parte.
—Creo que ya hiciste suficiente —espeto antes de girarme e ir a buscarla para consolarla.
Si me quedaba alguna esperanza de que ambos pudiesen volver a estar juntos, esta se acaba de ir al demonio.
El enredo de corazones rotos, acaba de complicarse todavía más.


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Mil razones para estar contigo. Serie Mil Razones 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora