1 Soy... ¡¿Quien?!

9.6K 549 11
                                    

Parece que la primavera se acerca.

Pensé para mis adentros, mientras veía las hojas de los árboles con un hermoso tono verdoso y brillante que hacía ver esa parte del parque un poco menos abrumadora.
Nunca pensaría que un parque es tenebroso si ahora considerara que estaba caminando a mitad de la noche en un lugar completamente desolado.

Mi nombre es ____. Desde que mis padres murieron mi vida fue algo difícil, ya que tuve que dejar los estudios para poder trabajar y no ser una vagabunda o simplemente salir adelante. Después de un tiempo, había logrado hacer la preparatoria abierta y mis calificaciones no estaban mal. Siempre me decían que moriría de hambre si trabajaba de abogada, incluso nos nostalgia de pensar que probablemente tenían razon. Ahora era algo que igual haría, quería una vida feliz y no me obligaría a hacer algo que no deseara.

Tuve que salir más tarde de lo previsto y este era el camino más corto y se podría decir más "seguro" que cualquier otro para llegar a mi casa.

O eso crei.

Solo puedo recordar el miedo que sentía al percibir a los arbustos moviéndose sin la necesidad de una ráfaga de aire que los hiciera meserse, de igual forma no había marcha atrás, no después de ver a esa sombra detrás de mi asechandome como un perro buscando su comida, o tal vez el escuchar sus pasos acelerando para acercarse a mi; el miedo se apodero de todo mi ser en ese momento, teniendo que correr; aún puedo recordar mi respiración acelerada, seguido pasos que ya no eran solo míos, el escuchar crujir de las pequeñas ramitas en el suelo, ramas que yo no rompía y mi vida cruzando en mi cara mientras me ponía a pensar que había hecho mal. En cual sería mi destino. Más ya no había nada que pudiera hacer al respecto.

Los recuerdos después de eso, siguen confusos en mi mente, pues solo golpes, sangre, y mis párpados cerrándose es lo único que puedo lograr recordar antes de caer inconsciente.

...

Solo había silencio a mi alrededor, más mi conciencia volvió y con pesadez abri uno de mis ojos, observando dificultosamente el lugar donde me encontraba. Eso solo me alteró mucho más en cuanto volví en si.

-¡¿Que?! -mi grito se escuchó como eco, viendo el lugar en el que me encontraba el cual era una horrible celda sucia y con varias ratas caminando a mi alrededor por lo que un grito salió de mi garganta sin poder contenerlo. -Donde... ¿Donde estoy?

Miraba aquel lugar con un profundo miedo, más me di cuenta que eso no era lo único, sino también el agudo dolor en mis manos y algunas otras partes de mi cuerpo; estaban más que lastimadas, más lo extraño era que el tono de mi piel, si bien siempre había sido pálido, en ese momento era casi del color de piel de una muñeca de porcelana.

Por otro lado, mi piel se sentía de todo menos de una muñeca, era demasiado áspera y solo sentía suciedad en mi cuerpo.

-Tengo que salir de aquí... -Dije para mi misma, pero no había salida. Mi pierna estaba atrapada en una cadena que inclusive me permitía menos salir de lo que era imposible pues ese lugar parecía una auténtica prisión. -¿Como puedo salir de este lugar?

Un hombre se acercó rápido a mi celda, portaba una ropa andrajosa y cara de pocos amigos. Tenia unas llaves, las cuales usó para abrir mi celda y luego aproximarse a quitarme la cadena que tenía mi tobillo prisionero.
Aunque tenía tanto miedo, no podía acorbardarme en ese momento; no ahora, así que solté mi pregunta de la forma más hostil y tranquila que pude pronunciar.

-¿Porque me trajeron aquí? ¿Que quieren hacerme? -pregunte sin rodeos, para solamente recibir una cara confundida que no dejaba el semblante tan duro que este tenía, quitandome la valentía que había tenido recientemente.
Me jalo de mi brazo, haciéndome caminar a su lado pero su apretón dolía bastante. -Oye, porque no respondes la pregunta...

Un golpe en seco fue a caer en mi rostro, dejando grabado el gran puño, lo que fue suficiente para que cayera al frío y sucio suelo por el impacto. Mis ojos se abrieron como platos mientras mi mirada se posaba en aquella persona. -P-Pero...

-No te hagas la inocente, Rashta. -Dijo antes de jalar mi cabello y llevarme arrastrando. Pude notar que mi cabello no era lacio, más bien ondulado muy largo, y plateado. No entendía que estaba sucediendo.

¿Me había llamado Rashta? Pensé. No comprendía bien nada de lo que sucedía.
Finalmente soltó mi cabello aunque no tanto por mis lamentos sino porque me dejó con otras personas en aquel sucio lugar; todas vestían ropas iguales a las mías, parecían ser esclavos.

-(¿Y si me capturaron aquella noche para ser esclava en este lugar?) -Si bien no sabia perfectamente que sucedía, todo empezaba a cobrar sentido entre más tiempo permanecía allí.

-¿Niña, que haces alli? Ven a ayudarnos. -dijo una señora, de muy avanzada edad. Asenti más no pude preguntar nada pues constantemente nos mantenían vigilados; quizá para evitar que escaparamos.

...

Ese día fue doloroso, pero lo extraño era que parecía que mi cuerpo se había acostumbrado, como si ya llevara bastante tiempo haciendo esto. Pero eso no era posible.

El ruido insoportable de la reja abriéndose daba indicaciones de que el guardia que nos vigilaba, había llegado.

-Muy bien, será hora de que se levanten para que se presenten lo mejor posible al hijo del Vizconde Lotessu. -suspire ya que no conocía nada de aquello, más sabia que debía obedecer. El apellido de aquel hombre era bastante extraño; conocía apellidos raros, pero definitivamente ese se lo llevaba por mucho.
Las ropas de aquellos guardias parecían pertenecer a la época medieval, la cárcel en la que me encontraban parecía ser la de un auténtico calabozo extraño.

---

Después de habernos "bañado" nos hicieron ponernos en fila, más mi mirada ansiosa no podía esperar a ver que sucedía. ¿Seria un castigo? ¿Que podría hacer para escapar de ese horrible lugar?

Mis pensamientos dejaron de fluir al ver entrar a un chico el cual portaba ropa finas, cabello ondulado y castaño. Su piel era muy pálida y tenía unos ojos verdes hermosos. Tal vez el único desperfecto de estos era que reflejaban a un hombre cansado, tal vez de obligaciones, o que simplemente no cuidaba su salud. Parecían demasiado cansados, casi como apagados.

Sonrio ante todos y al mirar en mi direccion, pude notar levemente una sonrisa tierna con un sonrojo en sus mejillas. Le sonreí de igual manera, parecía ser buena persona.

Siguió su andar ante esa persona que nos hablaba y luego todos retomaron el lugar hacia donde dormían, aunque no podía quedarme más tiempo con dudas así que me acerqué a la mujer que anteriormente había estado conmigo.

-Ho-Hola... -la mire algo nerviosa, ella parecía conocerme. Pero yo no. -¿Como es que llegó usted aquí? .-mi pregunta parecía no alegrarle pues hizo una mueca de disgusto y no detuvo su andar después de eso, a pesar de que tenía mucho que decirle.

Finalmente tuve que volver a mis aposentos, acostandome en aquel frío suelo para luego llorar desesperadamente, no comprendía ni que sucedía en aquel lugar. Me pareció incluso bastante extraño mi actuar, jamás había sido una persona que llorará con tanta facilidad, pero las gotas en mi cara reflejaban ahora lo débil e inútil que me veía.

Un ruido de vidrio rompiéndose retuvo mis lamentos, para luego divisar de donde provenía. Parecía que varios guardias estaban embriagados, y por accidente habían tirado aquella botella.
Me podría suceder algo si hacia algún movimiento o ruido que los alertará así que decidí no hablar y esperar a que se fueran. Mis lamentos fueron callados en ese momento, incluso rogaba que el no me hubiera escuchado. Luego de unos instantes, el ruido cezo, por lo que corri hasta los barrotes de aquel lugar para luego tomar el pedazo de vidrio más grande.

Ya no quería seguir aquí.

No quería, solo queria volver a casa.

Al menos eso pensé.

Hasta que... vi mi reflejo.

No me reconocía; pero ahora había mucho menos sentido. La pesadez en mis ojos fue lo último que puedo recordar y sentir antes de caer al profundo sueño.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora