21. Panico. (borrador).

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____ aún recordaba sus caminatas matutinas para ir a la escuela, después de una larga sesión de estudios.
Podía recordar el sol saliendo desde temprano, alumbrando tenuemente la ciudad, sin disipar para nada el frío que había en esta; siempre era buena idea ir por un café antes de llegar, ya que al fin y al cabo siempre era temprano.

Luego de cruzar el parque, procuraba ponerse sus audífonos a todo volumen, ya que el sonido de lloriqueos y balbuceos de los niños en el parque no podía estresarla más. Aún podía recordar las miradas cansadas, los bostezos y las enormes ojeras de sus madres, mientras trataban inutilemhe de callar los lamentos de las criaturas; las pocas que lo lograban, estaban casi dormidas, solo despertando por el sonido de los demás.

Podía recordar sus épocas donde el Bullying había inundado en su vida (más o menos segundo de secundaria si no mal recordaba) las mujeres que acostumbraban a tirarle cosas en el cabello, esconder sus pertenencias, decirle lo mierda que era, golpearla, todo ese tipo de situaciones, verlas siendo madres solteras, cargando a sus criaturas en vientres mientras su otro pequeño le pedía desesperadamente un dulce, los cuales ellas no parecían en condiciones de poder comprar. Sabia que tenía que sentir un gramo de lastima por ellas, aunque sea compasión.

No sintió nada. Incluso, podía recordar como aveces su sonrisa incrementaba al verlas a punto de querer llorar, de recordar el mal que le habían causado. Ella quería verlas suplicar, tal como hizo su pequeña versión, pidiéndoles piedad para que dejaran de molestarla.

En ese momento ella querría haber tenido compasión. Tal vez, se habría evitado lo de más adelante el inicio de su tragedia.

El doctor fue el primero en avisarle, nadie parecía estar en la habitación salvo ellos dos. El pobre hombre de apariencia vieja le había dicho que nadie más sabía de esto, aparte de los emperadores, del hombre que le había echo esto, y claro, El duque Ergy ya que había sido el quien había entrado justo en el momento exacto donde la joven albina yacía en el piso, cubierta de un charco de sangre.
El había estado al pendiente de ella desde entonces, incluso cuando estuvo en la habitación al pasar los días, contaba ya una semana. El intento hablar con ella, pero las sirvientas que le había dado Sovieshu no le permitían la entrada (por órdenes de la joven de ojos grises).
El hombre de cabello castaño y ojos coquetos asentía y se retiraba, no sin antes darle las gracias a la pobre mujer que estaba cansada de correrlo cada que podía.

Rashta sabía que no podía evitarlo por siempre, pero evidentemente se sentía demasiado avergonzada para siquiera mirarlo. Algunas veces, incluso se preguntaba que historia habría sido si el fuera el padre de la criatura que ahora llevaba en su vientre. Claro, esto no pasaría, desechaba la idea al instante.

El emperador había encargado todo tipo de cuidados para la mujer, lo que era bastante extraño viniendo de él, ya que era más que obvio que no era suyo por no haber consumado su unión. Aún así, el parecía estar al pendiente del bebé que llevaba dentro, trayendo al doctor varias veces al día para checar el avance.
Por mucho que quisiera evitar verse compasiva ante lo que el hombre hacia, le parecía extraño que fuera el y no la emperatriz.
No había ido a visitarla ni una sola vez, pregunto a las sirvientas que solían entrar, por ella, pero las pobres mujeres decían que parecía estar muy molesta (ellas no tenían idea de la criatura en su estomago).

Las mujeres pensaban que probablemente se debía al bebé que la joven Britgget estaba esperando. El joven emperador de cabellos azabaches había exigido que se le revisara a la mujer para ver cualquier rastro de haber sido herida, lo cual fue descartado al instante, sin embargo, había descubierto que la chica estaba embarazada también.
Con esto, la furia del emperador aumentó por el intento de asesinato hacia el que parecería ser su primogénito.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora