La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).

8. La verdad. (borrador).

(Atención: cambie el +18 de ambos emperadores pues senti que no mostraba el desarrollo y personalidad de Navier, así que no existe el +18 anteriormente escrito de estos personajes, pues cambie todo eso.
También me falta corregir y ver si no quedo alguna parte del borrador, pero es de noche y necesito dormir <3)

La emperatriz, la hermosa mujer y gobernante de aquel imperio, tan poderoso y conocido, especialmente por sus magos; Los dos gobernadores, quienes se habían comprometido desde pequeños y crecieron juntos, ahora manejaban a la perfección la vida del reino y la protección del imperio.
Eran los gobernantes perfectos, con el mejor conocimiento y hacían prosperar el reino mejor que los antiguos emperadores... Nada podría salir mal... ¿o si?

La llegada de la primera concubina del emperador Sovieshu, había causado un gran impacto en la emperatriz, pues no sólo se trataba de un arreglo, sino de una amistad de hace años, el compromiso que había sido elegido para ambos. Si bien, era totalmente normal que tanto el emperador como la emperatriz frecuentaran tener amantes, el que haya sido la primera probablemente era extremadamente doloroso.

La mujer que había sido juzgada de esclava, era una albina de cabellos ondulados y que llegaban hasta su cintura, junto con unos ojos negros/grises y unos labios rosados; si bien, su belleza era demasiada, su delgadez era muy presente junto con algunas lastimaduras en su mano y parte de sus piernas y brazos que no habían tenido explicación alguna, más simplemente pensar que se las había ocasionado en el bosque donde el emperador Sovieshu la había encontrado después de lastimarla con una de sus trampas para cazar.
Si bien, la emperatriz no estuvo feliz con la presencia de aquella mujer, ella podía notar como ella había tratado de sobrevivir y hasta le había comentado que ella ya no quería ser una concubina, pues le parecía mal lo que hacía y quería ser una sirvienta si ella se lo permitía.

Si bien, la mujer de cabellos dorados había pensado que se trataba de una broma por parte de aquella mujer, pues ninguna concubina en su vida pediría tal cosa para llegar al bajo puesto de una sirvienta, el pensar en aquella situación, mientras caminaba por su habitación, le hacían sospechar cada vez más de que esto que le había dicho, no era una broma de la mujer (o que eso descubriría en ese momento).
Pero su dolor de cabeza fue en grande cuando, al entrar en dicha habitación, se encontró con la escena de aquella mujer y su marido, el tirado encima de aquella mujer, dándose cuenta que había sido una total mentira lo que había sucedido; se sintió tan avergonzada al haber creído en la posibilidad de aquella barbaridad, que solo atenia a irse de aquella habitación y dejar a los dos amantes terminar lo que habían empezado, más las suaves lágrimas que rodaban por las mejillas rosadas de aquella mujer albina, la hicieron darse cuenta de lo que en realidad sucedía frente a sus ojos.

El emperador Sovieshu siempre fue alguien frio, incluso con ella una vez que ascendieron al trono, más en ese momento, solo podía ver la furia que este profesaba, más no a ella, sino a la mujer que se encontraba llorando y estaba debajo de él; si bien, el emperador era alguien que no se dejaba llevar por los sentimientos carnales, la mujer de ojos verdes se daba cuenta de que la furia en la mirada de él era atemorizante, casi queriendo traumar a aquella dama que gritó en busca de ayuda que la emperatriz le diera.
Penso en la posibilidad de abandonarla, pues lo ultimo que se necesitaba en el imperio era que ambos emperadores tuvieran una fuerte disputa que no favorecería en las necesidades del pueblo, por la concubina, que por ser la concubina, estaba ahí para cumplir los deseos más perversos de aquel hombre (cosa que ellos no podían hacer), y probablemente sería un escándalo el que la concubina no hubiera querido cumplir aquellas fantasías... pero sabía... Que eso no era justo para absolutamente nadie, y aquella mujer no tenía porque hacer eso.