35. Presentación. (borrador).

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Rashta no era una persona especialmente paciente, pero esa noche había esperado que Heinley hiciera algún acto de presencia. Al menos para actuar sobre esa mierda del amor, al menos para simular que la quería un poco. Lo único que había escuchado de Ergy, era que iba a avisarle al príncipe que al fin habían llegado, pero solo fue eso.
Después, ninguno de los dos le habían comunicado algo y había pasado la noche entera esperando que alguno hiciera acto de presencia en su habitación.

Nada.

Espero en vano.

Al final, terminó quedándose dormida por el extremo cansancio y había despertado a la mañana siguiente por el sonido de su puerta abriéndose.
Ella se levanto, esperanzada a que se tratara de alguno de ellos.

-Disculpe, Lady Rashta. He recibido ordenes del príncipe sobre atenderla para que pueda bajar a desayunar lo más pronto que pueda.

No era Heinley. O Ergy. Al final, ninguno de los dos había ido. Al final, en su pecho sintió una pequeña punzada que se asimilaba a la decepción. Pero, ¿exactamente porque decepción? No era como si alguno la amara así que, ¿para qué decepcionarse de algo que era evidente que pasaría?

No sabia si su cara había delatado su decepción frente a aquella chica de cabellos negros, pero poco le importaba. Se levantó se su cama y se aproximaron al cuarto de baño.

Cuando estuvo lista, ella bajó. Tenia un vestido azul,  con mangas largas y que se ajustaban al grosor de sus brazos. Su vestido estaba sin ningún tipo de bordado elegante. Era pegado de la cintura para arriba, y tenía un escote un poco generoso que dejaba al descubierto la curvatura de sus pechos, y marcaba su cintura (ligeramente más ancha debido al embarazo). La parte de arriba, simulaba un cinturón de seda en la cintura, y abajo el azul era un poco más claro, y con ayuda de una crinolina pequeña le habían dado un poco de vuelo, pero no el suficiente para parecer exagerado.
Sus zapatos eran zapatillas con poco tacón de color blanco. Su cabello tenía una diadema echa con su propio cabello, y le habían puesto algunas flores blancas para darle un toque más angelical, y el resto era suelto.
Le habían puesto un rubor discreto y un labial rosa palo para dejar el frío de su piel. Una perfecta combinación entre calidez y frío.

Cuando llegaron al gran comedor, su cuerpo entero quería hacerse gelatina.

En la mesa, se encontraba el malhumorado Kosair Trovi, quien esta vez posaba de prendas azules a diferencia del característico rojo que había visto; Ergy usaba ropa igual a la de siempre, y su sonrisa coqueta no desaparecía. El príncipe Heinley estaba usando una chaqueta color rojiza, una camisa blanca y no podía ver de la cintura para abajo. Tenia su cabello atado en una media coleta, como siempre. Al lado de Heinley, había una mujer. Tenia el cabello recogido en un moño, era de color castaño. Tenia la piel blanca y, en general, era bastante bonita. Usaba un vestido azul, el cual tenía un cuello alto, mangas bombachas y largas.

Ergy se levantó de su asiento, y estaba por acercarse Rashta cuando Heinley se levantó y fue en dirección hacia ella. Ergy se sentó de nuevo, y Heinley se arrodilló, y tomó su mano para darle un tierno beso.
Ella de inmediato soltó su agarre, y esto lo tomó por sorpresa.
Su cara fue de confusión, pero la de ella era pena.

Decidio no darle demasiada importancia a esos pequeños detalles, y se reincorporó, para después tomar su mano y sentarla al otro extremo, al lado de Ergy y donde tanto la albina como el joven rubio, podían verse cara a cara.
El volvió a su asiento, y algunas mujeres comenzaron a servir los platos y vasos.

-Bueno. -la voz de Heinley hizo que todos vieran en su dirección. -Reina Krista, es un honor que usted conozca finalmente a mi prometida.

Krista fijo su vista a aquella mujer. Su impresion fue el de una mujer sumamente atractiva, incluso, en lo profundo de su dolido y celoso corazon, tenia que admitir que era la mujer mas hermosa que habia visto. Su piel blanca contrastaba perfecto con su atuendo; pero algo le parecio extraño, y eso fue la simpleza de sus atuendos.
Las mujeres de gran estatus social solian usar atuendos extrvagantes, con muchas joyas adornandolas y grandes y elaborados peinados, con corsets que casi apretaran su cuerpo al punto en que algunas solian desmayarse... Sus ropas no eran feas, y su tela estaba elaborada con las mismas que la suya, pero se sorprendia de ver lo simple de su atuendo. Se veia hermosa, pero una mujer a punto de ser la reina no deberia usar aquella ropa tan simple, o al menos no era lo comun.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora