7 Nuevo trabajo. (borrador).

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Para Rashta, desde su llegada a ese mundo solo habían podido sucederle desgracias y eso era poco.
El emperador Sovieshu no había querido visitarla, y pese a que estaba aliviada, un perdón de su parte no le habría caído mal pues de donde ella provenía eso siempre había sido considerado un abuso; tal vez aquí también pero bajo su muy dudosa reputación como esclava y el siendo un emperador, estaba claro quien las tenía de perder. Hasta le pareció extraño que ella no fuera llevada a prisión o ejecutada por las peticiones que hizo con el emperador, pues se suponía que ella sería su juguete para satisfacerlo.

De solo pensar en aquello le dieron náuseas y se levanto de su cama.
Miro hacia afuera, levantando levemente la cortina color rosa palo, que ocultaba los brillos del sol haciendo que su cuarto estuviera un poco más oscuro. Estaba segura que las flores del balcón se habían marchitado o solo algunas, pues ella era la que solía regarlas y ni siquiera había salido a tomar el sol en dos semanas desde aquel incidente ocurrido en ese mismo lugar. Se había rehusado a salir desde aquel día, más siempre las sirvientas solían traerle comida y bebida para que no muriera de hambre; también la bañaban contra su voluntad, pues ella no tenía ánimos ni para mirarse al espejo.

Suspiro y miro hacia la gran puerta de madera que conducía hasta la habitacion de baño. Se sentía como una bebé cuando la bañaban, más sentia la necesidad de bañarse y mejor, sin un montón de manos que enjabonaran su cuerpo y cabello. Tomo su ropa interior, para luego tomar un sencillo vestido de color azul como el cielo, con mangas que se pegaban a su codo; el vestido era pegado hasta la cintura, para luego de ponerse la crinocolina, ponerse una falda blanca y por último, dejar caer el vestido y así se viera voluminoso. Tomo su cepillo y crema para el cabello, y luego corrió a poner agua en la bañera, la cual era blanca y resbaladiza, pero que además era un poco más grande que ella.
Se quitó el camisón rosado que traía puesto, quedando al descubierto su blanca piel y tan pronto vio si el agua era lo suficiente cómoda, se metió en aquella bañera. Tomo el jabón y paso todo por su delicada piel, mientras que limpiaba su cabello cuidadosamente, cepillandolo al mismo tiempo.

Su ducha le tomó bastante tranquila, quitando en completo la suciedad de su cuerpo, para finalmente salir de la bañera y vaciar el agua de esta misma. Seco su cuerpo hasta sentirse de nuevo bien y esparció la crema fría sobre esta, hasta que pudo sentirse fresca y con la piel suave. Sonrio y se puso la ropa interior que había llevado junto al baño con ella, poniéndose luego la crinolina y el corsé; por suerte, sabía como amarrarlo por si sola, ya que si no pudiera habría sido un problema. Luego de amarrar los cordones de esta, tomó el gran vestido y deslizó su cuerpo hasta acoplarlo a la cintura, donde bajo la enorme falda y empezó a amarrarse los pequeños botones que tenía atrás del vestido; Para ser más precisos, en su espalda por lo que tomó algo de tiempo y trato de evitar en varias ocasiones que su cabello quedara amarrado con algún botón. Después se puso sus tacones de una plataforma baja, ya que era dificultoso para ella querer caminar con unos altos pues ni siquiera en la actualidad en la que vivía había caminado con unos tan altos.
Tomo su cabello y en la parte de en frente, comenzó a tejer una trenza con su cabello, hasta que esta tomo forma de una "corona o diadema" que iba desde el lado derecho de su cabeza, hasta terminar en el otro extremo. Tan pronto hizo eso, se miró en el espejo para ver si se veía lo más presentable posible.

Una vez mirando alguno que otro desperfecto, abrió la puerta de su habitación y camino de prisa por los enormes pasillos del castillo, pues en realidad el haber pasado dos semanas encerrada y sin compañía habían sido algo aburridos y agotadores para ella, más quería sentir el cálido sol sobre su piel.
Atravesó los enormes pasillos, que parecían no tener fin, para luego dar paso hacia el jardín, tomando la falda con sus manos para evitar caerse y corriendo lo más rápido y seguro que podía, pues estaba feliz de estar por fin afuera, por lo que se dejo caer en el césped mirando directamente hacia el cielo, mientras su cabello se dispersaba por el pasto, viéndose como un angel.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora