17. Un problema con vestido. (borrador).

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Bridgget estaba consciente de un par de cuestiones. Su familia poco a poco estaba en la ruina por las malas inversiones de su padre y por pasársela mayormente en bares o apostando su dinero (evidentemente perdiendo) mayoría de esta. Su familia siempre había sido de una buena fortuna, pero de aquello sólo quedaba el recuerdo y ahora las deudas inundaban su vida.
Habían podido disfrazar su falta de dinero por años, pero las cuentas no podían mentir. Su padre seguía despilfarrando el dinero, no había muchas opciones a lo que su familia podría hacer.

Para preservar el honor de su familia, ella habría tenido que ser la concubina de Sovieshu, sin contar que los problemas financieros ahora no eran lo único que había echo que tomara aquella decisión de manera tan rápida. Parecía que su familia se estaba llenando de desgracia en desgracia, y juraba que su semblante joven estaba llegando al olvido debido a estos problemas antes señalados.
Aunque su familia se había esmerado en ocultar su situación por muchísimo tiempo, su padre no había tenido suficiente y había echo lo posible por quitar cada parte de sus ahorros hasta estar casi en la calle; si no hubiera tenido esa suerte, estaba segura de que habría tenido que vender su trasero en las calles para dar muy poco dinero a su familia, sin contar la humillación pública que eso habría traído.

Habia echo algo parecido, pero no era con un vagabundo o algún hombre jareoso, sino con el emperador del imperio del Oriente. Su reputación seguiría igual de mejor y su situación financiera sería del agrado de su familia. Por mucho que no quisiera este tipo de cosas, debía reconocer que el emperador era alguien apuesto, poderoso. Era bueno en la cama, pero talvez era por su pequeño problema o el que no hubiera nada que los uniera. No había nada de amor en sus encuentros, solo dos cuerpos en busca de liberación por el estrés.

Eso la desconsolaba un poco. Pero de amor no se comia, y eso era algo que ella había descubierto de mala manera.

Por otro lado, en el extremo de la orilla del palacio, se encontraba otra de las mujeres que no podía consolar el sueño y que el único sonido que escuchaba era a los pequeños insectos, escuchar sus chillidos por el jardín real a pesar de estar lejos de él.
Mientras cepillan su cabello, podía recordar al duque.

Desde que lo conocio, esa mujer de igual apariencia le había echo saber que estar con Ergy era todo un error, el tener que alejarse de él era indispensable para volver a su mundo, pero cada vez que lo intentaba su cuerpo la traicionaba y no podía evitar acompañarlo a donde quisiera. También estaba el echo de que Ergy la seguía y la buscaba en cualquier parte de donde se encontrara, lo que le resultaba extraño. Dudaba realmente que fuera porque el sentia las mismas sensaciones que ella cuando lo tenía cerca, pero entonces... ¿qué otra cosa podría ser? Estaba casi segura que era la razón de que la voz le advirtiera alejarse de él, pero ponerlo en práctica era diferente que solo decirlo.

Al mirar su reflejo, podía notar que su piel tomaba un mejor color y definitivamente ya no estaba tan pálida que cuando recién había llegado. En el lugar donde era esclava, no muchas veces había podido tomar el sol para agarrar un color y el que agarraba le dejaba fuertes quemaduras al dejarla en medio del sol trabajando.
Había subido de peso, lo que era magnifico ya que al llegar estaba prácticamente en los huesos y ahora su cuerpo había tomado mejores proporciones de las que había esperado.

Sin contar otra cosa: el recuerdo de Alan la perseguía.

Alan era el hijo del vizconde, pero al contrario que el anciano, el joven se había presentado como alguien amable, alguien comprensible.
Le solía decir que ambos eran iguales, pero sus acercamientos dejaban ver sus verdaderas intenciones. No sabía como no había podido darse cuenta de esto, pero no lo había echo.
Por alguna razon, confiaba en sus palabras y había caído ante sus falsos lamentos de amor; no estaba segura de amarlo, de echo, dudaba alguna vez haberlo amado más que verlo como un hombre generoso.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora