El duque Ergi jamás seguía a su amigo, el cual ahora estaba locamente enamorado de aquella emperatriz de rubios cabellos y ojos verdes como las esmeraldas.
Para el, ella era una mujer inteligente, pero no podría comprender el echo de que Heinley hubiera quedado cautivado por aquella mujer.Desde que tenia memoria, no recordaba haberse enamorado jamás de una mujer por más inteligente, cruel, amable o inocente que fuera. Todas siempre habían sido un mero placer; podía sonar mal, pero el siempre había dejado en claro sus intenciones con ellas, ellas sabían que para el no eran más que un disfrute momentáneo, algunas lo aceptaban y luego se quejaban, otras buscaban lo mismo. Al fin y al cabo, era un acuerdo que el no estaba dispuesto a cambiar.
Aunque había algo que ni siquiera el estaría dispuesto a hacer, de echo, era la causa de que el fuera claro con sus intenciones.Su padre. El había lastimado de las peores maneras posibles a aquella mujer tan pura, buena y que siempre estuvo para el en sus momentos difíciles.
Su madre siempre había sido su mejor compañía, pero su padre había decidido esconderla por una maldita impostora solo por el echo de ser parecidas. Le resultaba increíble que solo ese echo hubiera bastado para que su padre renunciara a la mujer que decía haber amado. Y la razón de que aquella horrible persona hubiera entrado en su vida, tenía nombre: el emperador Sovieshu.Gracias a ese desalmado de cabellos oscuros, el y su madre habían tenido que soportar las desgracias por las decisiones de gente que ni siquiera habían conocido antes.
Desde ese día, y gracias a las ambiciones y poder de Heinley, el había decidido vengarse por todo el dolor ocasionado hacia la mujer más preciada para el. Pero claro, desde que el enamoramiento de Heinley había dado pie, les estaba costando más tiempo que pudieran apoderarse del imperio, puesto que Heinley solía arrepentirse de sus actos por aquella emperatriz que decía amar, especialmente porque, aunque el quisiera, esa mujer no tendría la oportunidad de ser suya. De estar a su lado.El duque soltó una pequeña risa irónica al pensar en que el más despiadado hombre que había conocido, se había dejado manipular por una persona que no mostraba sus sentimientos, tan fría e inteligente como ninguna otra que ambos conocieran.
Le parecía tonto ver como el había caído en su propia trampa; pero era malo para el, puesto que sus planes se venían más abajo con el pasar de los días, y de no ser por su constante influencia y el que Heinley amara a su reino, el hombre rubio de ojos morados habría desechado la idea de entrar en una guerra con los del imperio del Oriente por el poder.Aunque el no era del todo malo. Quería ayudar a su joven amigo a tener a aquella mujer que deseaba sin necesidad de que fuera su rehén. Penso que, el que aquella esclava de bello semblante estuviera entre medio de ese matrimonio, haría más fácil que ellos pudieran lograr su cometido y que Navier estuviera a su lado.
Pero, aquella hermosa albina de ojos oscuros no solo ya no era una amante, sino que era hasta una nueva dama de compañía de la emperatriz, lo que dificultaba tanto los planes de el como de Heinley. Una esclava, inexperta en todo sentido; si hubiera logrado que el emperador se casara con aquella mujer, Navier seria de Heinley, además, de que una persona inexperta jamás podría ejercer un buen trabajo como emperatriz, lo que habría ocasionado un fuerte retraso en el imperio del Oriente. Además, el imperio del Oriente se caracterizaba por sus grandes magos.Camino hacia la pequeña encimera, tomando la botella de Wisky, para luego en el pequeño vaso de cristal, vaciar un poco del contenido de la casi botella llena del líquido. Por alguna razón, en cuanto esté estuvo lleno, dio un gran trago de manera rápida.
Se lamió los labios al sentir aquel sabor amargo en su paladar.Ellos habían ocasionado que el mana de los hechiceros de ese imperio estuviera decayendo de manera rápida, haciendo que este imperio fuera debilitado de manera rápida.
Aunque sabía que no solo bastaba con aquello, sino que el emperador fuera cayendo de poco a poco.
Odiaba a aquella mujer albina por no haber echo lo único que se le había asignado, por haber puesto ante todo aquella moral que le resultaba repulsiva. Solo por eso, por haberle ocasionado problemas... Tendría un pequeño castigo.
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La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).
FantasiaTodos sabemos la historia de la emperatriz divorciada, pero ¿qué sucedería si la nueva protagonista está vez es Rashta? o más bien... ¿si tu fueras Rashta? Los personajes no son míos, pertenecen a la historia de la emperatriz divorciada.