11. Un muy viejo enemigo. (borrador).

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Había sucedido la fiesta, pero ella no tenía siquiera la oportunidad de entrar, aunque tampoco habría querido hacerlo.
Sovieshu no era el tipo de persona que quisiera tener a su lado, menos en un momento tan importante como lo sería el año nuevo pero igual poco importaba.

Aquella chica de vestido azul bajo algo sencillo comparados con todos los vestidos caros de la gente, se encontraba sola en uno de los rincones de aquel enorme salón. Tampoco era que le molestara la soledad, pero si le molestaba bastante que las mujeres y caballeros la miraran con desprecio y asco, pero aquel mundo tan superficial tampoco le daban algunas esperanzas de que aquello fuera distinto.
De igual forma, en cualquier época ella siempre había sido criticada.

Pero aquella albina habría deseado bastante que aquellos susurros no fueran tan notorios, o que aquellas personas ni siquiera se molestaran en disimularlos; decidio quitarse de donde se encontraba, porque sinceramente ya no soportaba la idea de que aquella gente tuviera el descaro de criticarla como si fueran perfectos. No entendía quién era esa chica o ese cuerpo, pero sospechaba que su vida siempre había sido así. No podía evitar sentir lastima por ella.

Un mesero pareció haberla visto en lo más oscuro de los rincones, porque se acercó a la chica y amablemente le ofreció una botella de vino la cual acepto gustosa, dándole las gracias.
Al menos los de la clase baja si eran amables con la joven mujer.

Tomo la copa de vino, sintiendo el líquido correr por su garganta. No pudo evitar hacer una mueca, ya que el vino jamás había sido su preferido respecto a sabores.
Pero la gente de alrededor no se preocupaba por aquel sabor poco agraciado, así que aquella chica sólo podía atinar a pensar que eran como ellos. Se veían bien por fuera, pero eran asquerosos.

Había voces escuchándose por aquel enorme salón, recorriendo risas, bailes y formalidades innecesarias, mientras solo podía pensar en una excusa para irse.

Algunas mujeres se acercaron hacia ella, siendo extraño para ella por dos razones: la razón del porque querían hablar con ella, o el que con sus grandes tacones no se hubieran escuchado hacia kilómetros de distancia. O quizá sus cabellos horriblemente elaborados casi pareciendo una ridícula torre llena de plumas.

En serio, había algunas cosas de la época que en serio no podía soportar, siendo una de esas las razones.

Ella sin embargo , sonrió con ingenuidad y dulzura. Había aprendido que no era tan difícil hacer aquello porque su rostro pequeño y angelical eran bastante efectivos para aquello. Y estas mujeres, se veía que no tenían buenas intenciones, mientras ella solo quería insultarlas e irse de aquel salón rápidamente. Sentir el aire fresco recorriendo su pálido rostro.

Ahora insultarlas no sonaba tan mal.

Una de las chicas tomó la primera palabra.

-Me alegro de verla, lady Rashta. -Se notaba el sarcasmo desde cerca. -Se ve fantástica esta noche, pese a su vestido algo simple. Aún así, la emperatriz tiene un gusto impecable.

Ni siquiera ____, en todo su tiempo siendo Rashta, podía comprender aquellos insultos tan poco disfrazados de halagos.
Se preguntó si la antigua Rashta habría sabido como manejar la situación.
Aunque a juzgar su aveces inmaduro comportamiento, sospecho que no.

-Muchas gracias, es un gusto verla también... ¿disculpe quién es usted? -Una cara más ingenua hizo que ambas mujeres se tomaran a la ligera aquella situación.

-Soy la condesa Lara, aunque no me gustan las formalidades. Para una persona con su... Reputación -vaya, que asco le parecía su reputación, hasta casi escupir la frase -con condesa bastaría. No quiero que se desgaste su tiempo y lengua.

La nueva Rashta (la emperatriz divorciada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora