𝐮𝐧𝐚 𝐚𝐥𝐦𝐚

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N/a: las letras en cursiva son recuerdos

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N/a: las letras en cursiva son recuerdos.

***

Steve y Daria caminan de regreso a la casa de él, ambos están tomados de la mano en silencio, un reconfortante silencio para los dos. Después del beso ninguno quiso emitir una palabra más que la necesaria para abandonar el lugar.

—Y...yo —balbuceo Daria, jugando con sus manos.

—Si… am —él también balbuceo—. Daria yo, solo tuve esto una sola vez en mi vida y está es la segunda, en serio no quiero hecharlo a perder, no quiero seguir con el trato es estúpido además quiero una relación seria contigo —explico sin detener su andar, tampoco sin soltar la mano de Daria.

Daria soltó un gran suspiro, detuvo su caminar y se pudo frente a Steve.

—Yo nunca he tenido algo así —informo—. Es decir me han gustado personas y algunas me parecen atractivas, pero nunca he tenido una relación ¿Qué se supone que haga en una relación seria? —preguntó con un poco de nervios—. No me mal entiendas por favor, quiero algo contigo —dijo al ver la expresión de Steve—¿Cómo sabré si ésto durará para siempre?

Steve sonrió, su mano acarició con lentitud el brazo de Daria.

—No lo sabemos y eso es lo interesante, descubrirlo juntos si esto durara —su mano baja hacia la de ella y la entrelaza con la de él. Los dos corazones están latiendo a ritmos acelerados, pero solo ellos saben eso, sin embargo su mirada hace que el otro se entere que no es el único que siente esa emoción—. Solo debes aceptar y los dos podemos empezar un viaje juntos y ver hacia donde nos lleva.

Las emociones de Daria se sentían tan bien y tranquilas, pocas veces se había sentido así con alguien. Pero algo siempre pasaba.

—No me rompas el corazón Rogers, entiendes, si lo haces yo… yo —le dio un golpe suave en el pecho de Steve—. Es obvio que voy a decir que sí —dice con alegría saltando al cuerpo de Steve y abrazándolo contra el de ella.

Steve se siente como aquel chico de brooklyn el cual pensaba que el amor existía, que el felices para siempre era verdad. La chica frente a él lo hizo sentir eso de nuevo, para ser honestos él extrañaba esas emociones.

—No romperé el tuyo, pero tú no rompas el mío —murmuro contra el odió de Daria, sus brazos abrazaron el cuerpo de su chica contra el de él.

Ella asintió, dejó su cabeza en el hombro de Steve sin dejar de abrazarlo.

—Aun cuando ya no hagamos el contrato, seguiré durmiendo en tú casa —susurro con diversión.

Steve sonrió pícaramente.

—En mi cama ¿Cierto?

—Si así lo quieres —dejo un beso en el oído de Steve—. Aunque no dudo que me digas que no me quieres en tú cama.

Más que un profesor // Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora