𝐂𝐞𝐧𝐚

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Steve ayudo a Jack abajar algunas cosas y dejarlas dentro de la casa, Daria por su parte también ayudo y ahora se encuentra cargando una caja la cual es muy pesada para ella

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Steve ayudo a Jack abajar algunas cosas y dejarlas dentro de la casa, Daria por su parte también ayudo y ahora se encuentra cargando una caja la cual es muy pesada para ella.

—Te lastimaras —la voz de Steve hizo que Daria subiera la mirada y se encontrara con esos ojos azules que la observan.

—No se preocupe señor Rogers puedo hacerlo.

La voz dulce de Daria hacia que Steve sonríe, el cruzo sus brazos contra su pecho.

—Déjame ayudarte no me gustaría que te lastimaras —se acercó a ella con cautela, como si ella fuera un tierno y dulce venado el cual casaría.

—Gracias Señor Rogers —Daria le entrego la caja al sentir como su espalda empezaba a doler un poco más que antes, Steve asintió con la cabeza, tomo la caja y camino a la casa sintiendo la presencia de Daria que lo seguía.

Al entrar a la casa Steve dejo la caja junto a las demás de reojo miro como Daria estiraba sus brazos por arriba de su cabeza, la sudadera lila se levantó un poco dejando ver su vientre y un poco de su sostén blanco.

—Daria ¿Por qué no le ayudas a mi Papá? —la voz femenina que el desconocía se hizo presente llamando la atención de él y de Daria.

Daniela miro de arriba abajo al hombre que esta frente a su hermana y su mirada se quedó posada unos segundos en su fornido pecho, sus ojos brillan al instante que aquellos ojos azules la notan.

—Hola —saludo con un tono algo coqueto, Daniela siempre tuvo una pequeña y extraña fascinación por los hombres más grandes que ella, no sabía el porqué de su atracción hacia a ellos, pero responder aquella incógnita era irrelevante para ella.

Steve rio por lo bajo, sabia el impacto que tenía en las mujeres y no dudaba en usarlo a veces, pero ya ni su hermana mayor uso ese tono con él; algo que en el fondo hubiera deseado que hubiera pasado.

—Daniela ya has acomodado tus cosas en tu habitación —Daniela niega sin ningún interés, sin mirarla, su visión está muy copuda mirando aquel hombre que desconoce—¿y qué esperas para hacerlo? Yo no te ayudare en eso Daniela— se quejó Daria, poniendo sus manos en su cintura.

La chica de cabello oscuro a veces sentía que estaba ocupando el puesto de su madre, siempre estaba jalándole las orejas a su hermana cuando esta se portaba mal-algo que pasaba muy a menudo-ya que su padre no lo hacía y jamás lo haría, el siempre justificaba las acciones de Daniela echándole la culpa a otras y era algo que su madre solía reclamarle, pero ahora que ella no está Daria es la que hace eso.

—Me ayudara Papá así que ya no te quejes y mejor cállate —explico Daniela con un tono grosero, pero sin quitar su mirada de Steve el cual al escucharla negó con la cabeza y cuando Daria iba a regañarla Steve empezó hablar.

—Disculpa ¿Qué edad tienes? —pregunta con tranquilidad y esta vez sin una doble intención.

—Puedo tener la edad que desees —Daniela se recargo en el barandal negro de las escaleras que conducían al segundo piso.

Más que un profesor // Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora