CAPÍTULO 29

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Al fin amaneció, aunque no he cerrado los ojos en toda la noche. Menos después de la inesperada llegada de Sofía, en la que se supone sería mi noche de bodas con Keiner.

Estoy agotada, pero he adquirido esa manía de no poder dormir hasta saber dónde está Keiner, y como me lo imaginé no regresó en toda la noche, no sabía si aún seguía por la mansión o si decidió irse a otro lugar, por lo que decidí esperar a que volviera, , debió ser difícil y a la vez calmante saber que Sofía no estaba muerta.

Interrumpiendo mi estado inconsciente a causa de los pensamientos y del sueño, escucho como tocan la puerta, corro rápidamente a abrirla esperando que por un milagro sea Keiner.

Involuntariamente mi semblante se deprime al ver que no es el
—Parece que no te alegra verme.

—Al contrario, necesitaba hablar con alguien y agradezco que seas tú —trato de acercarme para abrazarlo, pero se aleja.

—Me encantaría abrazarte ahora mismo hermosa, pero se supone que soy tu nuevo guardaespaldas y que en esta casa hay cámaras por lo que no sería lo más conveniente.

Me había olvidado de ese pequeño detalle. Pero no puedo ocultar mi pequeña felicidad por ver a Benjamín —No se supone que te cásate ayer ¿Dónde está tu esposo?. Yo pensaba en venir con los ojos vendados por si estuvo potente la noche y veía algo que no me competía —cuestiona mirando alrededor de la habitación.

—De eso te quería hablar, han pasado algunas cosas y necesito desahogarme.

—Te parece si usamos el pretexto de que quieres ir algún sitio, para salir de la mansión, y poder hablar en un lugar donde estemos los dos solos, así dejaríamos de comportarnos tan estrictamente profesional.

—De hecho, si haces eso te podría despedir, porque la relación de mi esposa, contigo, debería ser exactamente eso, profesional—mi mirada se levanta del suelo para encontrarme a Keiner detrás de Benjamín.

Ni siquiera me di cuenta en qué momento apareció, solo sé que apareció, y que probablemente yo debería dormir ya que todos mis sentidos en general están fallando.

—Lo siento, no sabía que estaba aquí—responde Benjamín con un semblante de preocupación único. Y por supuesto taladrandome con la mirada por no avisarle.

—No te preocupes, espérame abajo, me alisto, y salimos algún lado—-lo calmo—Ahora tú Keiner, entra, necesitamos hablar.

Luego de regalarle una mirada a Benjamín que hasta a mí me dio miedo, Keiner pasa por su costado entrando a la habitación.

—No te preocupes, yo hablo con él—me despido de Benjamín antes de entrar a la habitación.

Una vez cierro la puerta, no basta ni tres segundos para que Keiner hable.
—Lo coloqué como tu guardaespaldas porque así te lo prometí, pero sé que ambos tienen historia, así que mejor anda avisándole que no puede llevarte a los lugares que él quiera, mucho menos para "charlar".

—¿Por qué, ahora voy a tener que infórmate a ti cada vez que salga?

—No es eso, simplemente, no me parece adecuado que salgas con él cuando no es necesario.

—Mira Keiner, te lo voy a decir una vez y espero no repetirlo...Benjamín es mi mejor amigo, tiene novia y yo puedo salir las veces que quiera con él, porque tengo boca y suficiente autonomía para poder decidir lo que hago o no hago.

Realmente no estoy de buen humor y que lo primero que haga al llegar sea una escenita de celos no ayuda en lo absoluto.

Apego mi cuerpo a la pared y tomo una gran bocada de aire para tranquilizarme—¿Dónde se supone que estuviste toda la noche?

Amber ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora