CAPÍTULO 16

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Después de llorar toda la mañana en los brazos de Keiner, me obligó a tomarme las pastillas, y gracias a ellas me relaje muchísimo más.
Él se ha quedó en el sofá de la habitación a esperar a que me durmiera por un rato más, esperé que al abrir los ojos ya no estuviera, pero es lo primero que veo, su rostro.

—¿No tienes nada que hacer? —pregunto al darme cuenta que sigue en el mismo lugar. Se encuentra casi que acostado en el sofá, con su ropa de gimnasio habitual y su cabello negro desordenado, sus ojos me examinaban con dedicación.

—De hecho, antes de venir a verte tenía planeado ir al gimnasio, pero como nuestra conversación demoró más de cuenta, y ya que no te veías muy bien, decidí quedarme y asegurarme de que no vayas hacer ninguna tontería digna de ti.

Le hago una mueca de fastidio.
—¿Como es posible que estés tan musculoso?—le cuestiono mientras estiro mis brazos sin levantarme de la cama.

En serio tengo esa duda, nunca he entendido cómo se le forman los músculos en la panza y en los brazos, y Keiner claramente los tiene muy bien marcados, sus manos se ven fuertes y las venas se notan en ellas, parece que pasa días metido en el gimnasio, debería adoptar esos hábitos, pero no, aquí estoy llorando y leyendo para persistir.

Me responde con una sonrisa, mordiendo su labio inferior, y volviéndome a recorrerme con aquella mirada indescifrable.

"¿Acaso trata de coquetear conmigo?"

Eso claramente no va a funcionar, no se lo pregunté con la intención de que sonara como morbo, simplemente fue una idea para sacar conversación.

Quedamos un momento en silencio, aunque puedo percibir perfectamente que quiero decirme algo, pero sigue ahí, sin decir absolutamente nada.

—¿Vas a hablar de una vez?—musito fastidiada.

—¿Cómo sabes que quiero decirte algo?—frunce el ceño.

Buena pregunta, aunque no tengo una respuesta, simplemente lo sé y ya.

—No lo sé, lo imagino, parece que tu cabeza estuviera pensando a mil por minuto.

—Parece que me conoces bien—sinceramente no, pero si él quiere creer eso, no voy a discutir. —Tengo que contarte algo—Al ver la seriedad en su rostro decido quedarme muy quieta y mirarlo directamente, parece ser importante.

—-¿Qué ocurrió? Me imagino que no es una gran noticia.

—Papá comunicó que vendría a quedarse unos días en la mansión, debe estar al pendiente de algunos negocios que se desarrollarán aquí.

La noticia me cae como un balde de agua helada, detesto a ese señor, además sé de las cosas que es capaz de hacer y de lo machista de sus comentarios, por lo que no me agradaba para nada la idea.

—Está bien, no saldré de la habitación cuando llegue, así no lo veré—no quiero darle importancia a su llegada.

—Ese es el problema, Amber—le dedico una mirada confusa —Papá tiene que ver que somos una pareja consolidada, que hemos formado una familia.

—¿Y entonces?... ¿qué es lo que específicamente quieren que haga?

—Tienes que pasar bastante tiempo fuera de habitación, puedes pasear por el jardín, ir al jacuzzi o si quieres puedes salir de la mansión, aunque para eso te debe de acompañar un guardaespaldas, todos los miembros de la familia lo tenemos, por otro lado, sé que siempre comes aquí en el cuarto, pero mientras papá este aquí tendrás que cenar en la mesa principal con todos —hace una pausa antes de seguir y traga grueso—Debemos pasar la mayor parte del tiempo juntos, ya sabes...justo como lo hacen nuestros hermanos , y lo más importante... dormir en la misma habitación.

Por instinto niego repetidamente con la cabeza, eso ya es mucho para mí.

—Solo será por unos días, si yo me quedo en una habitación y tú en otra, papá lo verá bastante extraño y claramente se dará cuenta ya que hay cámaras por todos los pasillos, es fácil engañarlo mientras no está aquí, Iker es ingeniero en sistemas, sabe todo acerca de eso y él logra que las cámaras enfoquen en lugares estratégicos, si no fuera por él, papá ya se hubiera dado cuenta que ni siquiera salimos juntos—explica.

—Entiendo, me olvidaba que esta casa es como una maldita prisión, el único lugar donde no estoy vigilada es en este cuarto, doy un paso fuera y tengo diez cámaras grabándome—digo con fastidio.—Dormirás en el sofá, obviamente—le aclaro.

—Me encantaría, pero.... No puedo, tengo problemas en la espalda a causa de un disparo que recibí hace algunos años, no puedo dormí en cualquier lugar.

¿Acabo de oír que recibió un disparo? ¿Pero él se ve bien? Realiza ejercicios.

—¿Cómo qué un disparo?

—No es importante, te lo contaré después—desvía el tema—Te prometo que durante esos días, aunque tendremos que fingir ser pareja, no te voy a besar ni a tocar si tú lo lo quieres, te voy a respetar Amber.

—Lo sé Keiner, igual, si no lo hicieras te pegaría una patada en lo que tienes ahí en la entrepierna, y sería un asunto solucionado—respondo con una sonrisa, tratando de evitar la mezcla de sentimientos en mí.

¿Cómo le habían disparado a Keiner? ¿Tendría que dormir con él? Lo detesto, claro, pero si tiene un problema, no pueda dejar que se muera del dolor durmiendo el sofá, puedo ser dura, pero no cruel.
Además, no soy de las chicas que cree que dormir con un chico es sinónimo de algo importante. Sé controlarme, no soy una adolescente con hormonas alborotadas, así que dormir con Keiner quizás no sea un problema, la cama es gigante, ocupa casi toda la habitación, no habrá problema con el espacio en lo absoluto.

—¿En qué piensas? —Keiner interrumpe el hilo de mis ideas.

—Nada importante...después de todo tú me apoyaste en la mañana y el cuarto es lo suficientemente grande, no hay problema, dormiremos en la misma habitación y por ende... en la misma cama.

—¿Eso debería de alegrarme?—pregunta con su sonrisa de galán.

—No, la cama es gigante, tu dormirás de un lado y yo del otro, nada de invadir el espacio del otro.

Me hace una mueca que provoca que suelte una risa por lo bajo.

—Tienes una sonrisa muy tierna—admite saboreando cada palabra que me dice.

Siento mis mejillas arder, por lo que imagino, ya estoy roja de la pena.

—Cabello rojizo, cejas rojizas, pecas del mismo color, y ahora tus mejillas; verdaderamente, eres como un tomate convertido en persona Amber.

—Cállate—le tiro una almohada que le da directamente en el rostro, aunque no parece molestarle, ya que me devuelve la sonrisa.

Por unos segundos nuestras miradas permanecieron concentradas en el otro, el observaba cada parte de mi rostro y yo aprovechaba para hacer lo mismo... tal vez, quizás tal vez ...no sea tan desagradable.

Su rostro ya luce como el de un hombre maduro, tiene la mandíbula perfectamente definida, cejas gruesas y ahora una barba que le da un toque seductor, sus ojos siguen teniendo ese destello entre azul y verde. Y ni hablemos de su cuerpo, ya acepté que lo tiene muy bien definido.

Para mí mala suerte, Keiner Foster es malditamente atractivo.

Desvío mi mirada, haciendo que él haga lo mismo, parece haber guardado cada detalle de mi rostro.

Al notar que sus ojos vuelven a posarse en mí, le doy una mirada extrañada. ¿El concurso de mirada ya ha terminado, no es así?

—Creo que necesitas tomar una ducha y relajarte, así que me retiro, fue un placer velar tus sueños Amber—me dedica una última mirada, saliendo de la habitación —Por cierto, no olvides prepararte para la llegada de papá—se pierde de mi vista mientras me sonríe.

Y ahora solo puedo pensar en lo que puede pasar con la llegada del Señor Foster, en las noches que tendré que dormir con Keiner y en lo mucho que me costará aparentar toda esta mentira.

Y aunque Keiner no me lo quisiera decir, sé que hay algo peor atrás de él, esconde algo, y ahora que se preocupa tanto por mí, lo averiguaré....

Amber ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora