8|Recuerdos.

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La primera vez que me hicieron disparar un arma tenía nueve años, mi padre me había llamado una noche en su oficina imaginaba que era para leerme un condenado cuento o ver películas juntos ya que era escaso tener un momento padre e hija, en cambio...

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La primera vez que me hicieron disparar un arma tenía nueve años, mi padre me había llamado una noche en su oficina imaginaba que era para leerme un condenado cuento o ver películas juntos ya que era escaso tener un momento padre e hija, en cambio, cuando puse un pie dentro me encontré con un cachorro que movía la cola llena de felicidad. Como la niña ingenua que era creí que era un regalo, papá me tendió la pistola y me ordenó que acabara con la vida del pequeño animal de ojos alegres.

Entre lágrimas me negué, me obligó a jalar del gatillo, pero terminé dándole a un jarrón y salí huyendo con el animal en brazos hasta encerrarme en mi habitación y esconderme bajo la cama.

Desde ese momento odie tanto permanecer en ese colegio, me había generado pesadillas.

Al abrir los ojos no tardo en ver a la distancia el desvio hacia el bosque, el viaje tarda unos diez minutos más hasta llegar a una bonita granja con hectáreas de maíz y un sin fin de cosechas a la redonda.

Los primeros rayos de luz ya comienzan a filtrarse tras las montañas que están lejísimos. El cielo ya se va pintando de diferentes tonos de azul. Hanssen aparca el coche frente a una casa de dos pisos de madera.

Ambos habíamos entrado en una disputa durante el viaje donde le amenacé con dejarlo varado en medio de la carretera si seguíamos viajando un día más hasta llegar a Orquídea a lo que recibí un gruñido de su parte y terminó haciéndome caso. Ahora hemos llegado a su madriguera apartado de cualquier zona urbana y vecinos molestosos. La fachada es preciosa, se ve antigua y elegante a la vez digna de ser un set para grabar películas de terror.

Sin esperarlo, del capote empieza a salir humo negro seguido de un estallido que apaga el motor de repente sacudiéndonos.

De esa forma mi coche me dice que hasta aquí llegó.

—Como te detesto —murmuro sin apartar los ojos del parabrisas.

—¿Me vas a echar la culpa?

—¡El coche no ha tenido ni un respiro y ahora se ha fregado por completo! —volteo a verlo sin una pizca de gracia —. Estupendo, ahora tendré que averiguar cómo repararlo.

—No vas a hacer nada a esta hora, irás a dormir y yo me encargaré de tu coche cuando haya luz —sale del coche sin darme tiempo de contestar.

De mala gana hago lo mismo para ir por mis cosas que están en el asiento de atrás, el frío me envuelve completo causando que mi piel se erice.

Mis cejas se fruncen cuando un chico de tes oscura nos recibe usando nada más que unos calzoncillos con estampado de gatitos dejando expuesto su cuerpo tonificado. Su cabello es corto con pequeñas trenzas rastas, de estatura alta y es guapísimo.

¿Qué clase de paraíso he venido a parar? Porque creo que no me quiero ir de aquí jamás.

Sale a toda prisa de la casa hasta llegar hacia nosotros sin borrar su sonrisa de labios sellados.

Un deseo prohibido [COMPLETA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora