27|Cuéntame un chiste.

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Los neumáticos emiten un estruendoso chirrido contra el pavimento provocando que nos sacudamos con vehemencia

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Los neumáticos emiten un estruendoso chirrido contra el pavimento provocando que nos sacudamos con vehemencia. Hanssen salta del coche para ayudarme a sacar a Ringo que apenas tiene fuerzas para mantenerse de pie, abro la puerta y él se encarga de tirar bajo sus brazos como si no pesara hacia afuera.

Entre los dos intentamos llevarlo hacia «emergencias» siendo la más cercana. Un enfermero nos mira y reacciona rápidamente acercándonos una silla de ruedas.

—¿Qué le sucede? —pregunta el enfermero empujando la silla.

—Escalofríos, vómito y dolor en todo el cuerpo, ha estado así por un par de horas —respondo con la voz agitada al tratar de seguirle el paso —. Por favor, atiéndanlo.

—Primero necesito...

—No —espeta Hanssen con seriedad —. Ahora mismo debe ser atendido, ¿de acuerdo? Apenas puede quedarse despierto.

Es suficiente para que el pobre chico pegue un respingo y asiente un par de veces con la cabeza pidiéndonos que lo sigamos hacia el elevador. Ringo murmura palabras que apenas podemos entender, durante el trayecto vomita sobre su regazo y enseguida un par de enfermeras nos avisan que lo llevarán a una habitación. Lo vemos alejarse por el pasillo y vamos tras de ellos hasta que traspasa una puerta donde no nos permiten acceder.

—Debo estar con él —me dice Hanssen queriendo dar un paso hacia adelante.

—No nos metamos en problemas, ¿okey? Esperemos mientras lo atienden, ya está en manos de los médicos.

—Y me preocupa mucho que lo descubran —sisea en voz baja.

—Lo resolveremos —tiro de su brazo para alejarlo de aquellas puertas donde solo personal médico puede cruzar —. Mantengamos la calma, si entras en pánico yo también lo haré y será todo un desastre.

—D-De acuerdo.

El olor a antiséptico me provoca un revoltijo combinado con el vómito. Ringo lo había hecho varias veces en el coche que algunas gotas se adhirieron en mis zapatos. Hanssen se queda de pie alado del baño mientras me encargo de limpiar. No quiero que me echen del hospital.

Veo mi horroroso cabello luego de quitar las manchas de los zapatos. Trato de arreglarlo con agua y mis dedos que se atoran entre los mechones.

«Qué bueno que no se enamoraron de mí por mi cabello».

Salgo de prisa del baño alcanzando a Hanssen que se ha sentado en un sillón sin apartar la vista de aquellas puertas. Su pierna derecha sufre de un tembleque mientras remueve sus dedos sobre su regazo.

—Mako.

—Mmm...

—Cuéntame un chiste, por favor.

—¿En serio?

—Lo necesito.

Me suplica volteándome a ver y busca mi mano.

Un deseo prohibido [COMPLETA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora