Epílogo 2

2.3K 42 17
                                    


Parte dos:

-Gracias...Ainhoa - digo respirando un poco mejor, pero mi corazón está tan acelerado que está a punto de darme un paro cardíaco, mis manos tiemblan y sudan, creo que vomitaré o me desmayaré... estoy demasiado nervioso y ninguna de las opciones anteriores es buena.
-¿Seguro que estás bien?, te ves muy pálido- dice preocupada. Intento responderle pero un fuerte mareo hace que me tambalee, por suerte alcanzo a agarrarme al coche- no estás bien- sentencia- ¿vives cerca?- yo niego.

-A unos 25 minutos en coche si no hay tráfico- respondo y ella hace una mueca rara.
-¿Sabes que por la hora hay muchísimo tráfico verdad?- me pregunta y asiento mirando el suelo- yo vivo a un par de calles y puedes descansar un poco hasta que te sientas mejor- dice y me quita las llaves de mi coche - vamos ya, que estos zapatos me matan- sonrío levemente ante sus palabras, sigue siendo la misma chica mañosa de antes que no soporta los tacones. En todo el camino no quise mirarla, no quiero que note los nervioso que me pone.

-Toma asiento- dice apenas entramos a su departamento. Sin decir nada hago caso, observo el lugar y es bastante bonito, conociendola lo decoró ella misma. Debe ser el doble de grande de su antiguo departamento, pero sin quitarle lo acogedor que solo logra hacerlo ella... mi Ainhoa - recuéstate mientras, yo necesito cambiarme o moriré de calor, ya vuelvo- termina por decir y yo asiento embobado por lo guapa que es, nosé si es porque no la veía hace mucho tiempo o porque con los años se a puesto mucho más preciosa de lo que era antes. Lo importante es que la veo bien, volvió a tener ese brillo en sus ojitos, la última vez que la vi no tenía ese brillo que la caracteriza y fuí yo quién se lo arrebató en ese entonces.
-¿comiste?- me pregunta a mis espaldas y niego de inmediato. Había olvidado que nisiquiera había desayunado ya que cuando mi madre me llamó yo estaba durmiendo aún. Por encima de mi hombro veo que entra a otra habitación, supongo que es la cocina, tardo unos minutos y trae en sus manos dos vasos con zumo de naranja y me da uno- ¿te sientes mejor?- la observo y le sonrío.

-Sí, gracias pe...- me callo de inmediato, no sería bueno tomar confianza tan rápido, la puedo espantar diciéndole pequeña como le solía decir antes- Ainhoa - ella asiente. Se sienta a mi lado y la observo detalladamente mientras bebe su zumo... tiene el pelo mucho más largo, las facciones de su rostro se marcan bastante, usa algo de maquillaje, aunque sin él se vería igual o más hermosa, su delgado cuello luce un colgante de oro con un corazón pequeño que envuelve otro corazón más grande, el vestido que lleva hace que le resalten los pechos, se ven mucho más grandes de lo que recordaba, sigo por su abdomen y ¡mierda!- ¿e... estás e... em...- tartamudeo sin lograr completar mi pregunta. Ella sonríe tiernamente y posa su mano en su pancita.

-Sí- responde Ainhoa - estoy de 5 meses- su sonrisa da felicidad, pero ese molesto nudo en mi garganta a penas me deja hablar.
-Fe... felicidades- vuelvo a tartamudear, intento calmarme- ¿ya sabes el sexo?
-Niña- responde Ainhoa con orgullo y yo asiento mirando el suelo . El recuerdo de nuestro bebé viene a mi mente... ¿habría sido niño o niña?... si no hubiese sido un hijo de puta en ese entonces, nuestro hijo estaría por cumplir 4 añitos- nosé si lo sabías pero... nuestro hijo también era una niña- dice como si me hubiese leído la mente. Quedo en shock mirándola sorprendido, una niña... era padre de una hermosa niña... cierro mis ojos intentando calmarme pero mis impulsos son más fuertes.

-Ainhoa ...- llamo su atención y me arrodillo ante ella- me arrepiento tanto de todo el daño que te hice en el pasado, fuí un imbécil pero por favor perdóname- ella me mira asombrada- desde que te fuiste no hay día en que no me arrepienta por lo idiota que fuí, porque eres una mujer increíble, porque te extrañado cada maldito día que ha pasado, porque no he conocido a nadie que se asemeje a ti, por favor perdóname- ella me observa con sus hermosos ojos y me sonríe.
-Ven aquí y dame un abrazo- dice. Aún arrodillado en el suelo me acomodo y rodeo su cintura con mis brazos, apoyo mi cabeza en su pecho, volver a sentir su aroma, su piel y su tierna caricia en mi espalda me hacen sentir en paz, en casa.
-Ven conmigo Ainhoa ...- susurro sin despegarme de ella- vámonos lejos de aquí, lejos de todos, soy capaz de dejar todo por ti mi amor, sé que debí hacerlo hace años cuando tenías a nuestra pequeña en tu barriga, pero ahora cambié- me separo un poco de ella para mirarla a los ojos y pongo mis manos en su barriguita, la bebé se mueve dentro y siento algo inexplicable junto a felicidad... felicidad que no sentía hace años- estoy dispuesto a cuidar de vosotras , amaré a tu hija como si fuese mía, te amo Ainhoa , siempre te eh amado y estoy dispuesto a todo por ustedes.
-Eric ...- dice la observo atento. Estoy muy nervioso y ansioso, necesito que me vuelva a aceptar y poder besarla... ¡joder!, cómo necesito sentir sus labios, su calidez, poder acariciarla y no soltarla nunca más. Me toma del brazo con delicadeza para que me siente a su lado, cuando está por hablar nos interrumpe el sonido de unas llaves abriendo la puerta, la observo extrañado, pensé que vivía sola.

Decisiones   ~ Eric Garcia~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora