◾7◾"Duelo"

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El vampiro menor, desesperado por saciar su endemoniado libido luego de quedar enloquecido con el aroma y la piel del exquisito rubio, bien entrada la tarde se dirige hacia las calles de aquel pueblo que rige bajo sus propias reglas sin importar el comisionado o lo que pueda decir su influyente hermano mayor.

Demasiado tuvo con aguantarlo sobre que iba de salida y se lo encuentra diciéndole que se comporte, que en la casa hay reglas, que se le olvidó que debía ir por su oficina de antemano en vez de pasarse toda la tarde encerrado, que de verdad esta vez lo necesitaba y que deje de comportarse como un niñato malcriado.

Así que huyendo como bien sabe hacerlo en los últimos tiempos, mientras se ríe gritándole que de niñato no tiene nada, se pierde entre las brumas propias de las zonas bajas. Aferrado a su abrigo ya que el infame clima va haciendo de las suyas bien entrada las penumbras.

Velozmente se aleje de su morada, con la sola idea de perderse presto dentro de algún cuerpo. Necesita sentir que larga parte de lo que quema por dentro aunque la sola idea de que sea otro humano u otra humana que no sea ese esbelto rubio no le agrada para nada. Pero (lamentablemente) para su maldita mala suerte cuando se trata de aquel infame con novia, que promete desquiciar su cabeza partiendo desde su aroma, no encuentra la manera de reclamarlo como la bestia que puede ser si se deja. Y en vez de eso, actúa como un cordero mal arriado.

Así que muy por el contrario y por primera vez en demasiados años, maldice tener la impresión de no poder corromper su ser sin importarle una mierda... ¿Acaso el señor de las sombras, dueño de las calles de la zozobra y la escasa cordura, puede sentir alguna clase de anhelo o apego innecesario?

Remueve su cabeza así como sus renuentes pensamientos, ya demasiado imposible le parece no querer sorber hasta dejarlo malditamente seco para creer que podría sentir alguna clase de afecto más allá de la exacerbada necesidad de poseerlo.

Más adelante, unos ruidos de copas estrechadas con algarabía dirigen su atención en concreto. Un par de risas más un timbre de voz conocida por sus más ínfimos rememores provocan que se deje llevar por aquel suave sonido que escapa de esa garganta que clama sin tener conocimiento certero de querer recibir su mordida. Alejando, de inmediato, todo pensamiento de querer ambicionar alguien ajeno para suplantar su penuria.

E incrementando cada uno de sus sentidos, se deja llevar arrastrado por aquel sonido como si fuera una potente droga para sus oídos. Pero se frena en seco en aquella ventana, al percatarse de que el dueño de sus recurrentes locuras sonríe abrazado y a los besos con aquella fémina que fue su primer mira.

Dolido como su tuviera derechos, maldice al verlo feliz sonriendo al lado de aquella muchacha. Él debería ser quién provoque que esa pecaminosa boca emita sonidos, y le calcula que para nada serían risueños según sus más obscuros pensamientos. Así mismo no puede evitar sentir la envidia recorrer por cada frío nervio de su cuerpo. Y sobrepasado en sensaciones que nada tiene que ver con el libido, se mete de lleno en aquel recinto gastronómico de alta clase social, lugar repleto de hipócritas caballeros de la más fina sociedad.

—Señor... ¿Tiene reserva? —le cuestiona un frágil y pequeño ser al ingreso. Ser al cual el menor de los no muertos observa de arriba a abajo con su mejor cara de pocos amigos.

—¿Acaso necesito reservar para beber en la barra de su más sofisticado fino? —acusa Jung Kook al tembloroso tipo. Al cual se le traban las palabras sobre que percibe el mantón renegrido que exhala el vampiro como aura.

Por supuesto que son solo palabras, porque beber como quién dice beber es una simple metáfora para el ensombrecido.

—Por supuesto que no señor, si me permite su abrigo, se lo resguardo con gusto. —Anuncia el recibidor con entrecortada voz y algo tímido.

—Así estoy bien, no necesito sacarme nada, con su permiso. —Finaliza abriéndose paso hacia la majestuosa barra de nogal bajo la atenta mirada de la novia del joven rubio.

Acción que no pasó para nada desapercibida por el inquieto aparecido que procede a sentarse en la parte más lejana de la barra desprovista de espejos frente a sus narices. Y solicitando al personal que se arrima de inmediato, de que le sirva una copa de su mejor vino. No puede estar sin pedir nada, así que ya verá como se las apaña para aparentar consumir de esa negruzca y desagradable bebida.

Pero al cabo de unos minutos, minutos que parecen eternos para aquel que espera por siglos que suceda algo más de lo mismo, percibe una fuerte y conocida presencia a su lado. Y cerrando sus ojos se deja inundar por intensos olores que le traen recuerdos de buenos momentos no vividos o de situaciones que podrían transportarlo en otro plano.

—Señor... le voy a pedir, amablemente que por favor se retire. — Cuestiona esa voz que hace fluir sus más obscenos pensamientos cual narcótico inyectado en vena y que sumado al intenso aroma que desprende su sangre dulzona, lo traen malditamente poseso.

Entonces, abre sus ocelos sintiendo como las iris de sus ojos abarcan su cavidad por completo. Y emitiendo una gutural voz con una sonrisa que nace sin darse cuenta, se gira paulatino para enfrentar por primera vez y cara a cara, a aquél que juega sin quererlo; con su efímera cordura.

—¿Y se puede saber el por qué tendría que retirarme..? ¿Señor? — emite mirando directo a los ojos del rubio. Sintiendo como cada palabra que sale desde su boca, se pierde en el retumbe de su propio eco cuando él mismo se pierde en esos estremecidos ojos que lo observan complejo y sin perder detalle de cada fracción de su rostro.

El joven rubio frente a sus ojos percibe como sus piernas flaquean y ceden ante semejante, imponente y oscurecida mirada. Y una inminente sensación de conocer al dueño del promotor de lo que advierte, lo atrapa. Pero rascando en los confines de su mente distorsionada por cosas que siente y que no debería sentir para nada, no logra atar los cabos de su confuso cerebro que parece querer dejarlo expuesto en sus dudas y cuestionamientos.

—S-solo... V-váyase ¿Quiere? —súplica el joven abatido y bajando su rostro frente a lo imponente del otro.

—¡Míreme! Y dígame por qué debería retirarme, pero mirándome a los ojos —el no muerto nota como la frecuencia cardíaca del exquisito y endeble rubio se dispara como caballo a galope de carrera. Y logra darse cuenta de lo que significa para el bello humano, que las estúpidas marionetas a sus espaldas logren ver cómo se desenvuelve.

Un sonido de reproche se escapa desde las fauces del no muerto. Molesto al no gustarle ni mierda que el rubio sea tan débil ante la vista del resto de sus condenados pares y de su supuesta prometida. Prometida que, aparentemente, solo tiene ojos para mirar indecente al señor de las sombras. 

—Debería actuar como a usted le dé la reverenda gana. Y no buscar la aprobación del resto de la manada de imbéciles que lo acompañan —le suelta bajo un gruñido recriminatorio y sin ni siquiera observarlo —. Y si le atraigo a su enamorada... ¿Puede usted culparla por no poder resistirse a mis encantos? O bien, permítame que le saque las ganas...


















😏🤣

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Los amito mucho♥️
















"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora