◽44◽"Expiación a la locura"

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Lejos de estar en su fase más cuerda y arraigado a lo que su instinto le dicta, el no muerto implora porque alguna deidad de los desafortunados humanos se le materialice, y le impida hacer lo que su insana cabeza le dicta.

Apegado al afrodisíaco aroma que desprende la piel del condenado rubio más el fermento de sus sustancias viscosas, elixir que tiene el placer de probar con su boca, el vampiro debate en si tener un parvo de piedad con su magnífica entrega o tomarlo como un desquiciado y de una.

Y es que la agonía que le implica al no muerto el tener toda esa lechosa piel al alcance de sus labios, sumado a la expuesta arteria de su ingle que insana (para su propia estabilidad mental) palpita gustosa, lo tiene en un debacle mental del cual se quiere alejar sobre que observa al humano terminar de largar todo adentro de su boca.

¡Maldito infierno! Ser una condenada bestia nocturna que debe priorizar su innata naturaleza por sobre las necesidades del otro.

Pero Jimin, lejos de pensar con claridad se envalentona, aunque luego lo invadan incertidumbres acompañadas de crecientes temores cuando tome real consciencia.

Aún así, apretando nuevamente sus piernas susurra: —No me dejas pensar con claridad, si tengo tu aliento a centímetros de mi sexo y de mi palpitante cuerpo... Es que temo bajar la guardia y que -finalmente- me consumas.

Entonces, resuena el áspero sonido de la frustrada risa del vampiro que luego de dejar un húmedo y sentido beso en la sensible zona, anuncia certero y con un creciente malhumor enmarcado en toda su faz:

—Tú, dijiste que no temes jugar con fuego. Y ahora que estás pisando brasas calientes ¿te asustas? Al final, debo suponer que mis resueltas palabras nunca fueron ni serán largadas en vano. Tú... no estás, ni estarás preparado para esto —procede a bajarlo despacio mientras acomoda lentamente su ropa —. Así que, hazme caso de una buena vez y no jodas. Deja de alimentarte con fresca sangre que solo provoca que necesites del placer que refiere su menester. Y desde ya te digo, que si esto sucede de nuevo, no creo poder ponerle paño frío a lo que dicta mi maldito instinto. Estás advertido. 

Y ante sus dichos, veloz se aleja el vampiro. Pseudo ofendido con él mismo, por caer una y otra vez en su maldita sonrisa, por ceder ante el calor de su cuerpo, y en todo lo que el condenado rubio le despierta por dentro.

Pero ante la inoportuna insistencia de aquel que lo frena sin tener en cuenta las malditas consecuencias de sus actos, refunfuñando regresa hasta donde se encuentra tirado y malherido el humano. Y ante la atónita mirada del rubio, se agacha y clava sus filosos colmillos en la demacrada piel de su cuello.

Solo insignificantes respiros se escuchan flotando en el sombrío escenario. Dejando moribundos quejidos solo al alcance de los  exacerbados oídos de ambos. Completamente dispuesto, el no muerto, a demostrar de lo que está hecho y de lo que debería ser capaz, el medio humano, al ser -finalmente- transformado.

—Por favor... no lo hagas, te lo ruego —sale entre apenas audibles lamentos por parte del rubio.

—Esto es lo que soy Jimin —levanta su roja mirada mostrando el fuerte tinte de su rostro —, y lo que serás si no eres capaz de dejar de jugar con fuego. Ahora ¿estás dispuesto a convertirte en un condenado asesino por no querer alimentarte como lo hacías antes? ¿O prefieres que te chupe hasta prácticamente matarte, y así convertirte en una verdadera bestia sedienta de sangre?

Y el medio humano, asustado por escuchar la cruda realidad desde la boca del no muerto (más su antinatural deseo) solo puede soltar caminos salados conformados por la clara frustración de no querer ser lo que anhela con todo su ser.

Maldiciendo por lo bajo, el no poder actuar con la suficiente valía para dejarse convertir sin que todo le importe, absolutamente nada. 

Así es que, sin perderle la mirada, la sedienta alimaña desgarra parte de la piel del moribundo para darle al medio humano, un escenario aún más lúgubre para su total desagrado.

Y aunque el vampiro menor no suele alimentarse hasta matar a su presa. Necesita demostrarle, de una buena vez, su innata naturaleza. Provocando así a que el rubio decida, si seguir o abandonar el juego de tentar a la bestia.

Así es que el rubio decide, aturdido al verse reflejado en ese desagradable acto, socorrer la vida de aquel que comparte "raza" según sus creencias. Siendo en vano cuando es empujado con extremada fuerza hacia el otro lado.

Silencio... La larga pausa sin sonidos se sucede en cuanto el cuerpo tirado deja de emitir sus últimos alientos. Dejando al medio humano en un estado de shock, al ser participe actuante del suceso. Ya sea por haberlo probado a lo bocado o por ser cómplice de su desafortunada muerte.

—¿Q-qué h-has hecho?

Cuestiona el medio humano, aguando sus ojos y repleto de sentimientos encontrados. Sentimientos que le pesan sobre que observa el rostro carmín del asesino frente a sus ojos. No quiere ni puede aceptar, que su incipiente naturaleza le clame esto.

Y aún así... se nota correcto, asqueado y enfermo en partes iguales, al sentirse completamente apasionado por el insano morocho.

Pero el vampiro, preso de los designios de su propio destino y entregado a los dejes del olvido, solo se eleva. Dejando al inerte y tiznado cuerpo tirado como desecho mientras dictamina: —¿Y encima preguntas, que qué he hecho? Hice lo que vas a hacer tú, si no te frenas o me frenas a tiempo... Y agradece que no te tomé a la fuerza, porque te juro que ganas no me faltan, me abundan por completo...



































Nos queda nada para el final🥺

Gracia por tu apoyo y por dejarte llevar en cada sentida letra🥰

Los amito mucho♥️

"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora