Luego de que a la fémina la corrieran prácticamente a sutiles empujones, el joven rubio se recuesta replanteando en su cabeza que son todas esas sensaciones que florecen cada vez que su mirada se cruza con la del maligno hombre bestia.
A sus espaldas, el hermano dueño de la colorida pieza trata de consolarlo de alguna manera, diciéndole que todo aquello que sienta y perciba exagerado, es una cuestión de dejar pasar las siguientes horas para regresar a la normalidad; como si nada hubiera pasado.
¿Realmente se puede borrar cada sensación que recorre la trémula piel del joven rubio? Si cuando cierra sus ojos, lo ahoga el frenesí de volver a vivir la necesidad de ser consumido como si fuera tan solo un trozo de carne.
¿Es posible regresar a la normalidad? O mejor dicho sería preguntar...¿Realmente quiere regresar?
—En serio Jin, estoy tranquilo, algo adolorido pero tranquilo, y gracias por tus consejos y cuidados —suelta Jimin desanimado luego de haber pasado millones de instantes preguntándose fríamente en su cabeza, si es que realmente tiene miedo de que aquí le hagan daño o si realmente lo asusta el que por dentro, todo su cuerpo perciba totalmente lo contrario.
El hermano del medio, solo busca darle de algún modo consuelo, sabe que la cabeza del humano debe estar de todo menos cabal en estos momentos.
Pocas son la veces que tuvo conocimiento de que luego de un ataque casi completado, y sin borrar los recuerdos, la mera cuestión finalice en sus mejores términos. Y no quiere para nada, ver sufrir a su hermano. Ellos podrán ser malditos monstruos o alimañas como algunos aldeanos los llaman, pero lo que él ha visto en los renegridos ojos de su pequeño hermano... dicta de todo menos de ser malvado.
Un fogoso sentimiento del cual creyeron por años de que ellos no podían ser capaces de disfrutarlo. Un anhelo que quema por dentro como la percepción leída en cuentos de una dolorosa estaca de madera clavada en su pecho.
—Dicen, que el amor puede sentirse como sinónimo de dolor ¿Tú que piensas? —suelta Jin tanteando el terreno mientras finaliza con el acomode de frazadas sobre los pies de su lecho.
Y el rubio, perdido en sus cavilaciones, se pega la vuelta para finalmente observarlo y responde: —¿Y a qué se debe esa pregunta? Si te refieres a ser mordido y engañado para fornicar como un conejo, no veo dónde está el amor en todo esto.
—Quizás... ahí está la cuestión, cariño, habría que verlo. Bueno, yo me voy retirando y te dejo tranquilo. Luego la mucama te traerá un preparado para cenar y disculpa si no puedo acompañarte. Como verás, debo retirarme a chupar —finaliza Jin entre risillas la darse cuenta de la cara de asombro que coloca el joven en sus aposentos.
—No es fácil Jin ¿Sabes? ¡¿Cómo hago para sacarme esta percepción de la maldita cabeza?! —suelta el rubio exasperado de manera repentina y agarrando con suma aprensión sus cortos cabellos.
—¡Hey! Tranquilo cariño... —suelta Jin arrimandose a su lado y retirando los dedos de su mano clavados en su blonda cabellera —. Y de verdad lo lamento, pero no podemos dejar de ser quienes somos. Y no somos malvados aunque parezca todo lo contrario... Jung Kook, ha pasado por tanto. Y al ser el menor, siempre fue el más rebelde y mimado del seno familiar. Pero es un buen muchacho. Estoy más que seguro de que está completamente arrepentido de no haberse podido controlar a tu lado —finaliza el consanguíneo del medio.
—¿Pero, por qué? —cuestiona el rubio aturdido y enrojecido sus ojos producto de su incipiente delirio.
—Eso solo puede contestarlo él ¿No te parece? No tengas miedo de hablarle —sugiere Jin retirándose de su lado y dejando al rubio con más dudas de las que tenía antes.
Al pasar de los minutos en donde las horas se convierten eternas, y luego de tratar de engullir parte de la bendita cena que sabía a la nada misma, decide dejar los aposentos y los malditos fantasmas de lado, para dirigirse sin rumbo alguno sobre las penumbras de los largos pasillos de la mansión de los tres hermanos.
Supone que ya debe ser entrada la madrugada, ya que el renegrido cielo que asoma por entre las cortinas de las inmensas ventanas denotan un sereno y un silencio inconfundible que solo reina en el espacio que abarca entre la media noche hasta el alba.
Solo percibe el frío del piso que se pega como ventosa a la piel de sus desnudos pies. Mientras el total de su cuerpo quema, de alguna manera, como si estuviera rodeado de encendidos leños que provocan que la fina camisa que se acomoda a las formas de su piel, simule una abrigada manta térmica.
Un par de metros más adelante, se observa en un gran espejo. Enrojecido en su rostro y cuello, se percibe de algún modo erróneo, un elemento erótico y predispuesto para el placer de otros.
"¿Pero qué demonios?" Se cuestiona en su mente al verse tan predispuesto frente al espejo a tocarse sin reparo alguno sobre cada relieve suyo, hurgando en su nefasta memoria como se sentiría nuevamente esas firmes y gélidas manos puestas en su sensible soma.
De repente, siente un efímero tacto sobre su cuerpo que definitivamente no es el suyo. Pero su alocada cabeza grita, de alguna manera, que es todo lo que está correcto.
Y se mira fijamente al espejo, buscando al causal que bien sabe quién es en lo más recóndito de su cuerpo. Y de más aturdido y sin poder observarlo cuestiona: —¿Por qué no puedo verte?
Un fugaz aliento sobre el lóbulo de su oreja, promueve el flaqueo de sus condenadas piernas. Y entonces cierra sus ojos apoyándose inconscientemente en aquel toque, porque lo que no puede ver con sus ojos, lo percibe de alguna otra manera.
—Es mi reflejo el que no ves... —susurra ronco el no muerto menor sobre la sensible piel de su cuello —. Es parte de mi propia naturaleza así como volverme loco con el propio aroma que emana tu afrodisíaco cuerpo, mi humano bello.
Los dedos del vampiro menor recorren si un ápice de duda cada ondulación del tembloroso cuerpo del joven rubio bajo su mano, grabando a fuego vivo con sus huellas dactilares, cada sensación que recoge.
—¿Por qué? —cuestiona nuevamente el rubio ladeando su cabeza para dar más acceso a la erótica lengua de la bestia.
—No preguntes, solo disfruta —dictamina el vampiro menor con una profunda voz que provocaría la caída de los muros de cualquiera que ose dejarse sentir por lo que el rubio atraviesa.
Jadeante y acalorado, el joven humano comienza con un provocativo vaivén de caderas apoyando sus manos hacia el espejo, pero sin abrir sus párpados bajo ningún aspecto. Temiendo darse cuenta realmente de que es un enfermo del calor del momento, un engendro producto de la malsana necesidad que la bestia plantó sin permiso en su condenado cerebro.
¿Pero a quién quiere engañar? Si todo su cuerpo profesa las tremebundas ganas de sucumbir bajo las penumbras de este sensual acecho. Pero aún así, su maldito cerebro no deja de cuestionarse si todo lo que siente no es más que una enferma necesidad producto de lo que el hombre bestia le ha echo.
—Mírate humano, abre tus ojos y observa tu reflejo mientras me sientes... Mira como se pone tu cuerpo al sentirme con cada fragmento de tu soma, niégame de frente que no caliento cada parte de tu sistema...
Omaigad con este par😏🥴
Gracias por leer, comentar y votar 😍
Los amito mucho♥️
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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)
Fanfiction◾⚰️◾ ⚰️◾⚰️◾ 𝑼𝒏 𝒂𝒑𝒆𝒈𝒐 𝒎á𝒔 𝒂𝒍𝒍á 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐, 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒃𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒍𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒖𝒓𝒂𝒃𝒍𝒆, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒑𝒂 𝒍𝒐 𝒑𝒂𝒍𝒑𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐 𝒆𝒏...