◾12◾"Poseeme"

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Completa quemazón... Ardiente necesidad... Palabras que bien podrían expresar en parte lo que le genera al codicioso vampiro el blando y a la vez duro cuerpo ofrendando abajo suyo.

Un letargo de inseguridad recorre por cada parte del gélido soma del no muerto, al sentirse sobrepasado de la necesidad de querer tomarlo y chuparlo hasta dejarlo completamente seco como si fuera un árbol añejo. Pero sorprendido por otro lado cuando algo dentro suyo le clama, de igual manera, de que tenga piedad con el joven rubio frente a sus ojos rojos.

Una maldita e irónica dualidad que carcome las entrañas de la bestia cuando la sangre que penetra paulatinamente por su garganta lo llama a consumirlo más, mucho más de lo que debería tomar si es que quiere que el rubio luego cuente el cuento vivaz.

Aún así, no puede controlar el insano pensamiento que se le cruza en la cabeza al tener tan de cerca al exquisito y palpitante cuello del joven rubio y percibir su dureza cuando éste, se encuentra drogado con su porte libidinoso y se menea enteramente empalmado sobre su ansiosa cadera.

¡Y con un demonio! Que desea alimentarse con todas sus fuerzas de cada célula viva que compone el sistema de transporte del exquisito rubio, sintiéndose la peor de las bestias al querer enterrarse presto y rudo como su retorcida mente le exige a la primera de cambio. Sin ningún miramiento de remordimiento alguno más que sus malditos pensamientos que lo taladran. Y sí, con unas exacerbadas ganas de profanar.

Entonces, un profundo jadeo y un escalofriante espasmo se combinan sobre que el no muerto recrudece la succión sobre la muñeca del dorado joven y percibe como su interior destella en quemazón e impotencia por medir con la escasa voz de la conciencia lo que le juega en contra si se deja ser la bestia que se esconde tras su pelleja.

En otras ocasiones y años atrás, ha tomado a la fuerza, sin importarle una mierda su presa.

Pero ésta presa es especial... Y muy a su pesar, el jovial ardiente que se retuerce bajo su manto está tan dopado con su afrodisíaca naturaleza que no logra darse cuenta de que es un masculino y mucho menos un vampiro quién promueve su dureza.

Y sin querer revolver el enmarañado cerebro del joven rubio, ya que no tendría gracia dominarlo para follarlo sin que intervenga su recato, le suelta con sumo esfuerzo la muñeca para acercarse hasta su oído y susurrarle en un encantamiento lo que su ansiedad le profesa: —Déjame mamarte belleza, y mantén tus ojos cerrados.

Succiona una última gota de la muñeca del rubio y desliza su áspera lengua por el contorno, arrastrando su dulce sabor que lo pone loco y apretando con sus firmes manos el crecido bulto del humano que denota sobre sus prendas estar de más entusiasmado.

El zagal joven envuelto en una nube de éxtasis, se deja hacer al parecer de aquel ser que erótico y ronco le susurra. No distingue en realidad si es él o ella, solo percibe que la piel le quema, que su pecho se recrudece entre acentuados jadeos y que su entrepierna necesita; atención con suma urgencia.

Así que manteniendo privada de la visión a sus ojos y sin poder abrirlos aunque quisiera, agarra los largos cabellos de la negra cabellera que se encuentra mordiendo su dureza por encima de la tela.

Envalentonado en la estampa de los actos de aquel ser que se agacha encima suyo, desabrocha con suma urgencia el botón de su pantalón para tomar veloz por dentro de la tela, a su firme falo que furioso chorrea necesitando con urgencia una lengua.

Y de un certero movimiento, el rubio jadeante se hunde en la cavidad de la cabeza de aquel ser que lo promueve eróticamente. Y es que en su mente no está representada su prometida, sino la estela de la sombra de lo que lo acompaña últimamente.

Una, dos, tres rudas embestidas de su candente cadera hacia esa predispuesta boca. Y luego pellizcan unas protuberancias provocando que circule un escalofrío a lo largo de su columna... Escalofrío que sumado al deslizado de las gruesas uñas de aquellas manos que lo tantean sin pena, presiente que se viene como nunca en su vida sin necesidad de seguir jodiendo la cálida y a la vez impasible cavidad que lo adora con cada movimiento de su lengua.

Y en un arrebato descontrolado con aquella presencia que dicta ser la dueña de su hombría, y aún en una nebulosa ardorosa de éxtasis pasional que lo devora, se inclina hacia adelante. Acariciando la columna de aquel cuerpo envuelto en imperceptibles sombras que con su pecaminosos labios, le está por regalar un potente y arrollador orgasmo si se lo sigue tragando de esa espectacular manera.

Pero el joven rubio, preso y demente de su deseo por follar brusco, eleva la cadera a aquél ser que lo sigue devorando. Para luego meter su mano sin reparo entre las sombras del sexo contrario y tantear, en seco, su fruncido agujero.

El señor de las sombras, abocado a comer de su más exquisito bocado, pega un salto largando en brillantes hilos de saliva el falo del humano. Ya que no esperaba que éste diera semejante paso por ser él, un fornido espécimen macho.

Entonces, condenando al infierno a la bestia que corre vigoroso por sus venas, se gira ofrendando las sombras de su cuerpo si es que el joven rubio se anima a quebrantar sus murallas para saciar su libidinosa necesidad de desfogar su caliente lefa en él.

Cegado en el deseo de tenerlo como sea, aunque por primera vez en su longeva vida sea "él" el envase receptor de ésta ecuación...

Ya que nada le importa menos con tal de sentir que sus cuerpos se comulgan con la fuerza del deseo y la pasión...

Atracción que los acerca como metal al imán. Y que al estar excitado hasta no dar más, provoca que desenfunde su gran miembro para masturbarlo y apretarlo sin piedad.

El joven mortal, cegado en su alborozo de gozo, solo observa con extremado deseo las duras nalgas que dejan ver un ansioso y codicioso agujero cuando desliza su chorreante miembro entre medio de ellas.

Y con sus pequeños dedos, aprieta aquella cadera que con sensuales movimientos lo invitan a enterrarse presto. Pero sin intención alguna, descubre un tremendo gozo cuando su lubricado miembro se desliza sin planearlo entre la unión de esas fibrosas piernas.

Y aunque la sensación es rara, dada a la firmeza de la musculatura de esos muslos, la gloria con la envuelve a su necesitado miembro es sublime.

Así que sin pensar más de lo estrictamente necesario, el rubio se dedica a follar áspero esas fibrosas piernas. Escupiendo hacia la obscuridad para luego ingresar un profundo dedo y extrayendo así, una sonora maldición de aquel ser que se deja bajo su mando.

El vampiro, entregado a la situación que se lo requiere, no puede dejar de blasfemar en lenguas de antaño y maldecir a sus antepasados cada vez que se lo somete con el dedo. Mientras se culpa por no haber dejado que nadie de su pasado lo profane, así no pasaba como descolocado o sin conocimiento de causa.

Rápido, duro y sentido...

Con cada certero golpe, las piernas del no muerto flaquean como si se las estuvieran partiendo al medio. Hasta que el joven rubio se deja llevar por el entusiasmo y le erra de agujero, entrando de lleno con la cabeza de su falo y provocando alaridos y maldiciones en el no muerto.






















Omaigad😏

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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora