La jornada laboral transcurre entre miradas indiscretas de parte del joven rubio y desplantes continuos del pálido morocho.
A esta altura, el no muerto menor se pregunta en sus adentros, si alguna vez podrá aquel bello joven rubio dejarse ser sin miras ni cuestionamientos. Así que cansado del desaire de: te quiero, te tengo y luego te despojo. Decide zanjar por lo más fructífero para todos según él. "Alejarse para dejarlo ser". Le parece la manera más correcta que puede tener. Y cansado de equivocarse en su longeva vida de oscura bestia con otros, deja al azar del destino la dicha de poder morar entre su piel.
"Solo si el hado del destino dictamina que eres mío, disfrutaremos de los placeres que suponen embeber uno del otro". Piensa el vampiro entre hojas de datos y cálculos sin sentido, ya que su mente divaga en tratar de cerrar el conducto que dirige el aroma dulce del rubio hacia su intranquilo cerebro poniéndolo aún más tenso, sin contar que aprieta sus puños y muerde sus labios hasta el punto de sangrar por la ardiente necesidad de abalanzarse sin creces sobre su níveo cuerpo.
—¿Te encuentras bien?
Se escucha la voz del rubio como el dulce arrullo de un niño en la mente del no muerto. Y éste, preso de su necesidad y de su enojo con la situación que supone esto, le suelta: —Estoy más que perfecto ¿No te parece?
—Parece que estás enojado, digo, o capaz me parece solo a mí —suelta el joven rubio tratando de mantener una conversación con el hacedor de sus más íntimos deseos aunque le cuesta aceptarlo.
—Mira, no es necesario mantener cordialidad si no quieres... Y si, estoy enojado... Estoy enojado porque deseo tantas cosas que no puedo. Deseo como nunca desee a nadie y me enferma el saber que provoco lo mismo en esa otra persona, pero esa persona no se acepta.
Silencio, largo lapsus de tiempo en donde se escucha nada más que la nerviosa respiración de ambos, dos seres que remueven sus entrañas en el otro pero que pareciera que una muralla los separa de a momentos.
—No es fácil, deberías saberlo —anuncia el rubio aceptando que la referencia es hacia su persona —levantarte un día sediento de un hombre y también de su sangre.
El vampiro menor, luego de largo tiempo sin hacerlo, lo observa. Dejándose envolver por el bello brillo de su aniñada visión y sintiendo en su interior que todo esto, tal vez, no sería en vano. Pero enseguida lo inunda la condenada voz de la nula conciencia que le queda a lo largo de estos años y que justo decide reaparecer cuando sus acciones implican al joven frente a sus orbes.
—Lo siento, de verdad lo siento Jimin... Siento haberte hecho y trasformado en esto... ¡Por eso más me molesto! Es por eso que te digo que si te mantienes alejado de mí, tarde o temprano recuperarás la completa humanidad y esta necesidad de sed de fresco plasma se va a esfumar como el viento. Pero si no lo haces, veras la consecuencia de mis malogrados actos. Y aunque desee con toda el alma, que casualmente no tengo, tenerte entre mis brazos; no puedo pasar sobre tu persona —el no muerto menor se mira con tanto dolor que al rubio le parece imposible estar observando esto —. ¿Sabes lo que implica para mí, para el señor que todo lo puede, no poder malograr y doblegar tu humano cuerpo hasta convertirte en una puta bestia de la noche eterna? Mi amante entre las sombras, aquel que pueda forjar y dejarme forjar a su manera.
Ante tal declaración, el joven rubio solo puede dedicarse a abrir su boca sin saber bien que acotar, o mejor dicho, sin poder racionalizar todos los pensamientos que se cruzan en su descontrolado cerebro. Así que atina a abrir la boca y dejar salir lo que primero le venga.
—Lo que pasó, ya no se puede arreglar, ahora debo velar por mi futuro ¿no? Y tratar de controlar esta creciente ansia de chuparme un maldito cuello, así que mantente lejos.
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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)
Fanfiction◾⚰️◾ ⚰️◾⚰️◾ 𝑼𝒏 𝒂𝒑𝒆𝒈𝒐 𝒎á𝒔 𝒂𝒍𝒍á 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐, 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒃𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒍𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒖𝒓𝒂𝒃𝒍𝒆, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒑𝒂 𝒍𝒐 𝒑𝒂𝒍𝒑𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐 𝒆𝒏...