◾30◾"Manifiesto"

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La majestuosa mansión se convierte en un verdadero suplicio cuando por lo bajo retumba el cotilleo del gentío que, nada disimulado, señala al menor de los hermanos como el autor de los aberrantes hechos ocurridos en el pasillo durante la ajetreada madrugada.

Y bien entrada en la fría y nublada mañana nada aparentemente ha cambiado, en cuanto Jung kook ingresa a la cocina por una taza de insípida infusión incolora y no tardan nada en murmurar sobre su espalda, el vil recordatorio de lo que sucedió y que llevará consigo hasta el fin de sus repetitivos días... Si es que habría posibilidad de que llegue hasta ese día.

—Si tienen que decir o acotar algo, no lo hagan a mis espaldas... ¿O acaso se olvidan de mi agudizado oído? —suelta el menor de los vampiros. Levemente cabreado y sin enfrentar al personal, que ahora se encuentra enmudecido, a su alrededor.

¿Es qué no les basta al entorno saber por todo lo que ha pasado, que tienen que seguir cuchicheando a su alrededor como si fuera una infame habladuría?

Entonces, ante el mutismo absoluto y reinante en la cocina, se pega la vuelta para retirarse con sus manos vacías cuando es detenido por el trepidante sonido de una de sus empleadas que le anuncia en voz baja.

—El desayuno del señorito Park está listo... mi señor.

Y Jung Kook, sin entender el punto del aviso le suelta tosco y algo confuso: —¿Y a mí qué..?

Logrando que todo el personal abra sus ocelos ante su repentino y colérico comportamiento.

—Debería de estar más agradecido... — anuncia una conocida voz —Quizás le informan para que se quede y que desayune conmigo, tal vez —nítida se escucha la voz del demacrado rubio por algún lugar del recinto.

Y el menor de los hermanos, al enfocar sus ojos y sin perder de vista al que ingresa vendado a pasos lentos pero seguro le suelta formal, así como fue su trato: —¿No debería usted, estar descansando?

—No debería estar en este estado para comenzar ¿No le parece? —suelta malintencionado el rubio, actuando repentinamente rápido cuando a uno de los empleados se le desliza desde entre las manos la azucarera repleta y como una ráfaga veloz llega antes que la losa se haga añicos en el piso.

—Yo diría que demasiado rápida es su reacción como para decir que está relativamente mal —responde con una media sonrisa torcida el no muerto, mientras observa al rubio quedarse anonadado al haberse dado cuenta de su rápido accionar —lleven mi infusión y el desayuno del señorito al comedor, por favor.

—Como usted diga señor —responde una de las empleadas ante el mandato del jefe menor.

Por otro lado, el joven rubio preso del momento de impacto, solo se deja arrastrar hacia el otro lado de la puerta por aquel que impúdico lo convirtió en lo que más detesta.

Y no se da cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que un chasquido de los dedos del no muerto lo regresan a la actualidad.

—Debería descansar hasta que pasen sus síntomas —anuncia el vampiro aclarando su garganta.

—O sea... ¿Me quedo por mil años encerrado adentro? Ya me siento mejor. A parte, es tu maldita culpa —contesta ofuscado y taladrando con su visión a la despreciable bestia enfrente suyo.

—Creí que habíamos vuelto a las formalidades, joven Park —suelta jocoso el morocho —A parte, estamos a mano, no sé si recuerda pero casi se quedó con los mil años de vida que me resta... Y si mal no recuerdo, antes de eso, no le escuché quejarse, sino jadear en el proceso.

Los colores regresan con una fuerza sobrehumana sobre la dermis del joven rubio mientras siente su pecho palpitar ante el recuerdo, en parte, de lo sucedido y otro tanto por la culpa.

En ese ínterin, la empleada aparece depositando la bandeja con la insulsa infusión para el morocho más un nutritivo desayuno para el joven rubio. Y éste, al percibir el aroma que emana desde lo expuesto ante sus ojos, siente el regurgitar de su garganta preparándose para el inoportuno vómito.

—Sé fuerte, inhala y exhala tranquilo,  date tiempo... Comer... debes comer, así recuperas más rápido tu energía. No eres ni una cosa ni la otra en este pequeño lapsus de tiempo. Y el haber succionado casi mi total viveza no ayuda en demasía —anuncia sincero el no muerto, asiendo la mano del joven rubio sobre la mesa.

Y éste, desviando la atención de los aromas del desayuno hacia la percepción de esa fría mano posada sobre la pequeña suya, no sabe realmente como actuar ante la bruma de sensaciones que lo inundan.

Se le viene a la cabeza como flashes del pasaje de una añeja película, sus fuertes manos invisibles asiendo su esbelta cintura. El deseo insostenible de entregarse a la bestia sin culpas y su sed infinita deseando chupar hasta el último vestigio de su horrorosa vida...

Este último recuerdo lo abruma a sobremanera y soltando su mano de repente, se aleja de la mesa volteando la silla en el proceso de alejarse de aquel promotor de su fatídico suceso.

—Tú... Yo... —exhala híper ventilando palabras ante el penoso recuerdo.

Y Jung Kook, queriendo ayudarlo al rubio y no agregarle más peso a la mochila que carga sobre su espalda, le suelta: —Yo, soy la única bestia en todo esto... —logrando que el joven rubio se quede quieto y se concentre en sus sinceras palabras. — Por mis venas corre sangre ajena que nunca hubiera tenido que ser arrebatada en un primer momento... Pero lo que fui y lo que soy, ya no puede ser transmutado u ocultado... Solo lamento haberte hecho pasar por todo esto, por el simple hecho de que me gustes demasiado.  

Y el joven rubio, ajeno a los demás integrantes del hogar que observan ensimismados la confesión del joven vampiro detrás de la puerta, no puede creer lo que escucha.

Él, habría creído que ésto que le acontecía era solo un tema de lujuria extrema. Una bestia sedienta de su cuerpo por el simple morbo de tenerlo. No importaba si él fuera una delicada fémina o un galante caballero, la cuestión era tenerlo a cómo de lugar o como sea.

—M-me e-estás diciendo... que ¿te g-gusto? Pero... _cuestiona el joven rubio ante un pálido morocho.

—Si es un corazón esto que tengo, entonces sí, me gustas y no solo como presa... Por eso, realmente lo lamento.


























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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora