Como a cuenta gotas de un añejo reloj de arena, los ojos entre ambos amantes se pasean.
Perdiéndose en el instante en donde uno decide animarse y el otro permitir pensarse como un ensueño del otro... Ser compañeros afines por lo que resta de sus años, amantes de sangre y de corazones sangrantes entre intensos sentimientos.
—Te siento... —suelta el que profana las profundidades de la bestia —aquí, aquí adentro... y desespero —anuncia certero de sus incrementados sentimientos, sin perder el resguardo de esos rojos ocelos y sin dejar de socavar las profundidades del receptor de su deseo.
Y mientras el estremecido no muerto absorto lo observa, el rubio no puede dejar de pensar en que terminarán sus palabras cuando la libido descienda.
Se siente abrumado por todo lo nuevo que corre por sus venas aunque las dudas se hayan disipado y aparezca luego algo de pena.
Está ilusionado... Si es que puede ponerle etiqueta a lo que palpita en su pecho cuando piensa en la estremecida bestia bajo su tacto.
Entonces, un fuerte sentimiento de afección y posesión, que crece y corre por cada fragmento de su cuerpo, lo toma por excesiva sorpresa.
Y ahí mismo se da cuenta, a medida que el vampiro con dificultosa respiración lo observa desde el ángulo inferior, que no hay otra explicación para tamaño acto y acción...
Lo quiere... ¡Maldita sea que lo quiere! ¡Y con veracidad! Lo quiere como nunca quiso a nadie en su banal vida de humanidad.
Y ya no le importa que sea el mismo género, ni mucho menos si es una bestia sedienta de su todo... Solo quiere tener más de todo esto que provoca que sienta el caos revolviendo cada una de sus entrañas y que la misma situación, lo haga sentir más vivo que nunca.
Desea... Desea como nunca deseó algo en su mundana vida.
Desea, hasta el punto de pensar en cambiar humanidad por inmortalidad, si el precio por pagar es una eternidad al lado de la bestia que provoca que se sienta vivaz.
Y a medida que lo besa profundo mientras siente el sabor característico de la linfa dentro de su boca, a causa de las pequeñas heridas provocadas por la intensidad del roce contra esos filosos colmillos, rememora a futuro.
Sintiéndose capaz de soportar todo con tal de poder seguir disfrutando de tal acto de bondad de la bestia hacia su humanidad... Ya que el no muerto nunca presionó por convertirlo, al contrario, ha querido que tome todas las medidas necesarias para que desaparezcan cada uno de sus extraños síntomas.
Pero para el acaudalado joven rubio, ha llegado el momento de echar cartas en el asunto. Desea fervientemente su marca. Con miedo y sin miedo a nada, se entrega a los menesteres de sus pensamientos programando a futuro.
¿Qué gana con seguir viviendo una insípida vida siendo un simple mortal absoluto? ¿Disfrutar de un simple paseo, del cual no podría porque debería salir de la mano de uno de su mismo género? ¿Aguantando indiscretas miradas e hipócritas acusaciones por parte de aquellos que no tienen otra cosa que hacer más que meterse en las vidas ajenas?
Y mientras desliza su embravecido miembro por los confines de la bestia, le suelta: —Yo también te deseo y aunque desear me de miedo, estoy dispuesto a soportar con tal de disfrutar a tu lado.
En ese instante, el obnubilado vampiro, no puede creer lo que escucha desde los labios del que ha trasformado su lúgubre mundo. Y a medida que la necesidad de apego se incrementa en coincidencia al momento de compartida pasión, se deja llevar por cada una de las maravillosas sensaciones que conforman su interior. Manchando el pecho de ambos con el líquido viscoso producto de toda su afección.
Seguido por el rubio entre gruñidos, que arremete profundo en su estremecido interior. Marcando la espalda del mismo -entre gemidos- producto de su acalorada coacción.
Segundos infinitos se suceden a medida que la pesada respiración de aquel que se dejó ir en el cálido interior del no muerto menor, recupera paulatino su color.
Regresando lentamente la inhumana bestia a su estado anterior, es observado por el medio humano. Observa cómo el pálido morocho, mientras jadeante se incorpora, chorrea en todo su esplendor.
—Mira, lo siento si fui muy severo... digo —suelta el joven rubio al vampiro.
—Nada de perdones o lamentos mi humano bello —anuncia el no muerto a medida que se incorpora sobre su testigo lecho.
Acariciando de inmediato las tiznadas y transpiradas mejillas del rubio producto de su fatigante labor.
Y es ahí, en ese preciso momento, en cuanto sus orbes conectan con el peso del momento; que sienten la veracidad de sus palabras y sus hechos.
Un medio humano estremecido hasta los huesos por cada caricia recibida de la bestia. Y un no muerto totalmente colado por un humano que está dispuesto a ceder su humanidad por el señor de las tinieblas.
—Deberíamos limpiarnos para ir a trabajar cariño, si es que no quieres a mi hermano mayor aquí metido, reclamando que los papeles no se llenan solos y no sé qué más —anuncia el vampiro.
—Estoy de acuerdo con eso, si es que conservo todavía la labor, debería ya estar trabajando y no estar haciendo lo que no debería estar haciendo —contesta cabizbajo el medio humano.
—Eso nunca. Nunca creas que por hacer lo que gustas estás haciendo lo incorrecto. A menos que sigas pensando que esto que se gesta entre los dos, está más allá de lo correcto e inmoral —cuestiona el no muerto, observando directo a las orbes del rubio y con un semblante que para nada se jacta de indecente.
Entonces lo besa... el rubio se agacha uniendo sus labios a los fríos de la bestia. Tomando con suma fuerza todo lo que el otro le ceda. Impregnando de memorias su futuro y con el corazón latente de euforia. Lo quiere, quiere esto y todo lo que venga.
Pero deben separarse tras un fuerte portazo que pone en manifiesto lo que ocurrió segundos antes entre ellos.
—Querido, te hubieras quedado así mi pobre hermano no hacía un agujero en el piso de tanto darle vueltas en su mente, al asunto —anuncia el consanguíneo del medio, entrando como si nada y cruzándose de brazos.
Entonces, el vampiro menor de inmediato, cubre con las sábanas el agraciado cuerpo del rubio mientras suelta: —¿No será, que ciertos idiotas desarmaron su cuarto a la madrugada, y por eso no podía estar más tranquilo?
—¡Pero que carácter hermanito! ¿Pido que te hagan el desayuno cariño? — cuestiona Jin, volviéndose hacia el joven rubio.
—No es necesario, ya bebí de Jungkook...
Ante sus dichos, ambos hermanos abren grandes sus ocelos. Uno por darse cuenta de que lo que creía pasajero no lo era. Y el otro, por el asombro de la liviandad de cómo el medio humano lo suelta.
Entonces lo besa, el vampiro no se aguanta y envuelve su cuerpo al del rubio frente a sus ojos. Cubriendo su boca como si reclamara cada dádiva a futuro y usando sus extremidades para apretar al medio humano, como si fuera posible escapar desde sus brazos.
—Bueno... por lo visto, no se me necesita, así que me retiro. ¡Eso sí! No se tarden tanto que sino vendrá mi amado "todo jefe y encolerizado" y tendré que calmarlo luego, como tanto me gusta.
Los siguientes minutos fueron sonidos húmedos de besos y fricciones de manos por parte de ambos. Grabando entre las huellas dactilares de sus dedos, cada fragmento del cuerpo del contrario.
—Te quiero... Te quiero tanto que me asusta —suelta sin medias tintas el medio humano, sin darse cuenta de que por las mejillas de su rostro; traza un camino salado.
—No llores mi bello humano, que yo te quiero aún más todavía... No pienses tanto, solo disfruta lo que sientes cuando con cada toque, te amo.
Amo, amo este par gótico y de antaño😍
Gracias por leer, comentar y votar🥰
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"𝑽𝒆𝒔𝒕𝒊𝒈𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂" (Jikookmin)
Fanfiction◾⚰️◾ ⚰️◾⚰️◾ 𝑼𝒏 𝒂𝒑𝒆𝒈𝒐 𝒎á𝒔 𝒂𝒍𝒍á 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐, 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒃𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒍𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒖𝒓𝒂𝒃𝒍𝒆, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒑𝒂 𝒍𝒐 𝒑𝒂𝒍𝒑𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐 𝒆𝒏...