Ya había pasado una semana desde que volví a casa, las cosas estaban tranquilas. Papá ahora está enfocado en su campaña política para la gobernatura del estado de Illinois mientras mamá se encarga de toda la publicidad.
Literalmente, todo Chicago tiene el rostro de mi papá en sus calles. A lo que había escuchado en televisión, mi padre lleva el setenta y cinco por ciento de los votos. Las personas se han interesado en sus propuestas, principalmente en acabar con el crimen organizado de Chicago. Robos, extorsiones, secuestros, asesinatos, lavado de dinero y todo lo que hasta hoy había afectado a nuestra ciudad.
Desde que tengo memoria, papá siempre se interesó por las leyes, desde que tenía mi edad se enfocó totalmente en el tema, hoy en día es uno de los políticos más importantes, ya saben. La esposa perfecta, la hija perfecta. Pero detrás de todo eso, detrás de la sonrisa que siempre muestra en las cámaras, hay un hombre destrozado que perdió a su pequeña hija, era tan joven.
¿Y yo? Yo decidí tomar caminos equivocados, mi adolescencia fue prácticamente en las calles, solo puedo recordar a mis papás buscándome todos los fines de semana tratando de llevarme a casa, si tan solo pudiera devolver el tiempo, sería una mejor hija. Sé que los lastimé, sé que les robé a su pequeña hija.
Cuando vuelvo a la tierra, me doy cuenta de que mi teléfono tenía un par de llamadas perdidas. No reconozco el número así que no le tomo importancia. Decido bajar a la cocina donde encuentro una bolsa de rosquillas con una nota de mamá diciéndome que estarán fuera todo el día.
Tomo una de las rosquillas para después encender la televisión donde lo primero que veo, es a mis padres dando una conferencia de prensa acerca de las votaciones que se llevará a cabo en unos meses.
—Niña Maddie —la voz de Ellie desde el corredor llama mi atención.
—¿Qué pasa? —sonrío a la mujer de tes morena.
—Hay alguien que la busca en la puerta, no va a creerme quien es —frunzo el ceño cuando noto la expresión pálida de Ellie.
—Ell, no me asustes. ¿Quién es? —pregunto asustada.
—Es Will.
***
Me miro por última vez al espejo, mi cabello se veía bien, el color de mi labial se veía natural y mi ropa estaba en orden, suspiro nerviosa antes de mirarme por última vez y bajar hasta la puerta principal.
—¿Está segura?, puedo decirle que no está en casa —Ellie susurra detrás de mí.
—Está bien, solo ten a la mano el número de la terapeuta, por si llego a tener un ataque —respondo burlonamente, Ellie se limita a sonreír y golpear suave mi hombro.
Respiro hondo mientras mi mano sujeta la perilla de la puerta, no estaba lista para volver a ver a Will Faris, sin embargo lo hago—Maddie —el chico de ojos azules exclama sonriente mientras veo como sujeta un lindo ramo de tulipanes rosas.
—Will. —digo, sin más.
—No puedo creer que hayas vuelto, moría por verte —calma, Maddie, calma. pienso.
—Sí, llegue apenas hace una semana —respondo con una suave sonrisa.
—Ven, linda. Dame un abrazo —joder, esto no estaba pasando.
Hace unos años le desee la muerte a Will Faris, y hora, me sujeta otra vez en sus fuertes y enormes brazos, logrando así, tirar al caño todos mis años de terapia.
***
—Gracias —dice Will al ofrecerle la taza de té—Y cuéntame, cómo haz estado Maddison.
Púdrete, Will Faris, tú y tu estúpida sonrisa. Lo sabía perfectamente, sabía que odiaba mi nombre, sabía que odiaba que me llamaran así.
—Todo a marchado perfecto, es decir. Me deshice del único problema que tenía en mi vida —alzo las cejas sarcásticamente.
—¿Ah sí?, ¿cuál? —el chico me mira con atención.
—Tú.
Will solo se limita a mirarme, sin embargo su expresión cambia por completo, muy en el fondo sabía que él falló. Mi corazón comienza a latir cuando veo como su mano toca la mía, quiero quitarla, quiero detener esto pero algo me lo impide.
—Maddie... He cambiado, solo éramos niños. He madurado y me he dado cuenta de que tú eras lo único bueno de mi vida —los ojos penetrantes de Will me miran fijamente.
—Will no éramos niños, es solo que no supiste mantener el control —respondo fríamente.
—Fue una estupidez que termináramos, Maddie. Éramos perfectos —dice.
—¿Estupidez? —siento como comienzo a alterarme lentamente—Will tu rompiste mi corazón.
—¿Que yo rompí tu corazón?, tu terminaste conmigo, me abandonaste por irte a Tokio, Maddie —veo como Will trata de mantener la serenidad, pero falla en el intento.
—No quieras culparme de algo que tu hiciste, no quieras culparme de tus estúpidas infidelidades —escupo con molestia mientras me levanto.
—¡Vamos, Maddie! —Will bufa levantándose del asiento—es algo del pasado, no vine aquí para volver a discutirlo—el chico se acerca a mi sujetando mis mejillas—Lo siento tanto, Maddie. Sé que te lastimé... Pero quiero recuperarte.
Puedo sentir su respiración golpeando mi frente, siento como su cuerpo se pega cada vez más al mío cuando de pronto ya tengo sus labios a cinco centímetros de los míos—Basta, Will—susurro—no puedo hacer esto —hablo mientras mantengo mi frente unida a la suya.
Él parece comprenderlo, sé que desea besarme, sé que desea que las piernas me flaqueen y caiga de rodillas ante él, pero no va a pasar. Así que solo se limita a plantar un beso en mi frente.
—Voy a recuperarte, Maddie. Así pueda interponerse todo el mundo.