—No sé de qué estás hablando. —digo manteniendo su contacto visual.
—Esos hombres eran parte de una de las mafias de Illinois, sé perfectamente que iban por ti. La forma tan ágil en que les disparaste, debes tener mucha práctica, ¿no es así?
Todo dentro de mi sabía que Steve estaba a nada de descubrirme, de saber quién era, de saber que había sido yo el causante de todos sus problemas.
—En una ciudad peligrosa como lo es chicago debes aprender a cuidarte, ¿no es así señor gobernador?
Mi tono de voz es firme.
—No te voy a pedir que te alejes de ella, por alguna razón eres alguien especial para ella. —dice—pero algo no anda bien contigo, y voy a descubrirlo.
M A D D I E
—¿Harry?... —murmuro cuando veo una silueta sentada a mi lado, mi vista esta borrosa y siento un horrible sabor metálico en mi boca.
—Soy yo, Peter. —su voz tiene eco y provoca algo de desilusión saber que no es Harry.
—¿Por qué estoy aquí?
—Tuviste un atentado, estuviste al borde de la muerte, gracias a Harry pudieron operarte a tiempo, ahora estás en recuperación. —siento la mano de Peter acariciar mi cabello.
—¿Dónde está Harry hora?
—La verdad no lo sé, ¿quieres que vaya a buscarlo? —pregunta.
—Sí... ¡Espera, Peter! —llamo su atención antes de que salga—gracias por estar aquí.
Peter me regala una amplia y linda sonrisa, lo cual me hace sentir mucho mejor.
Ya habían pasado más de cuarenta minutos desde que Peter salió de mi habitación, probablemente la hora de las visitas se haya terminado y se hayan ido a casa.
Mi vista se dirige al reloj que yacía colgado en una de las blancas paredes, la verdad era que no había mucho que hacer cuando estás en una camilla de hospital más que dormir.
Cuando vuelvo a abrir mis ojos me doy cuenta de que la medianoche había llegado, siempre he sido una persona bastante miedosa, así que erar sola en un cuarto de hospital a medianoche no me hacía sentir tan bien.
Un terror comienza a invadirme cuando escucho uso extraños ruidos provenientes de la ventana, mi vista estaba obstruida por una gran cortina así que lo único que puedo hacer es tomar el tubo de la lámpara que estaba a mi lado.
—¡Oye, espera, espera, soy yo!
—¡Cielos, Harry! —siento alivio cuando lo veo cubriéndose el rostro—¿qué demonios haces? ¿cómo entraste?
—Lo siento, tenía que verte y el tonto guardia no me dejaba pasar, trepe un par de pisos por la ventana. —río cuando me percato que casi le estrello la lámpara en la cabeza.
—¿Estás bien?, ¿te hirieron?
—A ver... —Harry suspira mientras toma asiento junto a mi—estás aquí con dos cirugías, con un riñón perforado y agujas por todos lados... ¿Y quieres saber si estoy bien?
—Sí.
—Maddie tu salvaste mi vida. —dice mientras sujeta mi mano—¿cómo puedo pagarte algo así?
—No lo hice para recibir algo a cambio, lo hice porque te quiero. Y me odiaría si algo te pasara.
H A R R Y
Al ver a Maddie, me parecía algo asombroso como alguien puede darle un giro a tu vida, como alguien puede cambiar tu manera de sentir y de ser, me explotaba la mente en tan solo pensar el hecho de que ella fuera la razón por la que aún sigo de pie, la persona por la cual puedo creer en un nuevo comienzo.
—Pero necesito la verdad, Harry.
Maddie cambia de expresión cuando me mira fijamente, lo sabía todo.
—¿Por qué esos hombres te buscaban? —pregunta. —¿por qué tenías armas en el auto? ¿Por qué pareció como algo normal para ti? No estaba asustado, ni siquiera te tembló la mano al apuntarles, ¿qué está pasando, Harry?
Siento el nerviosismo recorrer mi frente, las gotas pesadas de sudor comienzan a bajar por mi espalda, ¿qué le digo? ¿cómo le explico?
Mi boca se abre, trato de buscar las palabras correctas, la verdad. Pero esta se vuelve a cerrar cuando me doy cuenta de lo que iba a suceder si ella sabía la verdad.
—Maddie... —hablo finalmente. —no he sido sincero contigo.
Noto como Maddie refleja miedo y preocupación a través de su mirada.
—Yo... —no lo hagas, Harry—tuve malas amistades, antes de ti. —miento. —amistades que me enseñaron todo lo que sé, usar las armas, por ejemplo. Y... por alguna razón ahora me odian, tengo muchos enemigos, Maddie.
—¿Por qué no lo dijiste antes?
—Tenía miedo de que no me aceptaras.
Siento alivio pero también una gran culpabilidad cuando ella me abraza, cuando susurra en mi oído que todo iba estar bien.
Sé que no debí mentirle, no merece esto, pero es que no quería perderla, no aún. Pero ahora me sentía como un maldito egoísta de mierda.
—Siento haberte metido en todo esto, Maddie. —siento como si mi subconsciente hablara por mí.
—¡No! —Maddie toma mis mejillas—Harry... voy a estar contigo a pesar de lo que sea, ¿lo entiendes?
Maddie conecta sus labios a los míos, es entonces cuando puedo sentir paz de nuevo.
—Sí que tienes admiradores. —digo cuando veo todas las flores y chocolatinas que había sobre en estante frente a la cama.
—Son de mi familia, tonto —Maddie ríe—ni siquiera he leído las notas, ¿puedes leerlas por mí?
Asiento a su pregunta y tomo una de las notas sobre los arreglos florales—"Mejórate pronto mi ratoncita, con amor tu abuela" —leo. —¡Que ternura, ratoncita! —sonrío.
—Es una larga y dolorosa historia de ese apodo...
Sonrío mientras escucho la historia de Maddie sobre porqué su abuela la llama así. De pronto, siento mi cuerpo calentarse, como si una fiebre repentina se apoderara de él, mis manos tiemblan cuando leo la nota que estaba sobre un ramo de rosas rojas.
"Para la chica más hermosa de todo Chicago, pronto te visitaré. Con amor, Chris Tyson"
—¡¿Harry?! —Maddie me llama. —¿todo bien?
—Sí... todo bien. —sonrío forzosamente.
Era definitivo, Chris Tyson era hombre muerto.