Diciembre, 2032 Tokio, Japón.
—¡Bien hecho, Henrry! —exclamo mientras alzo en el aire a mi hijo para colocar la estrella sobre el árbol.
—¿Lo ves mamá? ¡Es el árbol perfecto! —el pequeño con pijama de santa Claus me sonríe alegre.
—Ven aquí, amor... Te amo, lo sabes, ¿no? —digo mientras planto cientos de besos en su pequeño y suave rostro.
—También te amo, mamá.
—Anda, ve a lavarte las manos, ya vamos a cenar.
Suspiro mientras me encamino hasta la enorme ventana que da vista a la luminosa ciudad, eran casi las ocho así que ya era hora de cenar. Por un momento me voy entre mis recuerdos, como todos los días, recordando aquella triste noche, la última noche.
2022, Chicago, Illinois.
—¿Estás bien? —La voz de Peter me saca de mis pensamientos—¿cómo es que llegaste a este vuelo, Maddie? ¿qué pasó con Harry?
Mi vista se dirige hasta él, su mirada refleja angustia y pesadez, sé que estaba preocupado y confundido, al igual que yo.
—Harry me obligo a entrar... Se supone que escaparíamos juntos, se suponer que nos mantendríamos juntos. —susurro mientras desvía de nuevo mi mirada hasta la ventanilla, que no dejaba ver más que el océano.
—Tranquila, pronto llegaremos a Tokio y todo estará bien, lo prometo.
Hoy.
—¡Hola, estoy en casa!
—¡Papá! —Henrry corre hasta los brazos de su papá, sonrío cuando él le recibe con gran alegría y muchos besos. —no creerás lo increíble que nos quedó el árbol a mí y a mamá.
—¡Cielos! Yo quería ayudarles, se los compensaré y el próximo mes viajaremos a donde ustedes quieran, ¿de acuerdo?
—¡Disneyland! —sonrío cuando Henrry corre de felicidad.
—¿A dónde quisiera viajar la mujer más bella de este planeta? —río cuando Peter me sujeta en el aire.
—Solo pido estar con ustedes, el lugar es lo de menos. —sonrío algo leve.
—¿Estás bien? —pregunta mientras sujeta mi mano.
—Nada, solo estoy algo cansada.
—Oye... —susurra mientras acomoda mi cabello—está bien no estar bien. —sonríe. —escucha... Te daré algo muy importante esta noche.
—¡Ah, no! Eso dijiste y "eso importante" ya tiene tres años. —río junto a Peter, una de mis cosas favoritas.
—No, en serio, esto si es importante. —sonríe—venga, vamos a cenar, tengo que contarte mi día.
Sonrío cuando planta un beso en mi mejilla.
***
—La cena estuvo increíble, linda. Eres una gran cocinera, una gran madre... —sonrío cuando Peter me abraza por la espalda—una gran esposa y mujer.
—Te quiero. —susurro.
—Igual yo.
—¿Qué es eso importante que querías decirme? —pregunto mientras tomo asiento en la cómoda cama.
Siento preocupación cuando la expresión de Peter cambia por completo, miles de cosas pasan por mi cabeza, perdió su trabajo, nos mudaremos, alguien murió, entre otras cosas.
—Escucha... Esto de verdad no va a ser fácil para nadie. Mucho menos para ti. Pero... Es sobre Harry.
De pronto, todo se detiene. Habían pasado muchos años desde que su nombre no se mencionaba, no por rencor, si no por evitar abrir una herida que ni siquiera se había terminado de sanar.