—Esta noche fue increíble, Harry. Gracias —sonrío mientras camino hasta la puerta de mi casa.
—Haría todo por ver esa linda sonrisa —el chico de alta estatura se encoge de hombros, lo cual me hace sentir ternura
—Maddie entra a casa ahora mismo —la puerta abriéndose de golpe hace que brinque del susto, sin embargo el ver a mis papás observándome molestos me mata
—Maddie te dije a las doce, son las dos y media de la madrugada, entra ahora mismo —mi madre exclama, había olvidado la última vez que me habló de esta manera
—Les pido una disculpa, fue totalmente mi culpa. Después del concierto dimos un paseo así que... —Harry explica pero mi padre lo interrumpe
—Es mejor que te vayas a casa, Maddie no necesita alguien así.
Terror, terror es lo único que siento cuando observo como mi papá y Harry se miran uno al otro, podría jurar que era desafiante, sin embargo, Harry se disculpa una vez más para después sonreírme y marcharse
—Espero estén contentos —escupo arrogante para después entrar a casa
—¡Un segundo, Madison! —escucho a papá a mi espalda siguiéndome hasta mi habitación—tu mamá te dio una orden exacta, ¿qué sucede contigo?, pudiste llamarnos —ruedo los ojos al escucharlo.
—¡No soy una estúpida niña, papá! sé cuidarme sola —replico con molestia
—Maddie espera —la voz de mamá me detiene—sabemos que no eres una niña, es solo que no queremos perderte, no a ti.
Debía admitir que la expresión de mi mamá me había estremecido el corazón. Sus ojos reflejaban preocupación mientras que los de mi papá estaban cristalizados, siento un nudo en la garganta cuando noto como una lágrima se desliza sobre su mejilla—todo el tiempo me siento culpable—confieso—no hay segundo en el que pase en esta casa, pensando en lo diferente que sería la vida si yo no hubiera salido esa noche—mi voz se quiebra totalmente.
—Deja de culparte por eso, Maddie. Deja de hacerte la vida imposible por algo que no fue tu culpa —las palabras de papá hacen que finalmente me quiebre en llanto.
—Estar fuera de aquí me hace olvidar un poco, lo siento. Ya no quiero lastimarlos más —sé que lo notan, sé que notan lo frágil que aún era y lo mucho que me dolía la pérdida de Olivia, por un segundo sentí como todo se desplomó nuevamente, mis padres lo notan así que no dudan en sostenerme entre sus brazos, lo cual vuelve a reconfortarme.
1 M E S D E S P U É S
Los primeros rayos de sol de los meses calurosos se aproximaban, pasar meses de frío crudo te hacían amar el sol incluso si fueran solo un par de destellos. Permanecía recostada sobre el pasto que comenzaba a florecer de nuevo mientras escucho a The Strumbellas, discretamente me giro un poco para verlo recostado junto a mí, sus brazos cruzados detrás de él retenían el peso de su cabeza, sus ojos estaban ligeramente cerrados y parecía estar disfrutando del primer día soleado después del invierno.
Noto como su ojo derecho se abre un poco percatándose que lo miraba, él solo se limita a sonreír dejando ver esos hoyuelos que tanto lo destacaban—¿te gusta el sol? —pregunto mientras lo observo con atención.
—No tanto como tú —responde sin abrir los ojos, lo cual agradezco porque no vería mis mejillas rosadas.
—No luces como un chico que le gusten los días soleados y la música de the strumbellas —digo mientras recargo mi cabeza sobre mi mano.
—¿Ah no, entonces cómo luzco? —Harry se gira colocándose de la misma manera que yo, logrando ponerme nerviosa otra vez.
—Luces rudo, pero eres tan tierno Harry Styles. Luces como alguien frío pero por dentro estás lleno de flores y muchos colores sonrío.
Harry sonríe por un segundo para después borrar por completo su expresión—escucha, tendré que salir un par de días de la ciudad —dice algo serio.
—¿Todo está bien? —pregunto.
—Sí, sí todo excelente. Es solo un viaje de negocios.
H A R R Y
—Ya llegué —la puerta de mi oficina se abre dejando ver el rostro de Sutter.
—¡Aleluya!, ¿dónde mierda estabas ahora? —escupo—Sutter no te pago para cogerte a las chicas que trabajan para mí, te pago para que estés disponible para mí las veinticuatro horas del día.
—Joder, es grave, ¿cierto? —Sutter expresa algo apenado—¿de quién es esa computadora? —pregunta
—Steve Davis.
—¡No te creo!, ¿cómo carajos tienes la computadora del político más grande de chicago? —Sutter camina hasta mi observando de cerca el pequeño portátil.
—No fue difícil, cuestión de saber cómo tratar a una chica —respondo sin dejar de ver todos y cada uno de los documentos.
—Así que funcionó tu estrategia con esa mojigata.
Tardo menos de cinco segundos en tomar y cargar mi arma apuntando a Sutter quien alza sus manos en señal de paz—vuelves a decir algo sobre ella y no vas a vivir para contarlo.
—Lo siento, hermano —dice—solo dime qué sucede.
—Me están casando —presiono mis sienes tratando de controlar la migraña—¡el puto gobierno me está casando!
—Pero no pueden, es imposible casar a alguien que ni siquiera tiene rostro.
—Sí es posible, Sutter. Abre tu puta mente por un momento y piensa, me han estado siguiendo por años, tiene todas mis rutas, todo mi negocio. Steve se ha unido al gobierno para acabarme y está a un paso de encontrarme —camino de un lado a otro intentando calmar la impotencia que tenía dentro.
—¿Y qué piensas hacer?
—Matarlo. Voy a asesinar a Steve Davis.