La luz del sol entrando por mi ventana me sega inmediatamente, sonrío cuando siento un par de brincos en mi cama, sabía perfectamente de quien se trataba.
—¡Feliz cumpleaños, Maddie! —la fina voz de Olivia logra despertarme por completo.
—¿Qué? ¿de verdad es mi cumpleaños? —pregunto divertida.
—Sí, e iremos a festejar con los abuelos para probar el famoso pastel de tres chocolates de la abuela —la pequeña niña rubia me sonríe.
—Pero primero quiero un beso y un abrazo tuyo, ¡ven aquí! —tomo en un gran abrazo a mi hermana quien ríe sin parar.
***
—¡Toc, toc! —mi madre a la puerta me trae de nuevo a la tierra—¿estás bien?
—Sí, solo... La volví a recordar —sonrío mientras sostengo entre mis manos aquel oso de peluche que nunca separaba de ella.
—Sé que está orgullosa de ti, hija —mi madre sujeta mis hombros para después plantar un cálido beso en mi frente.
—¿Lo crees?
—No, lo sé. —afirma mientras me sonríe—¡venga, anímate! Es tu cumpleaños y todos te esperan ahí afuera.
Asiento mientras mamá seca con su mano mis lágrimas, no dudo en lanzarme a sus brazos en busca de fortaleza, aunque para ser honestos, ya sentía venir los días obscuros.
Me veo por última vez al espejo, mi cabello estaba liso y mi atuendo era lindo. Bajo las escaleras, solo puedo escuchar la música y las voces de las personas que habían asistido a mi fiesta de cumpleaños, después de seis años finalmente vería a un par de familiares.
Tenía miedo, la verdad era que sé que en el fondo aún recuerdan a la Maddie que acabó con la vida de Olivia, sé que me sonreirán y que estrecharán mi mano, pero puedo ver a través de sus ojos el resentimiento.
—¡Maddie! —la mujer de cabello rojo y tes blanca se acerca a mí.
—Hola, tía Jaquie.
Jaquie Davis, tía paterna, dueña de los tres mejores hoteles en Chicago y segunda heredera del abuelo. Quiero volver a hundirme en la tierra cuando recuerdo su llanto al enterrar a una niña tan pequeña.
—Estás guapísima, amor. Te echamos tanto de menos. —dice mientras me sujeta en un abrazo.
Nada pasa por mi mente, estoy en blanco mientras escucho a mamá hablarle a la tía Jaquie de mis calificaciones en la universidad, los diplomas y reconocimientos.
Sonrío fríamente un par de veces cuando la mujer me mira orgullosa, pero en el fondo me estaba desmoronando, otra vez.
Por alguna razón, mi vista se desplaza hasta la entrada al patio de mi casa, es entonces cuando la miseria dentro de mí se desvanece un poco y algo vuelve a vivir dentro de mí cuando le veo.
Estaba ahí de pie sonriéndome mientras sostiene un ramo de rosas. Siento paz cuando nuestras miradas se conectan, él era mi paz.
—Ahora vuelvo. —digo para después dirigirme hasta él.
—¿Qué no eran siete maravillas del mundo? Yo estoy viendo la octava ahora mismo. —sonrío al escuchar los piropos tan peculiares de Harry.
—¿Son para mí? —pregunto mientras observo el ramo de gerberas.
—De hecho, son para James, ¿está por aquí? —río junto mientras él sonríe—feliz cumpleaños, amor.
No dudo ni dos segundos en hundirme en su pecho. Había escuchado mucho sobre la dependencia emocional, pero era basura, era simplemente que sabías que habías encontrado tu lugar correcto de alguna manera en una persona.
***
—¿En qué piensas? —la voz de Harry me saca de mis pensamientos.
—Recordé a Olivia esta mañana y... —trago saliva—eso siempre me consume.
Harry no dice nada y solo se limita a mirar hacia toda la gente que yacía en el patio de mi casa.
—Cuando mis padres murieron... de niño no lo entendía, lo que todos siempre decían era que habían ido al cielo pero que los volvería a ver—le veo cuando comienza a hablar—pero cuando creces, te das cuenta lo que es en realidad la muerte. —Harry me mira para después acomodar un mechón de mi cabello—creía que iba a morir sin ellos.
Siento unas ganas inmensas de abrazarlo cuando me doy cuenta de lo fuerte que estaba siendo tratando de contener sus lágrimas, pero continúo escuchándole.
—Pero conforme iba creciendo, me di cuenta de que la muerte es parte de todo esto. Y no me peleo con la vida por quitarme a mis padres, porque sé que era algo que tenía que suceder, y eso me ha ayudado a valorar más cada segundo, y agradezco cada día que termina y sigo vivo.
Es inevitable contener las lágrimas ente sus palabras, solo que había una enorme diferencia entre su muerte y la mía, que él no había terminado con su vida, y yo sí.
—Tienes que dejarla ir, Maddie. —él me mira—tienes que dejarla ir.
Dentro de mí sabía que Harry tenía razón, debía dejar ir a Olivia, debía comenzar a vivir.
—Tranquila... —susurra mientras me abraza fuerte—yo estoy aquí.
H A R R Y
Bebo de mi cerveza mientras observo a Maddie reír a lo lejos con sus amigas, Dios, era demasiado perfecta. Era algo increíble como después de tanto tiempo, podía sentirme bien conmigo mismo, tenerla a ella era como tenerlo todo en esta jodida vida. Maddie lo hacía todo mejor.
—¿Puedo sentarme?
Siento curiosidad cuando veo a Peter parado a mi lado—seguro —digo.
—Eres afortunado, hermano. —dice de pronto mientras ve a Maddie.
—¿Por qué? —pregunto.
—Porque la tienes a ella. —me mira—Maddie es la mujer más increíble que he conocido, es inteligente, es amable, es sencilla, es perfecta.
Por alguna extraña razón no siento ganas de estrangular al chico cuando habla de ella, quizá era porque lo que decía era solamente la verdad.
—Lo sé.
—Y la forma en que te mira... —el chico alza las cejas con sorpresa—¿sabes cuántas veces quise que ella me mirara así a mí? —sonríe—te diré algo—Peter se gira para verme directamente—Maddie está rota, sé que aquí ahora está sonriendo, y diciendo que está bien. Pero ella está rota por dentro. De verdad deseo que tú lo repares, porque yo nunca pude hacerlo.
Sus palabras me habían movido todo por completo, tenía razón, Maddie estaba rota, pero sabía dentro de mí que yo podía lograrlo, la amaba con lo más profundo de mi corazón, y si tenía que dar todo por ella, lo haría sin dudarlo.