Las semanas pasaban como bala y cada vez más, Peter se metía en mi vida. Mamá y papá lo adoraban, era exactamente el tipo de chico con quien querían verme.
Buena familia, buen futuro y podías asegurar que era una gran persona con tan solo verlo, su carisma era impresionante y se podía ganas tu confianza en un abrir y cerrar de ojos.
El fin de año había llegado, mis padres y abuelos habían organizado la típica cena familiar, un enorme pavo horneado al centro de la mesa, copas y champagne.
Suspiro de nuevo cuando veo el mensaje de texto que había escrito hace más de veinte minutos, finalmente me convenzo de lo cobarde que soy y lo borro. Harry debía estar ya en otra onda, olvidándome y dejándome atrás, así que debería hacer lo mismo.
—Feliz año nuevo, bomboncito —la mujer de cabello blanco como la nieve, me sostiene en un cálido abrazo.
—Feliz año nuevo, abuela. —sonrío.
—Es lindo —dice mientras observamos a Peter quien ríe junto a mi papá—pero puedo ver en tu mirada, Maddie.
—¿Qué cosa?
—Peter no es el hombre que tú quieres, ni si quiera es con el que sueñas todas las noches.
—El hombre que quiero ya no va a buscarme, me odia. —digo mientras niego con la cabeza.
—Hija... —mi abuela acaricia mi mejilla—debes hacer lo que dicte tu corazón, muy en el fondo sabes que Harry es inocente.
¿Realmente lo sabía? Es decir, era cierto que Will no era la persona más buena del mundo, ¿pero por qué mentir con algo así? Algo andaba mal, y tenía que descubrirlo.
—¡Vamos, Maddie! Solo será un rato, tu papá me dio permiso. —Peter insiste nuevamente mientras recojo la mesa.
—¿Ya viste la hora que es? Estás demente, esto no es Tokio, aquí es peligroso todo, Peter.
—Prometo defenderte, solo quiero conocer Chicago, su gente, sus fiestas.
Ruedo los ojos cuando veo como sus manos se juntan en señal de súplica—solo trae las llaves del auto—río cuando el chico da un salto de celebración.
***
—Te lo advierto, Peter. Estas fiestas no son iguales que en Asia, aquí la gente bebe cerveza hasta quedar locos, se pelean algunas veces, las chicas son fáciles...
—¡Tengo que venir a vivir aquí! —exclama con emoción.
Ya habían pasado muchos años desde que asistí a la tradicional fiesta de fin de año de Chicago, la organizaban un par de chicos de la universidad y para ser honesta, era una gran fiesta.
Sonrío cuando noto la emoción de Peter al ver todas las personas que estaban en el lugar, normalmente las fiestas en Tokio eran solo un par de chicos que charlaban con la música considerablemente baja, si no era así, no pasaban ni cinco minutos cuando la policía ya estaba tocando a tu puerta con una multa.
Presento a Peter a un par de amigos y no pasó más de una hora para que formaran una amistad excepcional, ese era el don de Peter Zhang.
—Esto es increíble, Maddie. La gente aquí es tan relajada y amable.
Peter menciona mientras se sienta junto a mí.
—Lo sé, por eso necesitaba regresar. —sonrío—¿qué?
Pregunto cuando le pillo mirándome fijamente. Por alguna razón, veo en Peter el rostro de Harry, cuando unos hoyuelos se marcan en sus mejillas.
—Dame una oportunidad, Maddie. —siento nervios cuando su mano se conecta con la mía.
Durante los cinco años que estuve en Tokio, supe que Peter sentía algo más por mí, lo confirmé cuando me declaró sus sentimientos finalmente, por un momento me detengo a pensar que él y yo seríamos una gran pareja, somos iguales, pero sé que mi corazón ya tenía un solo dueño, y ese era Harry.
—Estoy enamorada de alguien más, Peter.
Un silencio incómodo se apodera del lugar, su mano ya no estaba sujetando la mía y su sonrisa se había borrado.
—¿Lo conozco? —pregunta.
—No.
—Está bien, Maddie. Entiendo. —suspira mirando hacia la nada —eres el amor de mi vida, pero tendré que conformarme con tu amistad.
—Peter tu eres muy especial para mí, te quiero porque fuiste el único que soportó mi lado depresivo, siempre tendrás un lugar en mi corazón.
El chico de cabello castaño no hace más que sujetarme fuerte en un abrazo, sé que lo había lastimado, pero no podría ser capaz de jugar con sus sentimientos, no podría ser capas de mirarlo a los ojos y pensar en otra persona.
—Me adelantaré por el coche, esos tacones están matándote —dice antes de correr.
—Joder —maldigo cuando me quito los zapatos, mis pies estaban hinchados así que decido caminar sin ellos.
—Maddie.
Miedo y mareos es lo que siento cuando escucho su voz detrás de mí, siento mis piernas flaquear y mi pecho subir y bajar demasiado rápido cuando le veo.
—Harry.
Una leve sonrisa se dibuja en sus labios, noto como da un paso más hacia mí, sé que quería abrazarme, sé que quería tocarme tanto como yo a él.
—Feliz año. —dice mientras se encoge de hombros.
—Feliz año, Harry —sonrío.
—Maddie yo... Necesito decirte algo —frunzo el ceño cuando noto lo nervioso que estaba.
—Maddie, ¿qué pasa? —Peter interrumpe a Harry—hola, soy Peter ¿quién eres tú?
—Harry.
Puedo notar como la expresión de Harry cambia por completo, observa a Peter por unos segundos para después mirarme fijamente.
—Creo que interrumpo, te espero en el auto, Mad —asiento inmediatamente a su petición.
—Es exactamente como tu padre lo quiere, debe tener mucho dinero, y se nota que babea por ti —sus celos eran tan notables que juro que podían verse desde china.
—Solo es un amigo, Harry.
—Claro. Pues ya deberías irte —dice con frialdad.
Quería hablar, quería decirle todo, quería decirle que volviera, que se quedara conmigo siempre, pero por alguna razón solo sonrío y me voy.
—Espera —dice Harry, haciéndome parar en seco y mirarle de nuevo.
Sus ojos estaban cristalizados, pero sé que no lloraría, lo sé porque noto como su mandíbula se aprieta haciendo que las lágrimas desaparecieran.
—¿Estás bien?
No, no estoy bien, joder, que te quiero a ti en mi maldita vida, no estoy bien porque necesito que me vuelvas a mirar con los ojos que lo hacías antes, no estoy bien porque no duermo por las noches, porque paso noches en vela pensando si debo tragarme lo que siento por ti o gritarlo a los cuatro vientos.
—Sí. —miento.
***
—Llegamos —Peter suspira cuando para frente a casa.
—Descansa —digo antes de abrir la puerta del auto.
—Era él ¿verdad? —frunzo el ceño ante su pregunta.
—¿Qué?
—Harry. Es él de quien estás enamorada, la forma en que se miraron... Siempre quise que me miraras así a mí.
No sé qué decir ante su comentario, así que lo único que puedo hacer es plantar un cálido beso en su mejilla, haciendo que éste sonría—te quiero, Peter.