2016
La tormenta de nieve no cesaba, observo por la ventana tratando de encontrar una solución e irme. Sabía que mamá y papá me darían una respuesta negativa. Después de unos minutos, veo como suben al auto y dan marcha, es entonces cuando me doy cuenta de que tengo la oportunidad perfecta.
Tomo las ultimas cosas para ponerlas en mi bolso de mano y bajar sigilosamente las escaleras—¿Maddie? —la voz de Liv a mis espaldas me hace detenerme.
—¿Qué? —respondo algo molesta.
—¿A dónde vas? —su mirada parce estar preocupada.
—Saldré, solo ve a dormir y no le digas a papá —me doy la vuelta tomando la perilla pero vuelve a detenerme su voz.
—Pero... No me quiero quedar sola, Maddie —observo a mi hermana quien frota sus manos nerviosa.
Ruedo los ojos mientras rasco mi nuca en señal de desesperación—solo trae tu abrigo, te llevaré con los abuelos.
***
Solo puedo observar como la velocidad del auto aumenta, era tarde y debía estar en la fiesta a las diez en punto. Sentía como el auto se derrapaba por lo húmedo de la carretera pero no me importa y sigo aumentando la velocidad.
La tormenta aumenta más conforme pasan los minutos y solo puedo escuchar a Liv decir que baje la velocidad, pero lo ignoro. Mi vista se percata que Liv no tenía el cinturón de seguridad.
Lo sujeto mientras sostengo el pie a fondo y la mano sobre el volante—¡Maddie!
Podía jurar que el tiempo se detuvo a una dura cámara lenta, observo la mirada de Liv, estaba aterrada mientras sus manos se aferran a mi brazo. No puedo hacer nada cuando solo puedo ver las luces del otro auto estar a solo un metro de nuestro rostro.
***
—¿Me escuchas?, ¿Maddie, puedes oírme? —una voz masculina ensordece mis oídos, puedo ver luces azules y rojas por todos lados mientras dos personas me rodean sosteniendo mi cabeza y brazos.
Quiero levantarme pero me detienen, ¿qué estaba pasando?—Olivia —murmuro—¿Dónde está Olivia? —exclamo con impotencia, siento un nudo en la garganta cuando observo el auto que papá me había obsequiado destrozado.
—¡Olivia! —de algún modo, el dolor en mis costillas desaparece, saco toda mi fuerza para ponerme de pie y correr hasta el auto, pero es demasiado tarde.
Toda la culpa invade mi cuerpo, mi pecho sube y baja mientras mi mente trata de comprender. Mis piernas flaquean cuando a lo lejos puedo ver la pequeña pijama rosa. No quiero, no quiero que esto sea realidad. Mis pasos parecen hacerse una eternidad a pesar de solo estar a dos metros del cuerpo de Liv.
Mis rodillas golpean el suelo cuando veo sus ojos cerrados, su cuerpo estaba golpeado y una herida en su cabeza desbordaba sangre. Escucho mi corazón quebrarse y mi garganta me duele—Liv... —susurro entre sollozos mientras tomo su pequeño cuerpo entre mis brazos—Despiértela, ¿qué están esperando?, ¡háganlo! —grito con desesperación a los paramédicos.
—Lo siento, no podemos hacer nada.
—¡No!, ¡tiene que despertar, por favor, Olivia! —apego su frío cuerpo sobre mi pecho, pero no despierta.
Sigue con sus ojos cerrados, ya no respira más y puedo sentir como su cuerpo se pone pálido.
Entonces comprendo.