—Estamos jodidos, realmente jodidos. —escucho a Sutter mientras camina de un lado a otro.
Llevaba más de media hora hablando, pero para ser sincero solo había escuchado un diez por ciento. Mi vista estaba pegada a la tormenta que estaba azotando al exterior.
—¿Por lo menos escuchaste lo que te dije? —bufa con molestia.
—No.
—Harry, hermano. Llevas un montón de tiempo así, si no paras con esto, perderemos todo, las cargas, las ventas, el dinero, todo. Steve va a ganar esta guerra y Tyson no se diga.
—Ya no me importa quién gane esto, Sutter. ¿Acaso no entiendes que la perdí? Ella sospecha de mi por culpa de ese imbécil.
—Tú lo haz dicho, sospecha. No está del todo segura. —escucho a Sutter suspirar a mis espaldas—escucha, hermano. Sé que odias que alguien te de consejos, pero... Si realmente sientes algo por ella deberías buscarla, porque si esperas que ella te busque a ti, ¡olvídalo! Las chicas no hacen eso.
M A D D I E
—Gracias por quedarte, Max. —le digo a la chica pelinegra que reposa sobre mi cama.
—¿Qué dices? No hay nada que agradecer, tu casa es como estar en el mismo reino —canturrea mientras come del gran tazón de palomitas—¿qué pasa?
Durante todo el día había intentado que Max no notara todo lo que había estado sintiendo estos últimos meses, fracaso en el intento cuando escucho su pregunta.
—Nada. —le respondo.
—¡Maddie, vamos! Te conozco muy bien, ¿es por Harry cierto?
—Sí —resoplo—es que... Es imposible dejar de pensar en él, sé que él sería incapaz de hacerle daño a Will.
—¿Sabes cual es el problema contigo, Maddie? Que nunca dices lo que realmente sientes, por ejemplo; la vez que pinte mi cabello de rosa, tardaste meses en decir que parecía una muñeca chica, no fue hasta que Ryan me lo dijo y tu confesaste pensar lo mismo —río junto con ella.
—¿Y qué demonios voy a decirle?
—¡Pues que babeas por él, Madisson! Que no dejas de pensar en él, que no creer nada de lo que dicen de él, que lo quieres, que lo amas...
—¡Oye, alto! Eso es demasiado —sonrío.
—Ya en serio, Mad. Si realmente sientes algo por él, deberías decirle lo que sientes, todo lo que sientes.
***
El sonido de mi teléfono suena, noto que nos habíamos quedado dormidas con una vieja película de Disney así que apago el televisor. Bufo cuando escucho de nuevo mi teléfono sonar, me percato que se trataba de la madre de Will, es entonces cuando todo dentro de mí se desmorona.
—Maddie, tranquila. Todo está bien —la voz de Max resuena lejana—por favor, Maddie, baja la velocidad.
Mi corazón tiembla cuando tengo un dejabú de aquella noche, por unos segundos puedo ver a Olivia sentada en el asiento del copiloto, mi respiración aumenta junto con la velocidad del auto.
—¡Maddie! —reacciono cuando Max alza la voz.
—Lo siento, lo siento.
Bajo del auto cuando llego a la estación de policía, siento mi sangre bajar a los pies cuando veo cientos de patrullas y ambulancias fuera, mi mente ya se había hecho de ideas de tantas cosas que pudieran haber pasado, lo encontraron vivo o muerto.
—¡Camille! —sujeto fuerte a la madre de Will quien parecía estar inundada en llanto—¿lo encontraron? ¿dónde está? —pregunto con ansias.
—Está ahí dentro. —dice mientras señala una puerta pequeña de madera.
Siento miles de cosas dentro de mí, pienso todo lo que puede haber dentro, él, su cuerpo, sus restos. Sentía mi estabilidad irse de nuevo al diablo.
Tomo la perilla abriendo con lentitud la puerta, entonces lo veo. Él se gira para mirarme, su físico era delgado, tal delgado que podía notas sus pómulos. Su ojo estaba morado, tenía sangre seca por todo su cuerpo y moretones en todas partes. Su brazo estaba vendado al igual que su cabeza.
—Maddie —susurra y apenas puedo oírle—¿realmente estás aquí?
—Lo estoy —afirmo mientras me acerco lentamente hasta él.
Tomo su mano mientras siento como mis lágrimas se desbordan con abundancia, él parece estar en shok y lo único que hace es abrazarme fuerte. Siento miedo cuando lo abrazo.
—Él lo hizo, Maddie.