HARRY
Después de un par de días, vuelvo a casa. La tormenta me había hecho llegar empapado a casa. No pasan ni cinco segundos cuando Amie nota algo extraño, no digo nada, sabía que no estaba bien así que solo se limita a abrazarme fuerte como lo había hecho los últimos años.
Casa, amaba estar en casa. El olor a café y galletas y la temperatura fría que solía hacer en las tormentas. El sofá donde solía ver televisión todo el tiempo cuando era niño, Mi vieja frazada que antes me cubría de pies a cabeza y que ahora apenas y me cubría la espalda.
—¿Quieres hablarlo? —la voz de Amie me saca de mis pensamientos.
—¿Hablar de qué?
—De lo que te asusta, de lo que te orillo regresar a casa. Recuerdo cuando cumpliste los diez y ocho —dice mientras toma asiento junto a mi—Dijiste ¡Mamá Amie! —sonrío cuando me imita—soy suficientemente grande para vivir solo, me independizo—sonríe—después te diste cuenta la real vida adulta y volviste a casa, como hoy. Empapado y desesperado por un abrazo. Así que te conozco y sé que algo pasó.
Siento como mi sonrisa se borra lentamente, la verdad era que no quería contarle. Sabía qué era lo correcto y sabía que Amie me lo diría—Es Maddie.
Me detengo unos segundos cuando siento un nudo en la garganta, para ser honesto ya había pasado mucho tiempo desde que había llorado y no quería hacerlo ahora.
—No merece lo que le estoy haciendo a su familia —digo—y no la merezco a ella. Solo dime, Amie. ¿Qué podría ofrecerle alguien como yo? Ella es perfecta, merece que le bajen la luna, merece alguien que pueda hacerla feliz. Y yo... Yo solo soy un criminal, alguien que tiene que esconderse, que tiene que mudarse cada que lo descubren, soy obscuridad para ella.
Amie me mira por un instante, noto como sus ojos se humedecen así que da un gran respiro—no eres una mala persona, Harry. Sé que en el fondo jamás quisiste convertirte en esto que dices ser. Y tienes razón, nadie merece ser lastimado, y si crees que no eres la persona indicada para ella... —Amie niega con la cabeza mientras sujeta fuerte mi mano—quizá deberías dejarla ir, hijo.
Entonces sucede, mi niño interior manda al carajo toda la fortaleza que decía tener y explota en llanto—es que estoy enamorado de ella.
Dos meses después.
—¿Y ha llamado? —la terapeuta pregunta.
—No. Bueno, un par de veces, creo que tiene miedo a que responda, así que termina la llamada.
—Yo creo que eres tú la que teme, Maddie.
—¿Qué? —cuestiono confundida.
—Sí, de alguna manera tienes miedo a lo que piensas, a lo que sientes, abriste tu corazón una vez y te lastimaron, y ahora tienes miedo de volver a querer, así que sí, estoy segura de que eres tú la que tienes miedo, miedo a vivir.
Ya habían pasado un par de meses desde la última vez que le vi, la última vez que salió por mi puerta y ya jamás volvió a entrar. Ha llamado, pero siendo sincera, sí tengo miedo.
¿Qué es lo que realmente sentía por Harry?
Las búsquedas por Will no habían parado, era difícil cuando no pedían ninguna clase de rescate, es como si la tierra se lo hubiera tragado.
Papá ha colaborado con tiempo, esfuerzo y dinero en su búsqueda, pero no hay rastros. Temía por su vida, temía que no lo volviera a ver jamás, solo quería verlo y disculparme por no haberle creído, aunque realmente no sé qué debía de creer.