No pude evitar llorar. Todos mis sentimientos estaban a flor de piel, ¡Dios! Moriría por verle y abrazarlo de nuevo, por decirle que nunca dejé de amarlo y no hubo un solo día en que no pensé en él.
Contarle de todas mis terapias y todas las noches que tuve pánico, por preguntarle porque carajos nunca respondió mis llamadas, porqué nunca me buscó.
Su carta, me había hecho entender que no siempre en la vida vas a tener lo que quieres, ahora puedo tener un buen trabajo, un hijo y un esposo maravilloso. Pero si no lo tengo a él, nada tiene sentido.
Planto un cálido beso y presiono la carta en mi pecho, imaginando que era a él a quién se los daba.
—Llegamos, señorita. Son sesenta y dos dólares.
—Sí...—digo secando rápidamente mis lágrimas—conserve el cambio.
—¿Está segura de que se quedará aquí? Esta muy solo, puedo esperarla. —el hombre de cabello blanco dice con preocupación.
—No, estoy bien. Aquí vive una vieja amiga. Gracias. —sonrío antes de bajar del auto.
El crudo frío de invierno golpea mi rostro con brutalidad, siento mis mejillas heladas así que me abrigo un poco más. Observo aquella deteriorada casa, ya no tenía el color de antes ni el jardín lleno de rosas, ahora estaba totalmente seco y lleno de nieve.
Rogaba al cielo que alguien abriera la puerta, rogaba al cielo que él abriera la puerta. Después de un par de segundos frente a ella, tres golpes la tocan.
—¿Sí? —preguntan del otro lado.
—¿Hola? Yo... Soy Maddie, Maddie Davis. Estoy buscando a Amie.
Un silencio se apodera del otro lado, solo puedo escuchar como muchos seguros son abiertos, entonces se abre.
—¿Maddie? —cuestiona la mujer.
—Sí... Volví.
Siento tranquilidad cuando me sujeta en sus brazos antes de plantar un beso en mi frente, su abrazo se sentía como en casa, un abrazo totalmente lleno de sinceridad.
***
—El frío se apodera de esta casa como no tienes idea, ¿estás bien? Voy a meter más leña en la chimenea... —dice mientras coloca una caliente taza de café frente a mí.
—Estoy bien, gracias, Amie. —sonrío.
—Aún no creo que estés aquí, mi niña. Te ves hermosa, los años no han pasado por ti. —sonríe mientras acaricia mi mano.
—Sí bueno... es extraño, la verdad han sido diez años muy duros. —aprieto mis labios mientras revuelvo mi café.
—Sí... para mí lo han sido también. ¿Qué te trae por aquí?
—Es una larga historia, la verdad —río levemente.
—Te escucho... aquí estoy.
No había sido interrumpida por Amie en los cuarenta minutos que llevo contándole toda la verdad, su manera de escucharme y de acariciar mi mano cada que no podía más y derramaba mis lágrimas, era demasiado.
—Por eso volví... Peter hizo todo lo que él le pidió. Pero no sé por qué regresé, no sé cuál es la finalidad, quiero saberlo, Amie. Necesito hablar con él, necesito preguntarle tantas cosas y...
—Maddie...
La mujer me interrumpe de pronto.
—¿Nadie te lo dijo? —ella parece notar mi mirada confusa ante su pregunta—Harry murió... murió hace ocho años.
Sentí como algo moría dentro de mí, realmente no sabía de qué se trataba, ¿mi alma?, ¿mi corazón?, mi vida entera.
Escuchar eso, se había convertido en algo insoportable, la manera en que mi cabeza punza y el ritmo en que mi corazón latía, apenas y podía respirar. Sentí un frío recorrer todo mi cuerpo y como mis manos sudaban frío.
Veía los labios de Amie moverse, pero por alguna razón no podía escucharla. Me había ido.
Entonces regreso al pasado y de nuevo, escucho su risa y siento todos esos besos de nuevo en mi rostro, siento otra vez sus manos tomar las mías, pero de pronto, me doy cuenta que todo había acabado, se había ido.
Finalmente, me quiebro en los brazos de Amie mientras siento como me voy desvaneciendo de nuevo, de nuevo como aquella noche que Olivia murió, la historia se repite de nuevo y otra vez, había perdido a otro de mis más grandes amores. Harry.
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Adrift [H.S]
Fiksi PenggemarAmor, crimen y obscuros pasados no son una buena combinación.